Prisa lleva mucho tiempo buscando un comprador para Dédalo, la empresa de impresión que comparte con Ibersuizas, consciente de que el mundo digital tiene a este negocio entre sus principales víctimas.
Sin embargo, al grupo dirigido por Juan Luis Cebrián se le presenta muy complicado encontrar un comprador dispuesto a poner un cheque atractivo sobre la mesa, ya que el 40% que Prisa posee en Dédalo (el otro 60% pertenece a la firma de capital riesgo) se ha convertido en un auténtico agujero negro.
Y no sólo por los números rojos que arrastra este negocio, sino, sobre todo, por los 95,5 millones que tiene atrapados la editora de El País en esta sociedad.
Esta cifra es la suma de dos créditos, más sus correspondientes intereses, que Prisa tiene concedidos a Dédalo para garantizar la respiración artifical del grupo de impresión, cuyas últimas cuentas presentadas ante el registro, las correspondientes al año 2009, arrojaban ya unas pérdidas de 33,9 millones de euros.
Por tanto, antes de poner ningún efectivo sobre la mesa, cualquier posible comprador deberá asumir los más de 95 millones de euros de compromisos financieros que tiene Dédalo con su accionista.
A esta cantidad se deben sumar los 130 millones del préstamo sindicado firmado por la empresa de impresión en 2008 y que avala solidariamente Prisa.
Para hacerse un idea del peso que pueden llegar a tener estos créditos en el grupo todavía controlado por la familia Polanco, basta recordar que todo el recorte de plantilla que prevé llevar a cabo la editora, y que afectará a unos 2.500 empleados, supondrá al grupo un coste de 95 millones de euros.
Prácticamente un 10% de estos despiedos, en torno a 250 personas, se llevarán a cabo dentro del personal de Dédalo, según han denunciado los empleados del grupo de impresión.
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