REFUGIADOS. LOS JESUITAS DENUNCIAN QUE HAY 16.400 SOLICITUDES DE ASILO PENDIENTES "DESDE HACE AÑOS" EN ESPAÑA

- Una campaña trata de movilizar a la ciudadanía como "tierra de acogida" en una Europa "hostil" a los refugiados. Las organizaciones sociales de la Compañía de Jesús urgen a que se resuelvan las 16.400 solicitudes de asilo pendientes en España, algunas de las cuales llevan tramitándose “años”. En 2015 se pidieron 15.000, resolviéndose unas 3.000, sólo un millar favorables. Los jesuitas subrayan que tras las cifras hay situaciones reales de “personas con nombres y apellidos que huyen para salvar sus vidas”.
Así lo destacó Cristina Manzanedo, responsable de incidencia de la Campaña ‘Hospitalidad’, impulsada por las citadas organizaciones, durante un encuentro informativo en la Casa Árabe de Madrid en el que pidió a la ciudadanía que diga “que lo que está ocurriendo en Europa no les representa, que no están de acuerdo”.
Manzanedo recordó que “España ha pasado de ser un país donde el refugio era un tema muy minoritario”, que tuvo unas 5.000 solicitudes en 2014 y en años anteriores apenas rondaba las 1.000. Sin embargo, cuando los refugiados llegan a este país, además de falta de información sobre los derechos y herramientas de las que disponen, cuentan con 2.700 plazas de acogida durante seis meses y, posteriormente, una ayuda monetaria.
Todo esto en un contexto mundial con 60 millones de refugiados, de los que 20 millones han cruzado fronteras, y en un 85% de estos últimos, se encuentran fuera de Europa. Sólo en Líbano, insistió la responsable de la campaña, hay dos millones, integrados en una población total de seis millones.
Tras esas cifras, insisten los jesuitas, hay realidades “múltiples”, como también deben de ser, según dijeron las soluciones ante el “rechazo” de una Europa “hostil” a los refugiados. De ahí que la campaña, a través de la iniciativa ‘#yosoytierradeacogida’ pide a los gobiernos “un cambio de mentalidad, de acogida e integración”, con políticas concretas y más “implicación” para luchar contra las causas de los conflictos y los desastres.
La iniciativa contempla peticiones concretas que van más allá de la ayuda humanitaria de urgencia y pasan por la anulación del acuerdo entre la UE y Turquía, reforzar las operaciones de salvamento en el Mediterraneo, donde en 2015 murieron casi 4.000 personas y se ha convertido “en la ruta más mortífera” y utilizando las herramientas de reubicación y reasentamiento. A ello, dijo, habría que añadir una política de cooperación “inteligente”.
‘AUTORIDADES’
Para “contrarrestar” los discursos de los gobiernos que les consideran “daños colaterales”, ofrecieron el testimonio “como autoridades” de personas que conocen “de primera mano qué significa ser refugiados”, una situación que se vive desde “la globalidad y la diversidad”.
El encuentro contó con la presencia de Juan María (nombre ficticio por cuestiones de seguridad), que representó a los refugiados africanos, considerados “inexistentes” para el Gobierno español. Este profesor guineano lleva siete años a la espera de una respuesta a su petición de asilo, a pesar de que el régimen que dirige su país le considera “enemigo de la patria”, por lo que fue encarcelado y su familia sufrió amenazas.
Ana María y su hija Natalia (también identidades falsas), víctimas de la violencia de las maras en Centroamérica, pueden ser detenidas y deportadas de forma exprés en cualquier momento. Su petición de asilo está denegada. Llegaron a España como “migrantes” y tuvieron que “volver a nacer” para huir de las amenazas y persecuciones cuando la madre quiso dedicarse a la política. “Eran temas en los que yo no me debía meter, no era agradable”, destacó.
“Me tocó ganarme la vida como quienes vienen como migrantes irregulares. Busqué apoyo en Cáritas y encontré un trabajo como interna. No solicité asilo porque desconocía que existían esos medios”, narró Ana María, que vive con “impotencia” las puertas que las cierra España, un país “que dice que está a favor de la juventud y la mujer”.
Si el origen centroamericano no está muy reconocido para los solicitantes de asilo, tampoco lo tienen fácil personas como Mohannad Doughem, un joven sirio-palestino, que trata de expresarse en castellano a pesar de llevar seis meses en España. Era profesor de Ingeniería eléctrica la Universidad de Alepo y trabajaba para una compañía francesa, pero la guerra “cada día estaba peor”. Después de un difícil periplo con su familia, que quería reagruparse en Suecia, llegó a pie a Melilla hace un año, tras atravesar Argelia y Marruecos, pero la normativa internacional le obligó a tramitar la solicitud en España, donde aguarda con incertidumbre una resolución oficial.
El testimonio de Amina Al Zein, maestra siria refugiada en Líbano, se entrecortó con la emoción de recordar a los niños de la escuela infantil que regentaba en su casa siria víctimas de la guerra. Es originaria de la región de Homs, una de las zonas más afectadas al inicio de la guerra y ahora trata de dar oportunidades a los niños refugiados que se encuentran en Líbano, un destino al que huyó con el objetivo de que fuese “una visita”, no una solución definitiva.
“Con el paso de los meses vimos que no había solución mientras los niños estaban en las calles, mendigando”, explicó, por lo que decidió dar clases a los niños refugiados en ese país. “Reconstruir un país es algo material, pero reconstruir el futuro a través de los niños es mucho más complejo. Para que esos niños puedan volver a Siria, habrá que trabajar en la cultura y educarles”, recalcó, al tiempo en que insistió en que Líbano está soportando un gran flujo de refugiados y las ciudades están colapsadas: “Los niños se dedican a la venta ambulante para ayudar a sus padres a sobrevivir, pues escasea el trabajo, por eso salen del país para buscar un futuro en Europa”.

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