Bélgica y Holanda dan paso a una nueva generación de monarcas europeos

  • Bélgica y Holanda renovaron este año sus coronas con la subida al trono de los reyes Felipe y Guillermo-Alejandro, primeros representantes de la nueva generación de monarcas que poco a poco está llamada a tomar las riendas en Europa.

Bruselas, 11 dic.- Bélgica y Holanda renovaron este año sus coronas con la subida al trono de los reyes Felipe y Guillermo-Alejandro, primeros representantes de la nueva generación de monarcas que poco a poco está llamada a tomar las riendas en Europa.

Los dos primeros reyes del continente nacidos en la década de los sesenta llegaron a la jefatura de Estado con apenas tres meses de diferencia y ambos lo hicieron de la mano de sus progenitores.

En un país donde la abdicación llegada una cierta edad es ya casi una regla, Beatriz de Holanda cedió el testigo a su primogénito el pasado 30 de abril, a los 75 años y tras 33 años de reinado.

"La responsabilidad sobre nuestro país debe recaer en las manos de nuevas generaciones", explicó Beatriz durante el anuncio de su decisión, que supuso la primera abdicación real del siglo XXI en Europa y que llegó en un momento de bonanza para la institución.

Guillermo-Alejandro, con 46 años, se convirtió en el rey más joven del continente y en el primer varón al frente de la casa de los Orange desde fines del siglo XIX.

Tras haber multiplicado su popularidad en los meses anteriores a la entronización, el nuevo rey ha entrado con buen pie en el cargo y ha sido recibido con los brazos abiertos por sus compatriotas, en buena parte gracias al cariño que éstos profesan a su esposa Máxima.

Espontánea, sencilla y cercana, la argentina Máxima se ha ganado el afecto de los holandeses, pero también ha tenido que alejar de su vida pública a su progenitor, Jorge Zorreguieta, que fue secretario de Estado del régimen de Jorge Rafael Videla.

Los primeros meses de la pareja en el trono, en todo caso, no han sido fáciles, principalmente por la muerte del hermano pequeño de Guillermo-Alejandro, Friso, quien falleció en agosto tras dieciocho meses en coma tras un aparatoso accidente de esquí en Austria que le causó daños cerebrales irreversibles.

Además, la crisis económica golpea a Holanda y ha obligado al Gobierno a importantes recortes y a declarar el fin del tradicional Estado del bienestar.

El anuncio oficial de gran parte de esas medidas le correspondió al propio Guillermo-Alejandro en su primer discurso de la Corona, en el que se incluyeron las directrices legislativas del Ejecutivo en la apertura del año parlamentario.

Las cosas tampoco han sido fáciles para Felipe de Bélgica, que subió al trono el pasado 21 de julio tras la abdicación por sorpresa de su padre por motivos de edad y de salud.

Alberto II, que mantuvo durante los últimos años un papel de especial relevancia en medio de las tensiones entre flamencos y valones, dejó en manos de su hijo un país fuertemente divido y una Casa Real con su reputación dañada por varios escándalos.

Hace apenas un año, el partido independentista Nueva Alianza Flamenca (N-VA) -la fuerza más votada del país- pedía reducir el papel del monarca en la vida política belga después de que el jefe de Estado aprovechase su discurso de Navidad para advertir contra ciertas tendencias políticas, que algunos vieron como una crítica a los secesionistas.

Poco después, la reina Fabiola -viuda del rey Balduino- se situó en el centro de la polémica al destaparse que había creado una fundación con la que podía evitar que sus herederos pagasen impuestos de sucesión y que levantó un importante debate en el país, que se saldó con una reducción de las dotaciones presupuestarias de la Casa Real.

Por último, la abdicación de Alberto II trajo consigo la salida a la luz de numerosos episodios de su vida privada, incluidos detalles de una relación extramatrimonial y una demanda por parte de su supuesta hija ilegítima para ser reconocida.

Así con todo, Felipe ha logrado capear el temporal y mantiene por ahora una buena imagen entre los belgas, especialmente entre los jóvenes, que valoran la imagen moderna que los nuevos monarcas están tratando de dar a la institución.

La gran popularidad de la reina Matilde, mayor que la de su esposo, así como su cercanía y su carisma, ayudan también al séptimo rey de los belgas y muestran a una pareja que trabaja en equipo.

Las tradicionalmente discretas monarquías belga y holandesa han copado así los titulares durante todo 2013, un año de profundos cambios que, además, avanzan el relevo generacional que se ha de producir en el corto plazo en buena parte de las monarquías reinantes.

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