El secretario general de FAES, Javier Zarzalejos, considera que la Constitución es un "extraordinario logro político" que abrió un periodo inédito de prosperidad y libertad y lamenta que, frente al éxito de ese esfuerzo de conciliación entre los españoles, haya irrumpido un populismo de izquierda que busca la ruptura y la división y quiere deslegitimar el sistema constitucional.
En un editorial del especial número 50 de la revista 'Cuadernos de Pensamiento Político', Zarzalejos defiende el compromiso de FAES con la vigencia de los consensos de la Transición, el valor de las instituciones, la cultura occidental, la economía de mercado y la sostenibilidad del Estado del bienestar.
"Optamos por las reformas frente a la ruptura y afirmamos la ciudadanía integradora de la Constitución sobre la 'gente' a la que apela el populismo para dividir y antagonizar", asegura, para avisar de que es la ausencia de política, y no un exceso, "lo que deja un vacío que llenan otros, y no los mejores".
"LA REAPARICIÓN DE LA UTOPÍA"
A su juicio, "una buena parte del pensamiento actual se sostiene sobre la efusión de la neolengua, el enaltecimiento de lo absurdo y la reaparición de la utopía, es decir, la negación totalitaria de la política de la libertad".
"Mientras esto ocurre, el escepticismo encuentra en la sociedad líquida la justificación para la inacción y termina alimentando la contemplación pasiva en aquellos que se niegan a aceptar que la historia continúa", añade Zarzalejos, 'número dos' de la fundación que preside José María Aznar.
En este sentido, sostiene que ellos no se quedan a vivir "en la comodidad inatacable de la utopía, siempre a salvo del contraste con la realidad", sino que piensan la realidad concreta y humana de las sociedades "imperfectas, abiertas a la discusión y siempre necesitadas de mejora". Es más, alerta contra "el buenismo y el adanismo", a los que ve como "males invasivos de la política".
Zarzalejos señala, además, que hay buenas razones para no hacer de una sociedad en transformación sinónimo de una sociedad instalada en la indiferencia de la postmodernidad. "No se puede hablar de política postheroica mientras en Venezuela y Cuba los demócratas arriesgan su vida y su libertad", apostilla.
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