EL TRÁFICO DE COCAÍNA DEFORESTA CENTROAMÉRICA

Los bosques tropicales centroamericanos están comenzando a desaparecer a un ritmo alarmante debido al tráfico de cocaína, lo que amenaza el sustento de los pueblos indígenas y pone en peligro algunos de los ecosistemas biológicamente más diversos.
Así lo asegura un estudio liderado por investigadores de la Universidad Estatal de Oregón (Estados Unidos) y publicado en la revista ‘Environmental Research Letters’, que señala que la ‘narco-deforestación’ está relacionada con la pérdida de bosques tropicales en Centroamérica.
El estudio indica que el problema no es el cultivo de la planta de coca, sino que los narcotraficantes compran enormes cantidades de tierra para lavar sus ganancias ilegales.
“A partir de principios de la década de 2000, el control de drogas en el Caribe y México llevó a los narcotraficantes a lugares más difíciles de patrullar, como las grandes áreas forestales de América Central. Una riada de dinero ilegal de la droga entró en estos lugares y estos narcotraficantes necesitaban una manera para gastarlo”, explica David Wrathall, geógrafo de la Universidad Estatal de Oregon y coautor del estudio.
Wrathall indica que “una de las mejores manera de lavar el dinero de las drogas ilegales es cercar enormes parcelas de bosque, cortar los árboles y construir un rancho de ganado, que es un importante motor no reconocido de la deforestación tropical en Centroamérica”.
A través de datos del programa Global Forest Change (Cambio Forestal Mundial), los investigadores identificaron la deforestación irregular o anormal de 2001 a 2014 que no se ajustaba a patrones espaciales o temporales previamente identificados.
Después, calcularon el grado en que el tráfico de narcóticos contribuye a la pérdida de bosques en América Central utilizando un conjunto de 15 indicadores con el fin de determinar la tasa, el momento y el alcance de la deforestación, y compararon los datos con los de la Oficina de la Política Nacional para el Control de Drogas de Estados Unidos, considerada la mejor fuente para calcular el flujo de cocaína a través del corredor centroamericano.
"Las comparaciones ayudaron a confirmar las relaciones entre la deforestación y las actividades como la ganadería, la tala ilegal y la especulación de tierras, que los traficantes usan para lavar las ganancias del tráfico de drogas en áreas forestales remotas de Centroamérica", reitera Wrathall.
ÁREAS PROTEGIDAS
Así, el estudio indica que el tráfico de cocaína puede representar hasta un 30% de la pérdida total de bosques en Honduras, Guatemala y Nicaragua durante la última década, y que entre un 30 y un 60% de la deforestación ocurrió en áreas protegidas, lo que amenaza los esfuerzos de conservación para mantener sumideros de carbono forestal, servicios ecológicos y medios de subsistencia para las poblaciones rurales e indígenas.
“El cambio más explosivo en el uso de la tierra ocurrió en áreas donde la propiedad de la tierra no está clara en zonas boscosas y remotas de Honduras, Guatemala y Nicaragua, donde la cuestión de quién posee la tierra es oscura. En Panamá, el sistema financiero está construido para lavar el dinero de la cocaína y no necesita talar árboles para construir ranchos para el lavado de dinero. En Honduras, la tierra es el banco", asegura Wrathall.
Además, los investigadores indican que la agricultura y la ganadería no son los únicos métodos de lavado de dinero que amenazan los bosques tropicales, puesto que la minería, las empresas turísticas y la agricultura industrial son otras formas en que se canaliza el dinero de la droga.
"Los indígenas que han vivido de manera sostenible en estos ambientes están siendo desplazados como administradores de la tierra. Éstas son áreas ecológicas muy importantes con una enorme biodiversidad que puede perderse", añade Wrathall.

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