Concejal judío en Jerusalén: "Hay que devolver lo que hemos robado sin ninguna condición previa"

  • Meir Margalit se trasladó a Jerusalén como sionista de derechas convencido en 1972. Pero tras vivir en asentamientos judíos y participar en la Guerra del Yom Kipur decidió que ese no era el camino. Ahora cree que Israel debe devolver "sin condiciones" a los palestinos los territorios que les quitaron en la Guerra de los Seis Días en 1967.

Meir Margalit, concejal judío y pro palestino en Jerusalén
Meir Margalit, concejal judío y pro palestino en Jerusalén
lainformacion.com

Es judío. Es israelí. Es político. Y activista pro palestino. Meir Margalit tiene un escaño como concejal de Jerusalén desde la oposición en el partido centrista Meretz. Desde su posición lucha por los Derechos Humanos, arrepentido del "sionismo puro" que en el año 1972 le llevó de su Argentina natal a la patria hebrea.

Cuenta que después de vivir en colonias judías y participar en la Guerra del Yom Kipur contra Egipto y Siria poco después de llegar, se dio cuenta de que su enfoque era un error y fundó junto a otras personas el Comité Israelí contra la Demolición de Viviendas (palestinas).

"Considero que lo que hemos robado hay que devolverlo inmediatamente y sin ninguna condición previa. Y después negociaremos la paz. No tiene lógica ponerle condiciones al pueblo al cual le hemos robado su tierra", asegura convencido durante una visita a Madrid para participar en un coloquio en la Casa Árabe.

¿Qué opina sobre la nueva ley aprobada por la Knesset [el Parlamento israelí] que exige un referéndum antes de decidir nada sobre los territorios de Jerusalén o los Altos del Golán? "Es otro eslabón más en la cadena de obstáculos que Israel está poniendo para sabotear toda posibilidad de llegar a un acuerdo de paz. Yo no confío en los Gobiernos de Israel, pero tampoco confío en el pueblo de Israel. Israel está pasando un proceso de extremización derechista, muy atrapado en mitologías de corte religioso que ven esos territorios como la cuna del pueblo hebreo".

Margalit cree que esta ley básicamente asegura un no a todo referéndum sobre la devolución de los territorios ocupados y subraya que lo que hace falta es presión internacional "de lo más dura posible". Opina que el Gobierno de EEUU no tiene más remedio que hacer un buen papel como mediador en el conflicto con los palestinos "para mejorar su imagen" tras la pérdida de la mayoría en el Congreso. Y opina que lo tiene más fácil que en el caso de Irak o Afganistán, "porque aquí todas las cosas ya han sido negociadas y simplemente hay que tomar la decisión en los próximos meses".

Sin embargo, Benjamin Netanyahu se reafirmó tras su reciente encuentro con Hillary Clinton en su intención de no ceder una nueva moratoria sobre las construcciones en Jerusalén Este. Aún así, Margalit opina que no hay que desdeñar "el hecho de que el Gobierno más derechista de Israel sí haya firmado un acuerdo" y añade que en Jerusalén existe una moratoria "de facto". Según este concejal de Jerusalén, el alcalde de la ciudad –independiente, derechista- ha quitado de la agenda de planificación urbana proyectos de construcción de 300 casas. "Y lo hizo por haber recibido un llamado urgente de la oficina del primer ministro que le dijo que 'no, no se aprueba nada judío al otro lado de la Línea Verde'".

Otro signo esperanzador: según los datos del Comité Israelí contra la Demolición de Viviendas, en lo que va de año los israelíes han derruido 20 casas palestinas, mientras que el año pasado a estas alturas había derrumbado unas 80. "Ha habido una disminución muy sustancial en el número de casas demolidas, pero no ha habido un congelamiento completo de la destrucción", apostilla Margalit.

Pero el concejal del partido Meretz dice que no hay nada que agradecer a Netanyahu. "No lo hace por transformación interna. No se transformó ni en humanista ni en un gran liberal, lo hace por presión externa".

Hablando de presión externa, ¿qué opina su partido sobre el comité de investigación israelí sobre el asalto a la Flotilla de la Libertad? "La investigación quedará en la nada. Esto no es un comité que tiene la intención de llegar a la verdad, sino de legitimizar a la acción israelí." Titubea un momento, mientras reconoce que le cuesta decir lo siguiente: "Parte de nuestra gente en algún momento apoyó la acción, yo pertenezco al ala de Meretz que era crítico desde un primer momento". ¿Y ahora qué opina el otro ala? "Ahora somos todos inteligentes. Después de haber metido la pata, todos sabemos lo que habría que haber hecho".

Uno de los puntos más conflictivos en las negociaciones israelo-palestinas es la capitalidad de Jerusalén dentro de la división en dos Estados. La solución que ofrece el partido Meretz busca el término medio aunque tampoco es fácil: no echar a nadie y compartir la ciudad entera.

"El programa de Meretz está basado sobre todo en volver a las fronteras del 67, tanto en Jerusalén como en el resto del territorio oriental. Pero la ciudad de Jerusalén es prácticamente indivisible. El tejido está tan entrelazado que se hace imposible marcar una frontera clara. Dada esta situación tan compleja, nuestra propuesta habla de una división funcional y no territorial de la ciudad. Seguirá siendo una ciudad unificada y abierta y será paralelamente una capital de dos naciones".

Asegura que hay gente suficiente interesada en esta opción, incluidos –sobre todo- los de extrema derecha. "Todas las estadísticas demuestran que dentro de poco años los palestinos serán mayoría en Israel, en 2015 ó 2020. El día que esto suceda, existe el peligro concreto para esta gente de derechas de que en las elecciones municipales pueda ganar un alcalde palestino". Los palestinos en Jerusalén no pueden votar en las elecciones generales por no tener la ciudadanía, pero como residentes sí pueden elegir en las municipales. Y según Margalit, los israelíes más conservadores harán "todo lo posible para evitar que en el futuro haya un alcalde palestino".

Este judío que pasó de ser un sionista radical convencido a defensor de los derechos del pueblo palestino se muestra confiado en una pronta solución del conflicto, pero reconoce que su convencimiento surge "más de las tripas que de la cabeza, porque yo tengo la necesidad de creer que sí habrá una solución y que será cercana". Opina que se dan las condiciones necesarias, aunque indica que "también es cierto que como el Medio Oriente está lleno de pirómanos, es muy fácil tirar todo esto por la borda de un día a otro. Basta con un par de personas que pongan una bomba y el otro responda".

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