El tribunal especial de Bombay condenó además a otras siete personas a cadena perpetua por haber participado en estos atentados.
Los doce han sido declarados culpables de asesinato, complot y acto de guerra por estas explosiones, que también ocasionaron 800 heridos.
La investigación policial desembocó en la acusación de 30 personas, entre ellas 13 paquistaníes que están prófugos, al igual que cuatro sospechosos indios.
Las bombas fueron colocadas en bolsas ocultas debajo de periódicos y de paraguas en los trenes.
Según la acusación, las bombas se fabricaron en Bombay y se colocaron deliberadamente en los vagones de primera clase para alcanzar sobre todo a los estratos sociales acomodados originarios del estado de Gujarat.
Las explosiones eran en represalia por los disturbios sangrientos de 2002 en Gujarat que causaron más de 1.000 muertos, sobre todo musulmanes, según la acusación.
La policía acusó al movimiento islamista Lashkar-e-Taiba, con sede en Pakistán, de haber cometido estos ataques, pese a haber sido reivindicados por un pequeño grupo bautizado Lashkar-e-Qahhar. Los atentados provocaron la congelación de las negociaciones de paz entre India y Pakistán.
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