Mozambique, el nuevo "león emergente" de África

  • Mozambique se ha convertido, de la noche a la mañana, en el nuevo "león emergente" de África, que ruge cada vez más fuerte debido al dinamismo de una economía espoleada por el descubrimiento de hidrocarburos y el "boom" de la construcción.

José Luis Toledano

Maputo, 27 oct.- Mozambique se ha convertido, de la noche a la mañana, en el nuevo "león emergente" de África, que ruge cada vez más fuerte debido al dinamismo de una economía espoleada por el descubrimiento de hidrocarburos y el "boom" de la construcción.

La excolonia portuguesa, devastada por una guerra civil entre 1977 y 1992, se ha puesto de moda gracias al reciente hallazgo de enormes reservas de gas -entre las mayores del mundo- y vastos yacimientos de carbón, así como la extracción de minerales.

Un ejemplo del furor extractivo que vive el país es la información publicada hace días por el "Diario de Noticias", que daba cuenta de un hombre que encontró un rubí mientras excavaba un pozo y que canjeó por un buen puñado de meticales (divisa nacional).

La noticia corrió como la pólvora y "garimpeiros" -buscadores de piedras preciosas- de toda la región acudieron de inmediato al lugar del hallazgo, una pequeña localidad de la provincia septentrional de Cabo Delgado.

Multinacionales norteamericanas, brasileñas y británicas se han instalado en el norte y este del país con licencia para explotar los recursos naturales de su subsuelo.

Mozambique fue uno de los primeros países africanos en la captación de inversión extranjera en 2012, con 5.000 millones de dólares, según fuentes del Banco Mundial (BM) consultadas por Efe.

Sólo dos años antes, esa cifra apenas alcanzaban los 600 millones de dólares.

Este dinamismo económico ha empujado su crecimiento a un ritmo superior al seis por ciento anual y, según el BM, Mozambique será el quinto país del mundo que más crezca en 2014.

El reclamo de esa realidad se hace patente en el Aeropuerto de Maputo, donde llegan cada semana decenas de directivos de multinacionales, hombres de negocio, funcionarios de instituciones internacionales, cooperantes, emprendedores y oportunistas.

"Ofrecemos posibilidades de negocio en un mercado nacional de producción y prestación de servicios de más de 24 millones de habitantes", exponía este mes el ministro mozambiqueño de Industria y Comercio, Armando Ironga, a una treintena de empresarios españoles desplazados a Maputo para explorar oportunidades de inversión.

"Hasta hace muy poco tiempo, nuestra relación con Mozambique se concentraba en el área de la cooperación", señala a Efe el embajador de España en el país, Santiago Miralles, "pero desde hace dos años y medio, todo está cambiando mucho, sobre todo tras el descubrimiento de hidrocarburos. Ahora están llegando empresas españolas".

Casi todo está por hacer en el país: las carreteras, las viviendas sociales, las vías férreas, los hospitales, las escuelas, el desarrollo del turismo y la agricultura.

"Es un buen sitio para invertir", asegura a Efe María del Carmen García, consejera comercial en Mozambique de la empresa española URSSA-Mondragón, que licitó para la construcción de 2.000 escuelas y aguarda desde hace meses la adjudicación del proyecto.

Con todo, el despegue económico no se ha traducido aún en la mejora del bienestar de la población, pues más de la mitad vive bajo el umbral de la pobreza con poco más de un dólar al día, de acuerdo con el BM.

Además, Mozambique -que ocupa el tercer puesto por la cola en el índice de desarrollo de la ONU- adolece de una amplia desigualdad entre la ciudad y el campo, y depende todavía en gran medida de ayudas a la cooperación internacional.

En opinión de Alda Salomao, abogada y directora de Centro Terra Viva, una organización que defiende los derechos de las poblaciones expulsadas de sus tierras por los grandes proyectos extractivos, el Gobierno "no gestiona las inversiones en función de los objetivos del país, sino en función de intereses personales".

Esa "mala gestión" provocará "la pérdida completa de derechos sobre los recursos, principalmente de la tierra, y una marginalización de la población", comenta Salomao a Efe.

Tras la independencia de Portugal en 1975, Mozambique se sumergió en una cruenta guerra civil entre el exmarxista Frente de Liberación de Mozambique (Frelimo) y la guerrilla de la Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renamo), creada por Sudáfrica y la antigua Rodesia.

El conflicto causó un millón de muertos y la destrucción de la mayor parte de las infraestructuras del país.

La paz llegó con los Acuerdos de Roma (1992), ambos contendientes se convirtieron en partidos políticos y, desde entonces, el Frelimo gobierna la nación.

Sin embargo, la reconciliación no ha sido completa, ya que quedó pendiente la entrega de las armas y la integración de los exguerrilleros en la sociedad, mientras innumerables rondas de negociación entre los dos partidos han terminado en fracaso.

Durante el último año, se han multiplicado los enfrentamientos entre las Fuerzas de Seguridad y hombres armados de Renamo, hasta reavivar en la población el fantasma del conflicto.

El reciente ataque del Ejército a la base del líder de Renamo, Afonso Dhlakama, donde éste se encontraba acantonado por motivos de seguridad desde hace un año, prácticamente ha convertido los Acuerdos de Paz en papel mojado.

Esa situación implica -según Miralles- "un riesgo evidente de inestabilidad en un momento como el actual, en el que está habiendo un desarrollo económico tan rápido y se están abriendo tantas posibilidades de inversión y entrada de capitales".

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