Bolinaga, protagonista de una de las páginas más negras de la historia de ETA

  • Cuentan que el juez Baltasar Garzón ya había empezado a tirar la toalla aquella larga madrugada del 1 de julio de 1997. Que el empecinado silencio del detenido, sospechoso de ser el "carcelero" del funcionario de prisiones Jose Antonio Ortega Lara, había llevado al juez a la desesperanza.

Rafael Herrero

San Sebastián, 16 ene.- Cuentan que el juez Baltasar Garzón ya había empezado a tirar la toalla aquella larga madrugada del 1 de julio de 1997. Que el empecinado silencio del detenido, sospechoso de ser el "carcelero" del funcionario de prisiones Jose Antonio Ortega Lara, había llevado al juez a la desesperanza.

Aquel arrestado, el que hasta el último momento negó la presencia del funcionario secuestrado en aquella nave industrial de Arrasate, era Iosu Uribetxebarria Bolinaga, protagonista de una de las páginas más negras y crueles de la historia de ETA.

Uribetxebarria, que ha fallecido hoy a los 59 años a causa de un cáncer de riñón, era un veterano miembro de ETA condenado por varios crímenes, aunque su nombre se vinculará en la historia del terrorismo en Euskadi con el secuestro de Ortega Lara, una tortura de 532 días en un húmedo y claustrofóbico agujero de dos metros de ancho por tres de largo y una altura de 185 centímetros.

En aquel agujero permanecía Ortega Lara aquella madrugada del primero de julio de 1997, mientras que, unos metros más arriba, en la superficie del pabellón de la empresa "Jalgi C.B.", Uribetxebarria Bolinaga negaba una y otra vez conocer el paradero del secuestrado con la esperanza de que la Guardia Civil abandonase definitivamente su búsqueda.

Uribetxebarria solo se quebró ante la evidencia. Uno de los agentes, tras horas registrando la estancia, derribando tabiques y revisando hasta el último rincón, se dio cuenta de que había dos máquinas iguales, pero que su anclaje al suelo era diferente.

Ese anclaje, a través de un mecanismo hidráulico, levantaba un pieza circular de hormigón del suelo, de unos 50 centímetros de diámetro, para dar acceso al zulo en el que estaba Ortega Lara, el mismo en el que en 1993 permaneció también el industrial Julio Iglesias Zamora, otras de las víctimas de Uribetxebarria.

Sólo entonces, cuando la Guardia Civil había dado con la entrada al habitáculo, el etarra fallecido hoy admitió que allí se encontraba el funcionario de prisiones.

Aquel día, el entonces ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, aseguró que Uribetxebarria no colaboró en ningún momento en la búsqueda de Ortega Lara y que pretendía "dejarle morir de hambre en el habitáculo", un extremo que el propio etarra negó en el juicio que se celebró en la Audiencia Nacional.

Estos hechos costaron a Uribetxebarria y a sus tres compañeros de comando -Jose Luis Erostegi, Javier Ugarte Villar y José Miguel Gaztelu-, una condena de 32 años de cárcel por el delito de "secuestro terrorista con la agravante de ensañamiento y otro de asesinato alevoso en grado de conspiración, con la misma agravante".

No obstante, Ortega Lara no fue la única víctima de este etarra que llevaba ya más de quince años como militante activo de la organización terrorista.

De hecho, en marzo de 2000 la Audiencia Nacional le condenó a 33 años de prisión por el asesinato, cometido junto con sus compañeros del "comando Txantxangorri", José Miguel Gaztelu y José Luis Erostegi, del guardia civil Mario Leal Baquero, cometido en 1983.

También cumplía 145 años de prisión, la condena más alta de las que sumaba, por un atentado contra una patrulla de la Guardia Civil perpetrado en agosto de 1987 entre las localidades guipuzcoanas de Oñati y Legazpia, que acabó con la vida de dos agentes y causó heridas a otros doce.

Asimismo, la justicia le acusa de su participación en el asesinato de otro guardia civil, Antonio Ramos Ramírez, en 1986.

En la década de los 90 no se le atribuye ningún asesinato más, pero la dirección de ETA encargó a su comando que construyera un "zulo" en el que ocultar armas, que posteriormente "acondicionaron" para ser usado en algún secuestro.

El propio Uribetxebarria, con los mismos compañeros, fue el responsable del secuestro, en 1993, del industrial Julio Iglesias Zamora, una acción de ETA que activó la reacción ciudadana en contra el terrorismo, simbolizada en el lazo azul que exigía su liberación.

Por este secuestro, para el que utilizó el mismo zulo que tres años después sirvió para ocultar a Ortega Lara, el etarra fue condenado a otros 14 años y 8 meses de prisión.

Con este largo historial delictivo a sus espaldas, del que nunca dijo arrepentirse, su puesta en libertad condicional por el cáncer terminal que padecía, en agosto de 2012, levantó ampollas entre las víctimas y generó un amargo debate sobre su estado de salud.

Dos años y cuatro meses después, el cáncer de riñón que le sacó de la cárcel ha acabado con su vida en su domicilio de Arrasate.

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