Los argentinos compran coches como fórmula de inversión

  • La compra de coches en Argentina en 2010 ha sido asombrosa, pero no lo hacen porque estén locos por conducir. La inestable situación financiera del país ha hecho que los argentinos prefieran ahorrar comprando bienes, aunque los analistas advierten que es una técnica peligrosa.
La inestable situación financiera del país ha hecho que los argentinos prefieran ahorrar comprando bienes, aunque los analistas advierten que es una técnica peligrosa.
La inestable situación financiera del país ha hecho que los argentinos prefieran ahorrar comprando bienes, aunque los analistas advierten que es una técnica peligrosa.
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Julia Kumari Drapkin, Buenos Aires (Argentina) | GlobalPost

Hernán Valdez y su novia Milagros Garín son los orgullosos propietarios de un Peugeot nuevo. Es un coche compacto, gris, inmaculado, y dos meses después de comprarlo tiene huele a nuevo.

Buenos Aires tiene un sistema público de transporte equiparable al de Nueva York, así que Hernán dice que, en todo caso, piensan usar el coche durante los fines de semana y las vacaciones. "Conducir en Buenos Aires es muy incómodo", dice. "La mayor parte de los días lo dejamos aparcado y nos movemos en metro o en autobús".

Los argentinos han comprado coches este año en una cantidad sin precedentes. Pero no lo hacen necesariamente porque estén ansiosos por conducir. Con la inestabilidad actual de los mercados y una inflación para 2011 que se calcula en torno al 30 por ciento, los argentinos tratan de buscar fórmulas para depositar sus ahorros.

"Quienes pueden, se compran propiedades; los que no pueden, compran coches", explica Valdez, que al recoger el nuevo Peugeot entregó el coche de segunda mano que se había comprado el año pasado. Muchos de sus amigos también se han comprado coches nuevos este año.

Impulsada por las buenas cosechas de soja y maíz del año pasado, así como por la fuerte demanda brasileña de coches y productos manufacturados en el país vecino, Argentina es actualmente una de las economías de crecimiento más rápido en América Latina.

Aún así, Argentina tiene también la segunda mayor tasa de inflación de América Latina, cercana a la de Venezuela.

Los analistas creen que la inflación actual de Argentina está en torno al 26 por ciento y que va camino de aumentar debido a los gastos gubernamentales que se harán el año que viene coincidiendo con las elecciones presidenciales.

En el pasado los argentinos se adaptaban a la inflación comprando dólares, pero la debilitada moneda estadounidense no se les antoja ahora como una opción segura.

Con los bancos ofreciendo un 8 por ciento de interés anual, los argentinos están haciendo de los coches sus cuentas de ahorro. En gran parte del mundo los coches pierden valor en cuanto salen del concesionario, pero eso no ocurre en Argentina.

Un argentino puede por ejemplo comprar un coche por 50.000 pesos, utilizarlo durante un año y venderlo al año siguiente por el mismo precio o más. En Europa o en EEUU los coches pierden en torno a un 20 por ciento de su valor, explica Hernan Dietrich, propietario de uno de los mayores concesionarios de Argentina. "Aquí la pérdida es absorbida por la inflación, por lo que la ecuación se equilibra", asegura.

La inflación crónica hace que la gente no tenga un incentivo para ahorrar. Muchas personas sostienen que es mejor tener un coche que ver cómo su dinero desaparece en los bancos.

Además, hay un incentivo añadido para gastar: se puede ganar con la inflación. Para comprar su nuevo Peugeot Hernán Valdez pidió un préstamo a cinco años con cuotas fijas a un interés del 16 por ciento. Pero con una inflación anual del 26 por ciento esos pagos al final se reducen.

"Cuando la tasa de interés es menor que la tasa de inflación, estás consiguiendo dinero gratis", explica Lee Branstetter, economista de la Carnegie Mellon University.

Cuando toca aprovecharse de la inflación, los argentinos siguen la pauta de su gobierno.

En 2007, el entonces presidente Néstor Kirchner ignoró al instituto nacional de estadística y comenzó a usar una fórmula que calcula a la baja la tasa de inflación nacional. Posteriormente la actual presidenta, Cristina Fernández, colocó al frente del Banco Central de Argentina a un simpatizante del gobierno.

Los bonos argentinos están ajustados a la tasa oficial de inflación, así que al igual de Hernán Valdez el gobierno argentino ha estado pagando sus deudas con dinero que está perdiendo valor.

El mes pasado, en un giro sorprendente, el gobierno argentino pidió oficialmente al FMI ayuda para ajustar sus datos de inflación. Durante años Argentina ha sido el único país del G20 que se niega a que el FMI revise sus cuentas.

Muchos creen que el regreso del FMI puede formar parte de la última ronda de negociaciones para pagar las últimas deudas.

El FMI ha dicho que espera tener listas sus recomendaciones para un nuevo índice de precios al consumo en abril. Si Argentina reconoce que su tasa de inflación real es mucho más alta que la oficial podría incurrir en problemas legales con los titulares de bonos.

Pero controlar la inflación podría conducir a una desagradable recesión, y eso no parece una opción a tener en cuenta con unas elecciones presidenciales en menos de un año. Parece que el Gobierno más bien avivará la inflación, aumentando el gasto en obras públicas y los sueldos en algunos sectores afines, según sostienen algunos analistas y parte de la opinión pública argentina.

Como uno de los principales productores de cereal del mundo, Argentina tiene todas las cartas para ser un jugador fructífero en la economía global. Pero la inflación crónica, a veces hiperinflación, ha sido un obstáculo para el desarrollo del país desde la década de 1950. El gasto inflacionario es positivo a corto plazo, pero mina los cimientos del sistema financiero y el crecimiento a largo plazo.

A medida que los argentinos gastan más dinero para ahorrar más, se genera aún más inflación. Hernán Valdez asegura que la gente que no puede comprar coches se compra televisores de plasma o teléfonos móviles. "Esto se tiene que acabar algún día. Te puedes comprar una televisión de plasma, o dos, pero realmente no las necesitas", reconoce.

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