María Taboada
Madrid, 8 jun.- El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, cumplirá el próximo miércoles el segundo año al frente del organismo, periodo en el que ha tenido que pilotar una reestructuración sin precedentes en el sistema financiero, que a su vez se ha visto afectado por distintos cambios regulatorios.
El próximo 11 de junio se cumple el segundo aniversario del nombramiento de Linde como gobernador, un cargo al que accedió en sustitución de Miguel Ángel Fernández Ordóñez.
Linde se convirtió en el sexagésimo noveno gobernador del Banco de España, un puesto que deberá abandonar en 2015, cuando cumpla 70 años, la edad máxima para desempeñar esta función.
Su nombramiento coincidió con un momento delicado para el organismo, cuya reputación y credibilidad estaban en entredicho después de que a su antecesor se le achacara incapacidad para anticipar la crisis y se le culpara de la desaparición de las cajas de ahorros.
Pero sobre todo, el inicio del mandato del Linde estuvo marcado por el último esfuerzo de saneamiento del sector, ya que, horas antes de estrenarse en el cargo, España había anunciado que pedía a Europa una ayuda de hasta 100.000 millones para rescatar a la banca.
A cambio, España se sometió a un estricto régimen de vigilancia y controles durante 18 meses por parte de la "troika" -Comisión Europa, BCE y FMI-, con misiones trimestrales, entrega de información y un control de las políticas económicas del Ejecutivo.
Además, los conocidos "hombres de negro" exigieron a las entidades rescatadas que elevaran su capital de máxima calidad al menos al 9 % de los activos ponderados por riesgo y que se deshicieran de sus activos inmobiliarios tóxicos, lo que supuso la creación de Sareb, el conocido como "banco malo".
Todas estas medidas se incluyeron en la tercera reforma para sanear la banca, aprobada por el Gobierno en agosto de 2012, solo dos meses después del nombramiento de Linde.
Esta norma incluía también importantes quitas a los tenedores de participaciones preferentes y deuda subordinada, lo que supuso un gran revuelo entre los pequeños ahorradores y una avalancha de reclamaciones, muchas de ellas presentadas en el Banco de España.
En estos dos años, Linde también ha tenido que tomar importantes decisiones como la recomendación a la banca, desde 2013, de limitar el reparto de dividendos y que los que se pagaran en efectivo no excedieran el 25 % de los beneficios de la entidad.
Durante el año pasado, Linde también pidió a las entidades que revisaran las "cláusulas suelo" de sus hipotecas para ver si se ajustaban a la sentencia del Tribunal Supremo, que las declaraba nulas si hubo falta de transparencia en su venta.
El Banco de España se ha visto desbordado por las reclamaciones recibidas sobre este asunto, algo para lo que ha tenido que contratar a la consultora Deloitte.
En los dos años que Linde lleva al frente del Banco de España, también ha obligado a la banca a dar cuenta de sus refinanciaciones de crédito, lo que ha llevado la morosidad al entorno del 13 %.
Sin embargo, el proceso de reestructuración de la banca está próximo a su fin, pues sólo quedan algunos flecos pendientes como la venta de CatalunyaBanc ya retomada o la de Bankia.
Otro de los retos que tiene por delante Linde y el sector es la reactivación del crédito o la puesta en marcha de la Unión Bancaria, mediante la que el Banco Central Europeo (BCE) pasará a vigilar a la mayoría de entidades.
Antes de la puesta en marcha de esta supervisión única, se conocerán los resultados de los test de estrés que realizará el BCE, el próximo pero no el último examen que deberá pasar el sector con Linde como gobernador. EFE
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