¿Rio seguro? Pregunten a los habitantes temerosos de la policía

Las autoridades de Rio de Janeiro prometieron seguridad total durante los Juegos Olímpicos, pero Mauricio Lima da Silva, un vendedor callejero de 19 años, no se siente para nada fuera de peligro.

Por un lado están los ocasionales y muy publicitados asaltos de extranjeros en Copacabana o Ipanema y otros lugares que atraen a las hordas olímpicas.

Pero a unos 15 kilómetros de allí, en las favelas del Complexo da Maré cercanas al aeropuerto internacional de Rio, Da Silva y decenas de miles más viven bajo el dominio de narcotraficantes, y las fuerzas de seguridad apenas aparecen.

Unos 85.000 policías y militares, el doble que en Londres-2012, han sido desplegados para los Juegos Olímpicos.

Pero patrullan áreas frecuentadas por turistas y atletas, mientras vastas zonas de Rio, a veces cercanas, son sacudidas de manera cotidiana por una violencia letal.

Da Silva, que llegó a Rio hace dos años en busca de un futuro mejor desde el empobrecido noreste de Brasil, dijo que las Olimpíadas no le interesan.

Tiene otras preocupaciones más acuciantes, como evitar ser víctima de una bala perdida o de enfrentamientos entre narcos o policías.

"Aquí sales de tu casa y no sabes si regresas", dijo. "Siempre tienes miedo. Es casi como una prisión".

El joven empuja un carro con refrescos a través de las inmensas y peligrosas favelas del Complexo da Maré.

Sigue una simple premisa. "Cuando viene la policía no salgo. No trabajo", dijo. "Cuando hay policía, hay riesgo de tiroteo".

El miércoles pasado, tres policías de élite de la Fuerza Nacional, llegados a Rio para reforzar la seguridad de los Juegos, entraron en una de las favelas de Maré sin querer. Fueron recibidos con disparos de armas automáticas, y uno de los agentes murió tras recibir un tiro en la cabeza.

El sábado, los vecinos parecían más enojados con la policía que comprensivos.

"La policía no tiene reglas. Vienen para agredirnos", dijo Jansen, de 56 años, el propietario de un pequeño café cercano al lugar donde tuvo lugar el tiroteo. "Nos miran a todos como sospechosos porque somos de una favela, pero como ven soy un hombre trabajador".

Los narcos, sin embargo, "tienen reglas", dijo Jansen, que no quiso dar su nombre completo.

"Hay que conocer a la gente correcta, respetarla, y entonces la vida en la favela no es un problema".

A pesar del reciente tiroteo de la policía y una redada al día siguiente por más fuerzas policiales, Maré parecía haber sido casi abandonada por las autoridades el sábado.

Una calle de acceso a la favela estaba sin vigilancia. En otro acceso había un vehículo policial en el cual tres oficiales parecían estar durmiendo una siesta.

En un tercero, una media docena de soldados con rifles se protegían del sol bajo un árbol, sin hacer intentos de vigilar los coches que pasaban, y menos aún aventurarse por las calles.

Recordando la ocupación de Maré por parte del ejército en 2014-2015, a la que siguió una retirada total, uno de los soldados lamentó: "Los bandidos regresan".

Las reglas de los narcotraficantes implican entre otras justicia sumaria e impunidad.

Pero muchas veces los habitantes de las favelas aseguran que son el mejor de los dos males.

En el vecino Complexo do Alemao hay comisarías de vecindad permanentes, las Unidades de Policía Pacificadoras (UPP), tras el intento de reconquistar el control del territorio a los narcos que comenzó en 2008.

Pero para gran parte de este enorme complejo de favelas el Estado parece territorio enemigo. Los únicos oficiales visibles en un agotado mercado llevaban armas automáticas y tenían el dedo en el gatillo, y luego se fueron en coche.

"No hay seguridad. Es todo una fachada", dijo en Alemao Marcos Enrique Nascimento, de 35 años.

"Lamentablemente, no existe la seguridad aquí. La policía es sacrificada para morir por nada, solo para dar una apariencia", dijo Nascimento, un chofer de mototaxi.

Nascimento dijo que las Olimpíadas parecían mucho más distantes que los pocos kilómetros que lo separan de los turistas y los atletas.

"Nadie viene aquí a preguntarnos si alguien de la favela quiere ver los Juegos. Tengo un hijo al cual le gusta ver fútbol, pero nunca tuvo la oportunidad de ir a un estado y ver equipos extranjeros", dijo.

"Las Olimpíadas son para los ricos".

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