El 26-J habrá cambios: los ciudadanos tienen ahora más información

  • El equilibrio de partidos no se va a mantener sino que va a experimentar cambios.         

    Esta vez los electores van a disponer de algo esencial que a veces ha sido insuficiente: información.

VOTACIONES
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Justino Sinova

Siempre que en el largo período postelectoral del 20-D se planteaba la posibilidad de repetir las elecciones, alguien argumentaba que sería un remedio inútil porque nada iría a cambiar. Incluso aún hoy muchos dudan de que el reparto de los votos de diciembre vaya a sufrir muchas variaciones. Yo era y sigo siendo de opinión distinta, y así lo he manifestado cuando he tenido ocasión, porque pienso que el equilibrio de partidos no se va a mantener sino que va a experimentar cambios, algunos sensibles, que al final van a propiciar la formación de un Gobierno. Bueno, esto de que de ahí va a salir un Gobierno es más un deseo que una convicción, pero ojalá acabe siendo un deseo cumplido por el acuerdo de los políticos porque, en caso contrario, el sistema puede entrar en seria crisis.

La razón del cambio no tiene que ver con la responsabilidad de los votantes, que bastante hacen con acudir a las urnas y manifestar su preferencia; no se les puede exigir más. Tampoco tiene relación con que los partidos vayan a cambiar de líderes, porque eso no va a ocurrir. El cambio es previsible porque esta vez los electores van a disponer de algo esencial que a veces ha sido insuficiente: información. El período de negociaciones y de negaciones, de idas y venidas, de acuerdos y desencuentros ha servido, sobre todo, para que haya quedado más al descubierto la personalidad de los principales líderes y la identidad de los partidos y sus propósitos, que en el caso de los nuevos contendientes eran muy desconocidos. Y en los dos meses que quedan hasta la nueva votación, los ciudadanos van a tener oportunidad de ampliar su conocimiento.

Podemos y Ciudadanos se beneficiaron de la carencia de información sobre su identidad. Pablo Iglesias tuvo éxito en su apropiación de la etiqueta de la socialdemocracia y en las tácticas de distracción sobre sus relaciones con el bolivarismo venezolano. Recibió incluso votos de electores conservadores y socialistas moderados interesados en castigar a su partido, lo que nunca habrían hecho si hubieran sabido que Podemos es un partido de doctrina comunista y propuestas antisistema. Albert Rivera también logró que se admitiera a su partido como una versión mejorada, limpia y moderna del Partido Popular, sin que se advirtiera el diletantismo de muchos de sus cuadros dirigentes, incluido el propio Rivera, que se ha batido valientemente contra el independentismo intolerante de Cataluña pero que está ayuno de experiencia de gestión. Una parte de sus votantes que procedían del electorado del PP se vieron sorprendidos por el acercamiento de C’s al PSOE y su contumaz rechazo a Mariano Rajoy. En cuanto a los dos grandes, han tenido la oportunidad de analizar la renuncia de Rajoy a intentar formar Gobierno tras el veto de Pedro Sánchez y la actitud de éste tanteando fórmulas de investidura para la que no disponía de suficientes votos.

Ahora, la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas viene a confirmar la posibilidad de significativos cambios. Nada menos que un 19,9 % de los entrevistados confiesa que el 20-D dudó entre votar a un partido u otro, y el titubeo de una mayoría de ellos estuvo entre el PP-C’s y PSOE-Podemos. Es relevante también que el 5,3 % de los que votaron confiesen ahora que habría votado a un partido distinto si hubiera sabido de los resultados que se produjeron. Y tampoco hay que desestimar el dato de que el 36 % de los electores decidieron su voto durante la campaña electoral. Esto significa que la información adquirida durante los últimos meses más el resultado de la falta de acuerdo entre los partidos está haciendo recapacitar a votantes, muchos de los cuales ya vacilaron a la hora de elegir su papeleta de voto. Y demuestra que la campaña electoral fue elocuente.

Debemos prepararnos, pues, para asistir a una campaña electoral intensa. Los partidos no van a reducir su esfuerzo sino a incrementarlo. Y los ciudadanos, con más información y mejor conocimiento de los protagonistas, van a afinar su voto. El resultado no será similar. Habrá cambios en el equilibrio de partidos y ojalá sirvan para que al fin surja un Gobierno estable que responda a lo que realmente quieren los votantes.

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