El nuevo líder del socialismo portugués: ambicioso, mediático y experimentado

  • António Costa es el nuevo "hombre fuerte" del Partido Socialista (PS) portugués, un hito conseguido después de una larga carrera en política basada en su carisma y popularidad, pero también en su ambición por alcanzar cotas más altas de poder.

Lisboa, 29 sep.- António Costa es el nuevo "hombre fuerte" del Partido Socialista (PS) portugués, un hito conseguido después de una larga carrera en política basada en su carisma y popularidad, pero también en su ambición por alcanzar cotas más altas de poder.

De rostro amable y estilo informal, el todavía alcalde de Lisboa -se especula con la posibilidad de que deje el cargo en breve- afronta a sus 53 años el mayor reto de su carrera: liderar la formación política a la que pertenece desde que era un adolescente, en su camino hacia la retoma del Gobierno.

Durante la última década fue un fijo en todas las quinielas sobre aspirantes a encabezar el PS, aunque no se decidió a dar el paso definitivo hasta el pasado mayo. No lo dio en falso, ya que en las primarias celebradas este domingo consiguió una aplastante victoria, con el 68 % de los votos.

Aunque nacido en Lisboa, las raíces del candidato del principal grupo de la oposición en Portugal a las próximas elecciones generales, en 2015, se encuentran en la antigua colonia lusa de Goa (la India) debido a su progenitor, el escritor Orlando de Costa.

Su padre, militante comunista, volvió a casarse en segundas nupcias y de esa nueva relación surgió un hermano, Ricardo Costa, uno de los periodistas más conocidos en Portugal y actualmente director del semanario "Expresso".

El vencedor de las primarias del PS luso se inscribió en las juventudes del partido con apenas 14 años y ya nunca más dejó la política.

Estudió Derecho y se hizo dirigente de una asociación estudiantil en la década de 1980. Por entonces ya entró en contacto con António Guterres, que fue primer ministro entre 1995 y 2002 y es considerado uno de sus "padrinos".

Después de licenciarse, compaginó política y abogacía durante varios años, en los que trabajó en un despacho bajo la tutela de otro "barón" del partido, Jorge Sampaio, que ocupó la Jefatura del Estado entre 1996 y 2006.

Diputado en el Parlamento desde 1991, dos años más tarde António Costa empezó a mostrar su madera de líder al presentarse como candidato a la Alcaldía de Loures, municipio situado a unos 15 kilómetros de Lisboa y feudo histórico de los comunistas.

No ganó, pero se quedó cerca y privó de una mayoría absoluta a sus rivales, lo que le valió ser considerado un joven valor dentro de su formación.

Con escaño en la Cámara legislativa lusa en tres legislaturas diferentes, cuenta con una larga experiencia en el Gobierno, donde ocupó los cargos de secretario de Estado de Asuntos Parlamentarios (1995-1997), ministro de esta misma cartera (1997-1999), titular de Justicia (1999-2002) y de Interior (2005-2007).

Fue además vicepresidente del Parlamento Europeo entre 2004 y 2005, y desde 2007 ocupa la Alcaldía de la capital lusa, un puesto con una enorme visibilidad que le ayudó a ganar popularidad.

También contribuyó su condición de tertuliano en un prestigioso programa de la televisión, escenario ideal para presumir de un verbo afilado y ágil, además de perfeccionar sus dotes mediáticas.

Su tirón electoral quedó patente en las últimas municipales, las de 2013, cuando obtuvo el 51 % de los votos frente al 22 % de su principal rival.

Es precisamente ese poder de atracción lo que ha decantado a su favor las primarias del PS, que confía en él para regresar al Ejecutivo en 2015 y desbancar a los conservadores, hoy en el poder.

Casado, con dos hijos y un posgraduado en Estudios Europeos, es cercano a los principales "pesos pesados" del socialismo portugués, entre ellos Mário Soares y José Sócrates.

A la espera de que concrete su ideario político como nuevo responsable del principal grupo de la oposición -apenas dejó claro que está a favor de una actitud más beligerante hacia el Ejecutivo y los recortes-, Costa se enfrenta al reto de convencer a los portugueses tal y como ya ha hecho con los afiliados y simpatizantes de su formación.

Para ello, deberá acallar las voces que le acusan de oportunista y recuerdan su afición a las intrigas palaciegas, como a principios de 2013, cuando amagó con presentarse al liderazgo del PS y se retractó poco después, a la espera de un momento más favorable.

También se recuerda en Portugal su jugada para lograr la salida de un secretario de Estado al que se enfrentó durante su época como ministro de Justicia, en el año 2000.

Ávido lector en su juventud de las novelas de Perry Mason, admirador de Gabriel García Márquez y su "Cien años de soledad" y declarado alérgico a las redes sociales, Costa se mide ahora al reto que siempre quiso afrontar.

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