Eduardo Paes, el alcalde olímpico

  • El alcalde de Río de Janeiro, el centrista Eduardo Paes, nieto de española, aspira a la reelección en plena ejecución de las obras de los Juegos Olímpicos de 2016, cuyos preparativos impregnaron toda su gestión y ahora centran su programa electoral.

Manuel Pérez Bella

Río de Janeiro, 5 oct.- El alcalde de Río de Janeiro, el centrista Eduardo Paes, nieto de española, aspira a la reelección en plena ejecución de las obras de los Juegos Olímpicos de 2016, cuyos preparativos impregnaron toda su gestión y ahora centran su programa electoral.

La designación de Río como sede olímpica, en octubre de 2009, supuso un antes y un después en el mandato de Paes, que llega a los comicios de este domingo a los 42 años de edad y como favorito absoluto en todas las encuestas.

El proyecto olímpico fue elaborado antes de que fuera alcalde, pero lo abrazó de buen grado y lo convirtió en el eje de su plan de mejoría de la red de transportes y en un importantísimo catalizador de inversiones y de apoyo político, lo que le ha granjeado el apoyo de 20 partidos en esta campaña.

No en vano, el plan urbanístico y deportivo de Río 2016 se basa en el de los Juegos Panamericanos de 2007, a cuya organización él contribuyó como secretario regional de Deportes y Turismo.

Paes tiene también nacionalidad española ya que es nieto de una barcelonesa que, al emigrar rumbo a Argentina, hizo escala en Río y se enamoró de un médico carioca con el que se casó, según contó él mismo hace unos meses al ser investido como cofrade de honor por la Cofradía del Cava Sant Sadurní.

El alcalde ha aprovechado el paraguas olímpico para amparar una ambiciosa reforma de la degradada zona portuaria de Río, que quiere convertir en una vibrante área de ocio que siga el ejemplo de Barcelona 1992.

Su propaganda electoral se centra en recopilar las obras olímpicas que han sido realizadas y en prometer la ejecución de todas las que quedan pendientes.

El alcalde también se apropia en sus anuncios de los avances en la seguridad que han ocurrido fruto de una nueva política del gobierno regional en las favelas más peligrosas de la ciudad.

En estos cuatro años, Paes también fue responsable de una campaña llamada "choque de orden", que ha buscado mejorar el tráfico automotor, restringido los vendedores ambulantes y reforzado la vigilancia en las zonas turísticas para cohibir pequeños delitos.

Una de sus políticas más populares ha sido la introducción de un "billete único" que permite tomar dos autobuses seguidos por el precio de un viaje.

Por todas estas medidas no debería de tener problemas en acaparar más de la mitad de los votos este domingo, según todos los sondeos, lo que le otorgaría un segundo mandato que finalizaría en diciembre de 2016, después de los Juegos.

Para evitarlo, la oposición trata de arañar su imagen de buen gestor achacándole connivencia con las "milicias", los grupos de policías corruptos que imponen su ley en las favelas de Barra de Tijuca y Jacarepaguá, un distrito donde fue subalcalde en los años 90 y que es uno de sus mayores graneros de votos.

Licenciado en derecho, Paes nunca ejerció la abogacía, se dedicó desde joven a la política y ha transitado por varias fuerzas de derechas hasta encontrar acomodo en el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), formación centrista y con un gran peso en la coalición de Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff.

En sus dos décadas de carrera política, fue subalcalde, concejal, secretario municipal de Medio Ambiente, secretario regional y también diputado.

En el Congreso fue un fiero opositor al entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva, pero luego como alcalde se convirtió en un firme aliado.

Elegante y simpático, Paes siempre luce una sonrisa y trata de ser caluroso y bromista en la recepción de todas las autoridades y personalidades que pasan por Río de Janeiro.

El alcalde es también un apasionado del carnaval y un fiel seguidor de la escuela de samba de Portela, una de las más tradicionales de la ciudad, afincada en el barrio de Madureira, uno de los más populares y populosos de la ciudad.

Como alcalde no se ha perdido ni un solo desfile de carnaval y cada año ha bailado en el sambódromo con su escuela y con alguna otra que le ha invitado.

Está casado desde hace doce años con Cristine Paes, con la que tiene dos hijos, y como buen brasileño, le gusta el fútbol y se declara aficionado del Vasco da Gama, pero no se suele dejar ver por los estadios.

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