Duelo entre laboristas y conservadores para acceder al poder en Australia

  • Sídney (Australia).- La primera ministra de Australia, Julia Gillard, y el líder de la oposición, Tony Abbott, arañaron hoy los votos que precisarán sus respectivos partidos para romper el empate técnico y ganar las elecciones de mañana.

Duelo entre laboristas y conservadores para acceder al poder en Australia
Duelo entre laboristas y conservadores para acceder al poder en Australia

Sídney (Australia).- La primera ministra de Australia, Julia Gillard, y el líder de la oposición, Tony Abbott, arañaron hoy los votos que precisarán sus respectivos partidos para romper el empate técnico y ganar las elecciones de mañana.

El Partido Laborista, encabezado por la primera mujer que es jefa de un Gobierno australiano, se enfrenta en unas reñidas elecciones, a una oposición conservadora que en el tramo final de la campaña ha conseguido colocarse a la par en intención de voto.

Con Gillard y Abbott haciendo campaña "a contrarreloj", un sondeo sobre la tendencia del voto realizado por la firma Newspoll reveló que el partido gobernante había perdido la ventaja que llevaba a la alianza conservadora formada por los partidos Nacional y Liberal.

Hasta ese momento, las encuestas daban a los laboristas el 53 por ciento, y a los conservadores un 47 por ciento.

La remontada de la coalición capitaneada por Abbott, un político que por su discreta trayectoria generó escepticismo cuando hace menos de un año fue elegido líder del Partido Liberal, fue acogida con preocupación por la primera ministra.

"Será devastador si me levanto el domingo y el señor Abbott es primer ministro", dijo Gillard a los periodistas.

Gillard, quien a medida que transcurría la campaña fue aumentando las críticas contra Abbott, admitió que existía el riesgo de que su partido no consiga renovar el mandato para los próximos tres años.

Por eso y para atraer el voto de parte de una juventud sin apego por la monarquía, la primera ministra desenterró esta semana la opción de que Australia sea una república cuando concluya el reinado de Isabel II, la actual jefa de Estado.

A pesar de que Australia ha sido uno de los contados países industrializados que han sorteado la crisis financiera global, en un un sector de la población hay un profundo descontento a raíz de los reveses cosechados por algunas políticas del Partido Laborista.

Ese descontento fue el que echó por el suelo la popularidad del carismático Kevin Rudd, a quien el pasado junio Gillard arrebató la jefatura del Ejecutivo y del partido de centroizquierda por medio de una revuelta interna.

Rudd comenzó a decepcionar a votantes que tradicionalmente han apoyado a los laboristas, a raíz de que retirase, sobre la base de que las condiciones económicas eran inadecuadas, una propuesta de ley sobre comercio de gases contaminantes que había presentado como la espina dorsal de su política medioambiental.

Su imagen y la del partido también deterioraron con la campaña publicitaria de la poderosa industria minera, contraria a que el Gobierno aumentara en un 40 por ciento el impuesto sobre la actividad del sector, clave para la economía australiana.

De estos reveses han sacado provecho el Partido de los Verdes, la tercera política del país, y la coalición conservadora que califica al gobierno laborista de "incompetente" y "derrochador" por aprobar una batería de medidas destinadas a estimular la economía a la que destinó unos 13.464 millones de dólares estadounidenses (10.594 millones de euros).

Aunque los laboristas se han esforzado por centrar la atención del electorado en la solidez de la economía, cuyo Producto Interior Bruto (PIB) crece un 2,7 por ciento según datos del Banco de Australia, en la campaña electoral se han colado asuntos como la inmigración o el aumento de la población, estimada en 22 millones de personas.

La población australiana creció un 2 por ciento el año pasado, y tanto los laboristas como conservadores se han comprometido a adoptar medidas para recortar la cifra de inmigrantes acogidos y a reforzar las fronteras marítimas con el fin de impedir la llegada a aguas de Australia de embarcaciones con personas que buscan asilo.

Mostrar comentarios