El tiempo de los golpes militares se ha acabado en Turquía, pero...

  • "El tiempo de los golpes militares se ha acabado en Turquía", una frase que han repetido este año varios altos cargos del gubernamental Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), es una afirmación de nuevo actual tras el reciente arresto de 28 militares implicados en la asonada de 1997.

Dogan Tilic

Ankara, 15 abr.- "El tiempo de los golpes militares se ha acabado en Turquía", una frase que han repetido este año varios altos cargos del gubernamental Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), es una afirmación de nuevo actual tras el reciente arresto de 28 militares implicados en la asonada de 1997.

Esa sentencia describe el contexto político generado por los procesos judiciales contra decenas de generales acusados de querer derrocar el actual Gobierno, pero también contra responsables del golpe militar de 1980 y, ahora, del de 1997.

El jueves pasado, la policía detuvo a 28 oficiales - otros tres se hallan en el extranjero - relacionados con el llamado "golpe posmoderno" del 28 de febrero de 1997, entre ellos el antiguo vicejefe del Estado Mayor, Cevik Bir, un general retirado que fue la figura clave de aquella asonada incruenta.

Aquel golpe, llevado a cabo mediante un memorándum de los máximos generales, puso fin al Gobierno de coalición de Necmettin Erbakan, el padre del islamismo turco y mentor del actual primer ministro, Recep Tayyip Erdogan.

El presidente Abdullah Gül ha comentado al respecto que "es normal hacer un seguimiento a las actividades ilegítimas de aquella época", mientras que el viceprimer ministro, Bülent Arinc, ha señalado que Turquía "confronta ahora los golpes de Estado de su Historia".

Tanto Gül como Arinc y Erdogan eran miembros del partido islamista Refah (Bienestar) derrocado en 1997.

Ahora, desde el poder, estos "discípulos" de Erbakan han visto ingresar ya en prisión a 144 generales y almirantes del Ejército turco, la mayoría acusados de conspirar para un nuevo golpe.

"Juzgar a quienes, obviamente o presuntamente, estaban vinculados a un golpe conduce hacia un nuevo clima político en el que es más difícil planificar otra asonada", explicó a Efe Rasit Kaya, catedrático de Ciencias Políticas en Ankara.

"Pero si bien ahora se juzga a los autores, todas las instituciones y la política económica que impusieron desde 1980 siguen en vigor, y así no se pueden confrontar los golpes", añadió.

La influencia del Ejército en la política turca siempre ha sido enorme, dado que la República fue fundada por militares en 1923.

Durante décadas fue la institución más respetada del país y esa consideración sigue siendo aún muy alta, pese a haber perdido mucho poder en los últimos años.

A los oficiales se les enseñaba en la academia militar que su deber era proteger la República no sólo contra agresiones externas sino también contra "enemigos internos", y los generales intervinieron tres veces para corregir el rumbo político: en 1960, 1971 y 1980.

El primer golpe diseñó la constitución más democrática del país, recortada en asonadas posteriores por considerarse "demasiado generosa para la sociedad turca". A la vez, hizo ejecutar al primer ministro Adnan Menderes.

En 1980, como ya ocurrió en 1971, los militares invocaron la "situación anárquica" para tomar el poder; detuvieron a 650.000 personas, torturando a casi todos, y ejecutaron a 50, además de matar a otros 300 prisioneros, bien bajo la tortura o en "enfrentamientos" e "intentos de fuga".

La Fiscalía pide ahora la cadena perpetua para Kenan Evren y Tahsin Sahinkaya, los únicos dos supervivientes de la Junta de cinco generales que tomó el poder en 1980. Una petición aun más relevante contra el golpismo que la redada del jueves.

Oguzhan Müftüoglu, veterano dirigente izquierdista, cree que no son los juicios sino la actitud de Estados Unidos lo que ha cambiado el clima.

"En este país no se puede llevar a cabo un golpe sin el apoyo de Estados Unidos, y Washington ya no apoya al Ejército o una asonada; apoya al gobierno del AKP y a su islamismo moderado como modelo para la región y para sus intereses", aseguró Müftüoglu a Efe.

Sencer Ayata, sociólogo y vicepresidente del opositor Partido Popular Republicano, subrayó que su formación apoya juzgar todo atentado contra la democracia, pero alertó de que "hacerlo con una Judicatura enteramente bajo control del Gobierno no conduce hacia la democracia".

"Si uno abre el tiempo de los golpes civiles, cerrar el de los militares no significa gran cosa", señaló Ayata en conversación con Efe.

Aunque gran parte de la sociedad está a favor de juzgar a los generales, muchos escépticos temen que un Gobierno civil cada vez más autoritario y unipersonal pueda ir llenando el vacío dejado por los militares.

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