Ausencia de Fernández alimenta la carrera sucesoria dentro del kirchnerismo

  • Con la mandataria argentina, Cristina Fernández, apartada de la escena política, los distintos sectores del gobernante Frente para la Victoria (FpV) afianzan sus estrategias para ganar poder tras las elecciones legislativas del próximo domingo, con la mirada en las presidenciales de 2015.

Alida Juliani

Buenos Aires, 21 oct.- Con la mandataria argentina, Cristina Fernández, apartada de la escena política, los distintos sectores del gobernante Frente para la Victoria (FpV) afianzan sus estrategias para ganar poder tras las elecciones legislativas del próximo domingo, con la mirada en las presidenciales de 2015.

Fernández, intervenida hace 12 días de un hematoma craneal, permanece retirada de la primera línea política en plena campaña electoral, en la que cobra fuerza la figura del gobernador bonaerense, el oficialista Daniel Scioli, quien nunca ha ocultado sus aspiraciones a suceder a la mandataria en el Gobierno nacional.

Apoyado por otros miembros del equipo gubernamental como el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, los ministros de Planificación, Julio de Vido, y de Economía, Hernán Lorenzino, o el vicepresidente, Amado Boudou, Scioli representa el ala más moderada del kirchnerismo.

"Scioli está viviendo unos días de gloria al no estar la presidenta al comando de la nación, pero el problema es que tiene fecha de caducidad", dijo a Efe Jorge Arias, de la consultora Polilat.

Para Arias, "si el barco aparece sin conductor, él (Scioli) puede hacer valer su buena imagen pública y sus buenas relaciones con el resto del peronismo".

"Pero es una cuestión a corto plazo. Una vez regrese Cristina (Fernández) y desaparecido el proceso electoral, él dejará de ser importante para el Frente para la Victoria, y volverán a aparecer los problemas que lo persiguen desde hace algunos años en cuanto a la propia gestión del gobierno bonaerense", añadió.

Con Fernández fuera de juego, en los últimos días ha emergido con fuerza el nombre de Sergio Urribarri, gobernador de la provincia de Entre Ríos (noreste).

Urribarri llega avalado por Carlos Zannini, secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, y representante del kirchnerismo más radical, mano derecha de la presidenta en su convalecencia en detrimento de Boudou, a quien ha relegado la representación gubernamental en los actos oficiales.

De hecho, no fue el vicepresidente quien representó al país en la XXIII Cumbre Iberoamericana que se celebró el pasado fin de semana en Panamá, sino el titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, y el canciller Héctor Timerman.

La intención de Zannidi y del "cristinismo", abanderado por el viceministro de Economía, Alex Kicillof y del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, sería que Urribarri ocupara la Jefatura de Gabinete, desplazando a Abal Medina, para después convertirlo en el delfín presidencial.

El gobernador entrerriano contaría también con el apoyo de La Cámpora, la facción juvenil del FpV, liderada por Máximo Kirchner, hijo mayor de la jefa del Estado.

"Aparece esa figura (Urribarri) como mucho más potable que la de Scioli, porque están buscando de alguna manera asegurar la continuidad del proyecto kirchnerista en el gobierno", indicó Arias.

Sin embargo, "a dos años vista, y a pesar de que Argentina en ese sentido es muy voluble, no se puede asegurar que Urribarri pueda ser un capitán que lleve esta nave hacia algún triunfo en concreto".

De hecho, para el analista político "todo se reorganizará cuando regrese la presidenta, porque ella va a retomar el timón para llevar su nave hacia no se sabe cuál destino, pero posiblemente no sea el mismo que se están imaginando".

Si bien la enfermedad de Fernández ha supuesto "una recuperación de sus niveles de popularidad", el que cierre o no con honores su etapa en el gobierno dependerá, según Arias, "de su actitud" una vez se reintegre a las tareas al frente del Ejecutivo.

"La sociedad está esperando que sea un poco más abierta, que escuche un poco más la voz de las urnas y de la democracia. La presidenta se ha quedado muy encerrada en aquel 54 % del 2011 y todo parece indicar que ese porcentaje va a tener una abrupta caída el próximo domingo", apuntó.

Lo que está claro, concluyó Arias, es que "una vez descartada la reelección, a alguien van a tener que recurrir, aunque a dos años vista no se sabe".

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