Romney y Cain, una guerra de impuestos en la carrera republicana por la Casa Blanca

  • La carrera republicana por la Casa Blanca entra en territorio clave. Los candidatos más destacados sacan a la luz sus mejores medidas y, en esta batalla, los impuestos centran el debate. Repasamos las ideas fiscales de los nombres mejor situados, las de Mitt Romney y Herman Cain.
Romney logra una sólida recaudación de 14 millones de dólares para su campaña
Romney logra una sólida recaudación de 14 millones de dólares para su campaña
Álex Medina R.

¿Subir o bajar impuestos? Si se incremetan... ¿a quién? ¿Hay que ir a por los ricos para que aporten más a las arcas públicas? ¿Eso de elevar los tributos puede lastar la recuperación? Todas estas preguntas marcan (y marcarán) las próximas elecciones generales del 20 de noviembre en España... pero también lo están haciendo en Estados Unidos.

Allí falta poco más de un año para que se celebren los comicios presidenciales y ya es tiempo de que empiecen a surgir los precandidatos. Y en la carrera de los republicanos por disputarle a Obama la Casa Blanca los impuestos se han convertido en objeto de debate, reproches y críticas entrelazadas.

Estados Unidos está endeudado casi en tanto como su Producto Interior Bruto (unos 14 billones de dólares) y hay que tomar medidas. La respuesta, mientras Obama lucha por sacar adelante su ambicioso plan de empleo, pasa por nuevos ingresos o más gastos. En economía, los nuevos ingresos van acompañados de subidas fiscales.

En política, en cambio, la última batalla entre los conservadores se está librando por parte de Mitt Romney y Herman Cain. Cada cual tiene sus propios fantasmas fiscales.

Mitt Romney, por ejemplo, intenta que no se le recuerde mucho que hubo un día en que fue a por los bancos para cobrarles por un nuevo concepto. Fue durante su época de gobernador de Massachusetts a mediados de la década pasada, una época en la que el rico estado del norte se le conocía más como Taxssachusetts (tax, por impuestos).

Herman Cain, por su parte, está popularizando la fórmula del 9-9-9, por el que se rebajan dos impuestos actuales (el de los ingresos y el de negocios) y se crea uno nuevo. ¿El resultado? Más tributos para todos aunque menos carga para los que más tienen.

La fábula del gobernador que quería rebajar su deuda a toda costa

Para ser honestos con Romney (que ahora dice que nunca subió los impuestos), las cuentas del estado al que accedió en 2002 como gobernador ya estaban pendiendo del abismo. El republicano había alcanzado el poder con el marchamo de gran gestor: dicen de él que consiguió que se celebrasen los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City de 2002, en peligro por el 11-S y los escándalos en su financiación.

Así que había llegado uno de los nuestros, se decían en Massachusetts, según cuenta The New York Times. Porque, como dice su página personal en internet, "sus impresionantes habilidades no vienen de la nada, ya que empezó su carrera en el mundo de los negocios".

No obstante, el Romney gobernador necesitaba sobre todo liquidez. Por encima de los amigos y de los principios.¿Y cómo salió del atolladero que supone para un republicano subirle los impuestos a los ricos? Asegurando que su lucha era contra la evasión fiscal.

Fuera verdad o no, empezó a cobrar a los bancos una tasa por sus traspasos millonarios a varios fondos de inversión inmobiliarios propios. Hasta que le abrieron los ojos a Romney, los bancos evitaban pagar sus impuestos transfiriendo a este tipo de fondos los activos, ya que sobre ellos no pesaba ninguna fiscalidad.

Y sobre este agujero fiscal actuó el gobernador, que sólo en 2003 recaudó por este concepto unos 110 millones de dólares. Luego, amplió a otros sectores la misma práctica y así fue tapando agujeros, uno a uno, de forma que adelagazó los números rojos de 3.000 a 2.000 millones.

Pero claro, esta bonita historia estaba abocada a un final marcado desde el principio. Hacia 2006, cuando se acercaba el fin del mandato de Romney, empezaron a oírse rumores que le colocaban en la carrera hacia la Casa Blanca por el bando de los republicanos. Su obsesión por recaudar le costó entonces quedar descolgado.

Ahora han cambiado muchas cosas y, por qué no, han pasado los años. Romney se jacta de haber devuelto a Massachusetts a la buena senda del control presupuestario. Lo que es verdad si sólo hablamos de cuentas, puesto que el estado penaba como el tercero que menos creaba empleo de todo el país en sus días finales como gobernador.

La fórmula del 9-9-9

Así que su principal rival por convertirse en el candidato republicano a la Casa Blanca lo tiene más o menos fácil para atacarle en política fiscal. A cambio, Herman Cain propone una particular receta impositiva basada en un triple 9.

En pocas palabras, el ex responsable de Godfather's Pizza plantea un tipo único de los impuestos de la renta y de transacciones empresariales del 9%, así como la creación de una nueva figura, también del 9%, para las ventas federales que sustituiría al actual de ventas sólo estatales. En definitiva, Bloomberg calcula que se recaudarían unos 2 billones con esta fórmula. Otras fuentes hablan de 1,2 billones.

Eso sí, el plan de los tres dígitos sería sólo una fase de un proyecto más complejo compuesto de tres fases (y en el que ocuparía el segundo lugar). Antes de eso, como medida más inmediata, Cain apuesta por rebajar el impuesto de la renta y el empresarial a un 25% (desde el entorno del 35% actual).

La tercera y última fase, una vez que las cuentas se asentasen, consistiría en simplificar al máximo el sistema fiscal norteamericano mediante la creación de un solo tributo: el impuesto justo.

Volviendo a la filosofía de cada uno, la del candidato Cain es tan sencilla como "ampliar la base", dicho en sus propias palabras. Se recauda más cuanto más gente pague, asegura, sin importar que se bajen los tipos.

Con esta filosofía, el empresario también evita el riesgo de que se le acuse de subir los impuestos (lo que genera pánico absoluto en cualquier candidato conservador). Crea uno nuevo, pero, donde más le importa, en lo que pagan los ricos y las empresas, se bajan los tipos.

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