El Reino Unido ejerce la democracia en una lata de sardinas... curiosidades ante las próximas elecciones

  • Brown, Cameron y Clegg se enfrentan este jueves en las urnas en su pugna por Downing Street, pero si echamos una mirada en mayor profundidad a la democracia británica, descubrimos unas peculiaridades nada desdeñables en su sistema.

Los diputados británicos debaten y deciden el futuro del país hacinados como sardinas en lata en una sala que poco tiene que ver con el amplio y semicircular hemiciclo al que estamos acostumbrados a ver en España al presidente del Gobierno y a la oposición. La Cámara de los Comunes, donde Gordon Brown, David Cameron y Nick Clegg se ven las caras semanalmente, es rectangular, con un espacio notablemente más reducido que el Congreso de los Diputados.

Los MP o "miembros del parlamento" (diputados) se sientan en bancos corridos, hombro con hombro cuando la sala está llena. Los diputados deben referirse los unos a los otros también con términos similares al "su señoría" español y no está permitido dirigirse a otros diputados por su nombre o apellido, pero la cercanía física parece propiciar un diálogo y unos enfrentamientos más fluidos y espontáneos que entre los políticos españoles. Buena muestra de ello han sido los tres debates televisados, que la mayoría de los analistas han calificado de ágiles y entretenidos.

Los aplausos en la Cámara de los Comunes están prohibidos oficialmente, aunque se toleran. De hecho, tampoco es extraño ver cómo se abuchean los unos a los otros y cómo añaden comentarios continuamente durante las intervenciones de los diputados en la sala. Desde luego puede resultar todo un espectáculo observarlo:

Heredar un escaño en la Cámara de los Lores

La Cámara de los Lores evalúa las leyes propuestas por la Cámara de los Comunes y decide en última instancia si una ley sale adelante o no. Esta cámara, concebida como un parlamento de nobles, intelectuales y expertos en diversas materias, aún mantiene políticos en sus escaños que han heredado su puesto porque algún antepasado suyo hizo méritos y ganó esa plaza. De los más de 700 escaños en la cámara alta del parlamento británico, alrededor de 600 son puestos vitalicios y 92 están ocupados por herencia, según la BBC.

Los británicos llevan años debatiendo la necesidad de una reforma profunda en la Cámara de los Lores, y hasta que se produjo una primera reforma de esta sala en 1999, eran muchos más los lores que participaban en las decisiones de futuro del país simplemente porque su padre o abuelo había ocupado previamente ese puesto.

Antiguamente los designaba la Casa Real, aunque ahora es una comisión la que se encarga de los nuevos nombramientos. Algunos lores pertenecen a una de las tres formaciones políticas más votadas. En este caso naturalmente son los partidos los que deciden quién les representará en esta suerte de senado, pero éstos tienen que superar el visto bueno de la comisión de nombramientos. El primer ministro es quien decide cuándo se designan nuevos lores y en qué cantidad (no existe un límite máximo), lo que hace que en la actualidad la mayoría sean laboristas, algo que podría cambiar tras las elecciones generales de este jueves.

El Gobierno de Gordon Brown anunció hace menos de dos meses su intención de convertir la Cámara de los Lores en una cámara completamente electa, algo a lo que también aspiran conservadores y liberaldemócratas, pero no será fácil cambiar este sistema fundado en el siglo XIV.

Sin Constitución escrita

Tanto estas dos cámaras que conforman el Parlamento británico, como el sistema electoral, el desarrollo de las leyes y los derechos básicos de los ciudadanos de este país no están reflejados en ningún documento unitario.

No existe una Constitución como tal y todo se rige según el uso repetido además de algunos documentos básicos como la Carta Magna del siglo XIII. De este modo, es la tradición la que establece, por ejemplo, que se deben celebrar elecciones generales en un plazo máximo de cinco años convocadas por el primer ministro y que es la reina quien debe dar finalmente la aprobación final a quien salga elegido en las urnas para dirigir el país.

Algo que para los franceses de la Revolución resultaría inconcebible en una democracia, es un hecho aceptado –aunque discutido- en el Reino Unido. Esta Constitución "no escrita" –un término que los críticos consideran un eufemismo para "no existente"- formada por la tradición y todas las leyes que se han ido elaborando a lo largo de los siglos, resulta especialmente compleja y aunque muchas veces se ha apuntado a la creación de una Constitución, la dificultad que esto supondría ha hecho que nunca salga adelante ninguna propuesta firme.

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