Cataluña. El govern critica que exteriores hable de obsesión por 1714 cuando se ofusca por el tratado de utrecht de 1713


El Gobierno de la Generalitat de Catalunya no ve serio que el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación le acuse de "ofuscarse por hechos que sucedieron en 1714" cuando a la vez se ofusca por Gibraltar, que "pertenece legalmente al Reino Unido desde 1713".
Éste es uno de los argumentos que incluye el documento 'Estrechar lazos en libertad', al que tuvo acceso Servimedia y con el que el Departamento de Presidencia del Gobierno catalán ha respondido al titulado 'Por la convivencia democrática' elaborado por Exteriores para que los embajadores españoles expliquen en los países en los que están destinados la visión del Gobierno central sobre el proceso soberanista de Cataluña.
El documento del Govern parte de que dicho proceso no parte de la animosidad y la ruptura con España sino del deseo de dar a Cataluña "voz y personalidad propia en la escena internacional".
El texto critica que el de Exteriores emplee un "lenguaje dramático e impostado", con "apelaciones a la emotividad, en general en clave victimista" y expresiones como "fractura social", "comunidades de afectos" y "España amputada" para dirimir lo que a su juicio es una cuestión política.
Para el Govern, la cuestión es si "el pueblo de Cataluña es un sujeto político legitimado para tomar una decisión colectiva", y rechaza que renunciar a hacerlo sea una muestra de "altura moral" como la que se arroga Exteriores.
POLÍTICA Y LEGALIDAD
El documento 'Estrechar lazos en libertad' critica también que Exteriores se ampare en la Constitución, y atribuye el reconocimiento de la Generalitat en 1977, un año antes, no a un "acto de generosidad, sino de pura debilidad política", porque "la Transición española resulta impensable sin el apoyo del catalanismo".
En opinión del Gobierno catalán, este reconocimiento no fue "ningún tránsito 'de la ley a la ley', sino la homologación de "una institución fuera de la ley" procedente de la legalidad republicana y "un valiente empuje colectivo de carácter estrictamente político" para dejar atrás la franquista.
En este sentido, cree que el espíritu de la Transición fue "un consenso tan profundo y tan generoso que antepuso los ideales democráticos a la literalidad de la ley".
Por dos veces, el documento del Govern expresa su respeto y lealtad por la legalidad constitucional, pero estima que el Estado no puede ampararse eternamente en ella contra la voluntad democrática del pueblo catalán, pues la comunidad internacional llegará a verla como "una mera excusa legalista".
El texto recurre a la Historia para certificar que pueden surgir nuevos países que, según la lógica de Exteriores, habrían faltado a la "altura moral" que exige permanecer juntos, y pregunta dónde estaba el afán por la integridad nacional española cuando se entregó a Marruecos el Sahara Occidental.
Finalmente, apunta que, si todos los españoles tuvieran que pronunciarse sobre el futuro de Cataluña porque afecta a todos ellos, también tendrían que hacerlo en referéndum con cada Estatuto de Autonomía o cada construcción de una infraestructura en comunidades que no son contribuyentes netos al erario.

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