El gobierno conservador de Portugal, con los días contados

  • El nuevo gobierno conservador de Pedro Passos Coelho presenta este lunes su programa ante el Parlamento, donde la izquierda tiene mayoría y está decidida a provocar su caída para negociar con Bruselas una flexibilización de las políticas de austeridad.

La coalición de derecha del primer ministro Passos Coelho pende de un hilo, tras perder la mayoría absoluta en las legislativas del 4 de octubre. Tras los contactos del fin de semana, el Partido Socialista cuenta con el apoyo del Bloque de Izquierda y del Partido Comunista para hacer caer al ejecutivo y relevarlo al frente del país con una coalición de izquierdas inédita en 40 años de democracia.

Costa, exalcalde de Lisboa, tiene la intención de presentar una moción de censura contra el gobierno el mismo martes, cuando concluya el debate sobre el programa.

En caso de prosperar dicha moción, el ejecutivo, promotor de una política de rigor fiscal muy impopular en la pasada legislatura, deberá dimitir apenas once días después de su formación, con lo que será el más efímero en la historia de Portugal.

Ante esa perspectiva, Passos Coelho declaró que la política "irrealista" de un posible gobierno socialista podría causar "la ruina de Portugal" y "amenazar la recuperación de las finanzas públicas", durante un debate parlamentario marcado por duros intercambios verbales entre la derecha y la izquierda.

El secretario general del Partido Comunista, Jeronimo de Sousa, le contestó que la política de austeridad llevada a cabo por la derecha desde 2011 "destruyó la vida de millones de portugueses".

Costa no ha dejado de repetir que un futuro gobierno dominado por los socialistas respetará las normas europeas, en un país que salió en mayo de 2014 de un plan de rescate financiero de tres años, aparejado a un amplio paquete de recortes.

Sin embargo, el Bloque de Izquierda, que pide renegociar la deuda, y el Partido Comunista, partidario de salir del euro, no disimulan sus divergencias con los socialistas, más cuidadosos de no chocar a Bruselas.

La vida de un gobierno de izquierda en Portugal "no será fácil", reconoció el domingo Catarina Martins, portavoz del Bloque de Izquierda, afín a la coalición Syriza, en el poder en Grecia.

"Estaremos expuestos a una presión enorme de parte de una Europa adicta a la causa de la austeridad y de los grandes grupos financieros internacionales", advirtió.

La izquierda lusa quiere relanzar la economía aumentando los ingresos de los portugueses, poniendo fin a los recortes en los salarios de los funcionarios en 2016, descongelando las pensiones o aumentando el sueldo mínimo de 505 a 530 euros mensuales.

Con esto confía en mejorar la actividad y en consecuencia las finanzas públicas, un ámbito en el que el PS espera rebajar el déficit público a 2,8% del PIB en 2016. Al mismo tiempo, los socialistas abogan por una lectura "más inteligente y flexible" de las normas fiscales europeas, que propugnan un déficit inferior al 3% y una deuda pública limitada al 60% del PIB.

El programa de la izquierda suscita preocupación en el mundo de las finanzas. "Portugal no debe dar marcha atrás y convertirse en la Cuba de Europa", advierte Fernando Faria de Oliveira, presidente de la Asociación Portuguesa de Bancos.

"Unida en su oposición al gobierno actual, la alianza de la izquierda no parece duradera" a causa de las divergencias entre sus componentes, opinan los analistas del banco alemán Commerzbank.

Ese temor de los mercados se tradujo en una caída de la bolsa de Lisboa, que cerró este lunes con pérdidas del 4,05%, y en un aumento del tipo de interés de los bonos portugueses a 10 años que ascendió al 2,83%, frente al 2,68% de la víspera.

El presidente conservador, Aníbal Cavaco Silva, se mostró en un principio muy crítico contra la unión de una izquierda "incoherente", que podría con sus políticas provocar "consecuencias financieras, económicas y sociales graves". Sin embargo moderó su discurso en los últimos días.

Incluso el eurodiputado socialista Francisco Assis, radicalmente opuesto a una alianza "contra natura" con la extrema izquierda, considera que el presidente no tiene más opción que confiarle ahora a ésta la dirección del país.

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