Las diez actuaciones más esperpénticas de la SGAE

  • La Sociedad General de Autores y Editores ha sido protagonista en los últimos meses por su voracidad a la hora de recaudar dinero en materia de derechos de autor, que no perdona ni a conciertos benéficos.
El presidente de la SGAE, Teddy Bautista - EFE
El presidente de la SGAE, Teddy Bautista - EFE
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La última aparición de los 'espías' de la SGAE ha tenido lugar en Asturias. Según informa La Nueva España, los hosteleros locales se han quejado de que en sus negocios se infiltran falsos clientes que graban a las orquestas por si amenizan el banquete nupcial con canciones protegidas por derechos de autor. Alguno de los propietarios asistió a un juicio contra la SGAE donde entre las pruebas había un vídeo que mostraba a gente bailando canciones protegidas. Según la SGAE, de los 93 salones de bodas que hay en Asturias tres no pagan por usar su repertorio. Por ese motivo fueron demandados y un 'espía' de la entidad grabó imágenes difuminadas para demostrar que se utilizaba repertorio de la SGAE y emplearlo como prueba en el juicio.

A principios de febrero, el Instituto Ramón Menéndez Pidal de A Coruña también fue víctima del afán recaudatorio de la entidad de gestión colectiva: demandó el cobro de 95 euros por la representación gratuita de la obra 'Bodas de sangre' de Federico García Lorca: "Hasta que la familia de Lorca no da una autorización la SGAE no puede dejar de cobrar", han explicado fuentes de la Sociedad General de Autores y Editores.Un gimnasio de Trujillo (Cáceres) que emitía música para sus clases de aerobic chocó con los intereses económicos de la SGAE. Un representante se presentó en sus instalaciones para informar a sus propietarios y, posteriormente, acudió a la Justicia, que le dio la razón: 1.402 euros por reproducir música desde marzo de 2006 a septiembre de 2008. El propietario indicó que se trataba de música libre y gratuita de derechos que no pertenecía al catálogo de artistas de la entidad pero no lo demostró en el juicio.Ni los autores de ópera centenarios se libran de la SGAE. Ante lo que consideran tarifas abusivas, escenarios y asociaciones de amigos de la ópera anunciaron el estudio de medidas para proteger su obra cultural. Señalan que les cobran hasta por las representaciones callejeras gratuitas y defienden que los derechos de autor caducan a los 70 años de la muerte del autor. Si se representa una obra adaptada por un autor cuyos derechos no han caducado la SGAE debe reclamar sus derechos de adaptación.

La persecución de los hombres de Teddy Bautista, presidente ejecutivo de la entidad, ha rozado en ocasiones lo absurdo. En enero conocíamos en boca del promotor musical Miguel Ángel Payeras que la SGAE solicitó cobrar por la celebración de un festival de artistas cuyas composiciones están registradas con licencia Creative Commons, es decir, de dominio público.

Una de las historias más mediáticas fue la de Juanma, un niño de cinco años con una enfermedad neurodegenerativa que recibió un concierto-homenaje por parte de David Bisbal, que renunció a sus honorarios para tal ocasión. Pero la SGAE no pensó lo mismo: reclamó el diez por ciento de la taquilla que le corresponde por la celebración de este tipo de espectáculos. La entidad gestora reculó finalmente y devolvió el importe ingresado a la familia de Juanma. La SGAE no recauda si el promotor informa de la realización del concierto benéfico un mes antes y demuestra que el propietario de los derechos renuncia a cobarlos para este caso.

Una pareja ilerdense que regenta una cafetería también sufrió el acoso de la SGAE por escuchar música mientras trabajaban. A juicio de la sociedad, el local obtenía beneficios por tener la radio puesta, ya que la habían adecuado con ocho altavoces para que la pudieran escuchar los clientes. En total, 33 cuotas que suponen 663 euros.Los 'espías' de la SGAE cogen el autobús para ejercer su trabajo si hace falta. Así lo denunció la patronal del sector Fenebús, que deshizo el contrato que mantenía con la entidad y eliminó todo acorde musical en los viajes de sus pasajeros para no pagar los 1.265 euros que abonaban por cada empresa. Desde entonces, la patronal señala que hay inspectores de la SGAE que viajan en los autobuses para confirmar que no se pone la radio.Los conciertos benéficos tampoco son inmunes a la SGAE, que, según un concejal del ayuntamiento de Málaga, solicitó 1.700 euros en calidad de derechos de autor por las actuaciones celebradas en el marco de una gala benéfica por el terremoto de Haití. Según la SGAE esta entidad nunca solicitó este dinero y señala que lo afirmado por el concejal en una rueda de prensa era una falsedad. Al igual que en el caso de Juanma, la SGAE establece un procedimiento para renunciar al pago en concepto de derechos de autor por una intención benéfica.

Otro asunto con una gran repercusión popular enzarzó a la SGAE con las peluquerías catalanas. Éstas iniciaron una campaña en la que pedían a los clientes que lleven su propia música para evitar el pago del 'impuesto' de la sociedad gestora, que señala que las peluquerías "utilizan la música para hacer más agradable la estancia y el trabajo de los que están allí", en palabras de Teddy Bautista.

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