El alistamiento de ortodoxos, un fuerte dolor de cabeza para el Ejército

  • Obligado por decisiones políticas, el Ejército israelí se prepara para reclutar a miles de ultraortodoxos, pese a que altos mandos reconocen que el coste económico y las exigencias religiosas de la medida quizás no merezcan su contribución militar.

Elías L. Benarroch

Jerusalén, 3 jun.- Obligado por decisiones políticas, el Ejército israelí se prepara para reclutar a miles de ultraortodoxos, pese a que altos mandos reconocen que el coste económico y las exigencias religiosas de la medida quizás no merezcan su contribución militar.

"Desde el punto de vista social y democrático puede ser correcto, pero para el Ejército no deja de suponer un fuerte dolor de cabeza", declara a Efe un alto oficial, en la más estricta confidencialidad, sobre las recientes recomendaciones de una comisión política para enrolar a miles de jóvenes ultraortodoxos a partir de 2017.

Pendiente de su aprobación por el Gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, y del Parlamento israelí, el proyecto de ley pondrá fin a la exención automática de la que disfrutaban los miembros de esta comunidad desde la creación del Estado en 1948.

La comisión prevé el reclutamiento obligatorio a filas o la prestación de un servicio social de 5.200 de ellos en un proceso gradual que obligará a las Fuerzas Armadas a adaptarse a unas formas y estilo de vida hasta ahora impensables.

"Hay que adaptar cocinas (a rígidas leyes de alimentación), abrir unidades en las que no haya mujeres, tener en cuenta el 'shabat' y reservarles horas para rezos y lecciones de Torá", explicó el oficial, comandante de una unidad de infantería.

Desde que hace varios años se desató en Israel una ola de demandas sociales para un reparto más equitativo de las obligaciones en materia de defensa -lema que arrasó en la última campaña electoral-, el Ejército se mantenía al margen del debate consciente de su obligación de cumplir con cualquier decisión del Ejecutivo.

Pero el informe de la denominada Comisión Perry presentado el miércoles fue la gota que colmó el vaso, dejando entre los altos mandos una sensación agridulce porque desoía todas sus sugerencias.

Se oponen principalmente a la decisión de que los ultraortodoxos sólo estén obligados a acudir a filas a los 21 años (en lugar de los 18 habituales), edad en que la mayoría están casados e incluso tienen hijos, cumpliendo con las normas sociales de la comunidad.

Para tales casos, el sueldo y ayudas que recibe el recluta se dispara de un promedio de entre 350-800 shékels (95-217 dólares) hasta unos 5.000 (1.356 dólares), lo que supondrá una carga extra para un Ejército al que el Gobierno le exige recortes.

En el presupuesto del Ejército israelí -más de 50.000 millones de shékels en 2013, unos 13.500 millones de dólares- no son sumas alarmantes, pero la sensación entre los responsables militares es la de que "se ha perdido la batalla" en la comisión.

Otros mandos lamentan que tampoco se ha tenido en cuenta que "no se puede constituir un batallón con padres de familia" y esperar que en una guerra "asalten una posición enemiga" como jóvenes solteros.

Por la observancia de una estricta modestia, el Ejército deberá concentrar a los ultraortodoxos, también conocidos como "haredim", en unidades especiales, en lugar de repartirlos por otras ya existentes y equilibrar la composición socio-demográfica.

El "Batallón Netzaj Yehuda" es un proyecto piloto con voluntarios que funciona desde 1999 y cuyos reclutas, tras dos años de servicio (en lugar de tres), optan a otro de estudios académicos a cuenta del Ejército.

Otro proyecto de voluntariado es "Shajar" (acrónimo hebreo de "integración de ultraotodoxos"), lanzado en 2007 para incorporarlos en funciones técnicas y dotarlos de una profesión para la vida civil, lo que ahora no obtienen de sus estudios escolares.

Los alrededor de 1.700 que se han acogido al segundo prestan servicio en un entorno especial: bases con rabino permanente, sinagoga, tiempo para rezar y estudiar la Torá, cocina "Glatt Kosher" (más estricta de lo normal), salida a casa para dormir y oficinas sin mujeres.

"Hay interacción (con ellas) pero no están a nuestro lado", explicó a Efe Yaacov Libman, productor multimedia de 30 años y voluntario del programa.

En el ámbito militar también preocupa el impacto que pueda tener la llegada de miles de "haredim" en los grandes esfuerzos realizados para equiparar el estatus de la mujer al del hombre.

"No quisiéramos ver un retroceso y que las puertas que tanto nos ha costado abrir para ellas vuelvan a cerrarse", advirtió un alto mando en entrevista con Efe.

Y al recelo entre los mandos del Ejército hay que sumar el propio rechazo generalizado entre la comunidad ultraortodoxa a cambiar su ancestral estilo de vida para enrolarse.

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