Sea Shepherd inicia su campaña antártica en defensa de la merluza negra

  • La organización ecologista Sea Shepherd, que lleva años movilizada contra la caza ilegal de ballenas por parte de Japón en la Antártida, inició hoy una campaña contra la pesca ilegal de merluza negra en aguas australes.

Sídney (Australia), 3 dic.- La organización ecologista Sea Shepherd, que lleva años movilizada contra la caza ilegal de ballenas por parte de Japón en la Antártida, inició hoy una campaña contra la pesca ilegal de merluza negra en aguas australes.

Los barcos "Bob Barker" y "Sam Simon" partieron de la ciudad australiana de Hobart y la neozelandesa de Wellington para participar en esta campaña de la organización, conocida por sus tácticas agresivas contra los balleneros japoneses.

"Este año vamos a perseguir a los criminales que pescan la vulnerable merluza negra y los vamos a sacar de sus zonas de pesca en el océano antártico y los entregaremos a la justicia", dijo el capitán del "Bob Barker", Peter Hammarstedt.

La organización dijo en un comunicado que además de detener a los pescadores ilegales, intentará confiscar la carga de merluza negra -también conocida como bacalao de profundidad o mero chileno del sur (Dissostichus eleginoides)- para devolverla al mar.

"Sea Shepherd también trabajará con las agencias internacionales de reforzamiento de la ley para que se detenga a los barcos y se impute a sus dueños por sus operaciones", indicó por su lado el capitán del "Sam Simon", Sid Chakravarty.

La merluza negra, que llega a medir más de 2,2 metros de largo y pesar cien kilogramos y es uno de los peces de mayor tamaño de la Antártida, tiene la carne blanca y grasa, por lo que es muy codiciada por muchos restaurante de lujo.

La pesca de este pez es tan lucrativa que los pescadores ilegales le llaman el "oro blanco" porque una carga media de 1,5 toneladas cuesta unos 83 millones de dólares, según Sea Shepherd.

En 2002, los países de la Convención sobre el Comercio Internacional de Flora y Fauna (CITES) se comprometieron a vigilar la pesca de la merluza negra, que habita a gran profundidad en aguas de América del Sur y en zonas cercanas a la Antártida, tras rechazar incluirla en las listas para su protección.

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