El Gobierno del sah de Persia pidió en enero de 1979 que asesinara al ayatolá Ruholá Jomeini, quien a la postre se convertiría en líder de la República Islámica tras el derrocamiento del régimen prooccidental persa, según reveló un antiguo miembro del Mossad -los servicios secretos israelíes para el exterior-, Yossi Alpher.
En concreto, el primer ministro persa, Shapour Bajtiar, habría pedido a un agente del Mossad en Teherán, Eliezer Tzafrir, que acabaran con la vida del ayatolá, explicó Alpher en una conferencia en Tel Aviv para presentar un libro recogida por el periódico israelí 'Yedioth Aharonoth'.
Jomeini vivía en esos momentos en París, tras ser deportado desde Irak. Bagdad ofreció al sah la entrega de Jomeini para su ejecución, pero el monarca persa declinó la oferta y finalmente recibió asilo en Francia.
Tzafrir trasladó la petición a Tel Aviv, donde el director del Mossad, entonces Yitzhak Hofi, rechazó en principio esta acción por sus implicaciones morales, pero se mostró dispuesto a escuchar otras opiniones. En una reunión, otros altos cargos del Mossad expresaron sus preferencias.
"Les dije a los jefes del Mossad que era problemático apoyar esta petición porque no sabíamos suficiente sobre quién o qué era Jomeini. Me arrepiento profundamente de no haberla apoyado", afirmó Alpher. Unas semanas después, Jomeini regresó a Teherán triunfante y se instauró la República Islámica.
El libro de Alpher refleja una estrecha colaboración secreta con el régimen persa, con importantes ventas de armamento israelí y un intenso intercambio de información entre las agencias de inteligencia de ambos países.
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