Retrasos y sobrecostes, una lacra común en la obra pública alemana

  • La obra del nuevo aeropuerto de Berlín, plagada de abultados sobrecostes, retrasos imposibles y escándalos políticos, es la punta del iceberg de una lacra del sector público alemán mucho más frecuente de lo que el gobierno desea admitir.

Juan Palop

Berlín, 7 ago.- La obra del nuevo aeropuerto de Berlín, plagada de abultados sobrecostes, retrasos imposibles y escándalos políticos, es la punta del iceberg de una lacra del sector público alemán mucho más frecuente de lo que el gobierno desea admitir.

Casi tres años después de la primera fecha de apertura anunciada para el aeropuerto de Berlín, la dirección no se atreve a estimar cuándo podrá entrar en funcionamiento -los medios apuntan al otoño de 2016- y los costes han explotado hasta los 5.400 millones, más de tres veces los 1.700 inicialmente estimados.

De las más de 60.000 carencias denunciadas en informes de expertos independientes, los mayores quebraderos de cabeza están relacionados con "fallos constructivos", "errores de planificación" y "problemas técnicos en el sistema antiincendios".

El proyecto, liderado por los "Länder" de Berlín y Brandeburgo, ha estado plagado de escándalos políticos y mala gestión, además de verse ensombrecido por la duda de la corrupción, dañando la credibilidad de una capital que se yergue en Europa como referente de la contención presupuestaria.

"El caso del aeropuerto de Berlín es quizá el más conocido, pero no es una excepción", asegura a Efe Sebastian Panknin, director del departamento de Política Presupuestaria y Financiera de la Federación de Contribuyentes de Alemania (BdSt), que enumera a continuación de carrerilla un rosario de ejemplos a lo largo y ancho del país.

Un reciente informe interno del Ministerio de Medio Ambiente y Construcción difundido por "Der Spiegel" da la razón a Panknin al indicar que sólo el 14 de los 40 grandes proyectos (35 %) que en la actualidad auspicia el Gobierno federal se atienen al marco presupuestario inicial y que los 26 que no cumplen acumulan un sobrecoste agregado de unos 1.000 millones.

Paradigmático es el caso del auditorio "Elbphilarmonie", un megaproyecto que aúna salas de conciertos y hotel en un edificio de 110 metros de altura en la comercial y próspera ciudad de Hamburgo, en el noroeste.

Si el primer estudio de viabilidad cifró en 2005 el desembolso necesario en 186 millones de euros, la última revisión de su presupuesto, anunciada este año, situaba el coste total en los 789 millones, cuatro veces más.

El edificio iba a inaugurarse inicialmente en 2012, aunque en la actualidad se prevé que no abra sus puertas hasta el otoño de 2016.

En Stuttgart, una rica ciudad del austero sur alemán, a la transformación de la antigua estación de tren en un futurista intercambiador soterrado, además de una intensa oleada de protestas, ha seguido una vía similar de retrasos y sobrecostes.

El presupuesto de "Stuttgart 21", que no verá la luz antes de 2022, ha pasado de estar estimado en 2.460 millones de euros en 1995, a situarse en los 4.526 millones cuando arrancaron las obras en 2010 y, en la actualidad, elevarse hasta los 6.500 millones (6.800, según algunos medios).

Otras obras públicas que han descarrilado son la construcción de la nueva sede de los servicios secretos exteriores, que ha pasado de 720 a 1.044 millones de euros y no abrirá hasta 2016 -cuatro años después de lo previsto-, y la reforma integral de la biblioteca estatal de Berlín, que va a costar 442 millones frente a los 326 inicialmente presupuestados.

A juicio de Panknin, el problema principal, tanto en Alemania como en otros países "como España o Grecia", es la falta de responsabilidad a la hora de gestionar el dinero público.

Además, este experto apunta otras razones, como una preparación deficiente de los grandes proyectos, la falta de controles financieros apropiados y la concentración de la clase política en la infraestructura, sus usos y visibilidad, en detrimento de su coste.

El Tribunal Federal de Cuentas ha alertado repetidamente en sus informes anuales de estos sobrecostes en la obra pública, pero salvo alguna dimisión, esta lacra no han conllevado consecuencias legales o políticas.

Mostrar comentarios