"Amanecer en La Higuera", el relato del ocaso del Che y de una bella amistad

  • El ex agente de la CIA en Cuba y Vietnam Félix Rodríguez, cuya acción más destacada fue la captura de Ernesto Guevara en Bolivia, cuenta ahora las últimas horas del más famoso de los guerrilleros y su amistad posterior con "Benigno", lugarteniente del Che, en un fascinante libro del autor español Rafael Cerrato.

Juan Antonio Sanz

Madrid, 10 may.- El ex agente de la CIA en Cuba y Vietnam Félix Rodríguez, cuya acción más destacada fue la captura de Ernesto Guevara en Bolivia, cuenta ahora las últimas horas del más famoso de los guerrilleros y su amistad posterior con "Benigno", lugarteniente del Che, en un fascinante libro del autor español Rafael Cerrato.

"Amanecer en La Higuera" (Alexandria Library), del escritor cordobés, detalla los misterios de la derrota, captura y ejecución del Che Guevara en 1967, y desvela la muerte a manos del espionaje cubano de quienes tuvieron relación con esos hechos, todo ello en el marco de la amistad de dos antiguos enemigos a los que aproximó años después la común persecución castrista.

Félix Rodríguez Mendigutía, Dariel Alarcón alias "Benigno" y Rafael Cerrato están en Madrid para presentar "Amanecer en La Higuera", cuyo título alude a la aldea boliviana donde el 9 de octubre de 1967 pereció a balazos el Che.

Además de su intervención decisiva en el apresamiento del Che, Rodríguez fue quien recibió del entonces presidente boliviano, René Barrientos, la orden de matar al legendario guerrillero e ideólogo, llamado "Papá Cansado" por sus compañeros de armas en Bolivia, y quien la comunicó a los oficiales bolivianos que la ejecutaron.

"Estaba envejecido, sin botas y con harapos. Parecía destruido por completo. Ya sabía que Fidel lo había abandonado", refiere Rodríguez en una entrevista con Efe, junto a Cerrato.

Rodríguez, de 71 años, cuenta que la derrota del Che se debió en buena parte a la impericia estratégica del cubano-argentino, enredado en extender la revolución en el peor de los escenarios posibles.

La aventura boliviana del Che fue "el naufragio continuo", dice Cerrato, de un grupo de ilusos que se creyeron la idea de la revolución de Castro, cuando éste lo que quería era deshacerse de Guevara.

"El transmisor se lo dieron roto y no podía comunicarse con Cuba. Tenía que hacerlo con cartas enviadas a México, Montevideo y París, con escritura codificada, pero por correo regular. Un mensaje podía tardar varios meses en llegar a La Habana", asegura Rodríguez.

El responsable boliviano de la operación le permitió fotografiar los documentos y diarios que llevaba el Che y finalmente hablar con él cara a cara antes de la ejecución.

Fue entonces cuando le contó la historia de su nombramiento por Castro como presidente del Banco de la Nación cubana.

"Él estaba un día en una reunión multitudinaria con la cúpula castrista y en un determinado momento creyó entender que Fidel pedía un auténtico 'comunista'. El Che levantó la mano inmediatamente. En realidad, Castro reclamaba un 'economista'".

Aunque en esos momentos, Rodríguez creía que el Che se estaba burlando, años después "Benigno" le confirmó la anécdota que convirtió a Guevara en la principal autoridad económica de Cuba.

"Benigno", o Dariel Alarcón, era uno de los lugartenientes del Che en Bolivia y uno de los tres cubanos que pudieron escapar a la muerte o captura en 1967; después, acabaría convirtiéndose en un prófugo de la dictadura castrista en Francia.

"La primera vez que nos reunimos fue en París (en 1996), en el curso de un reportaje de la cadena de televisión hispana Telemundo. Nos convertimos en amigos íntimos", relata Rodríguez.

Fue entonces cuando Benigno le confesó que era uno de los "cazadores" enviados por el régimen cubano para matarle por lo ocurrido al Che.

Esa orden, a manos de otros espías, estuvo a punto de cumplirse en varias ocasiones, por ejemplo, en el Vietnam en guerra, en 1970, o en el secuestro en 1971 de un avión desviado a La Habana y que Rodríguez no tomó en el último momento.

No tuvieron esa racha otros personajes implicados en los sucesos de La Higuera, asesinados o muertos en extrañas circunstancias atribuidas a la "maldición del Che", pero que Rodríguez no duda en culpar a la larga mano de los servicios de inteligencia cubanos, de los que aún hoy día se guarda.

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