Erdogan ambiciona un sistema presidencial en Turquía

  • Tras dirigir Turquía de forma incontestable en los últimos 12 años, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan sueña ahora con seguir en el poder como jefe del Estado con un nuevo sistema presidencial diseñado a su medida.

Dogan Tilic

Ankara, 6 ago.- Tras dirigir Turquía de forma incontestable en los últimos 12 años, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan sueña ahora con seguir en el poder como jefe del Estado con un nuevo sistema presidencial diseñado a su medida.

El líder islamista es el gran favorito este domingo para convertirse en el primer presidente del país eurasiático elegido por voto popular directo, una legitimidad en las urnas con la que pretende cambiar el sistema político turco.

En los últimos meses muchos se han preguntado por qué un político con un poder inédito en Turquía en la historia reciente quiera ser presidente, un puesto de gran prestigio pero más bien ceremonial.

El propio Erdogan no tardó en responder: su Presidencia no sería simbólica, sino que usaría todo el poder que le confiere el cargo, que incluye ser el comandante en jefe del Ejército, y además, ampliaría sus funciones.

No ha ocultado su deseo de dirigir el país al menos hasta 2023, cuando se conmemora el centenario de la fundación de la República laica, y con Turquía, prometió, dentro del club de las diez mayores economías del planeta.

Para lograr ese objetivo desea cambiar el sistema parlamentario de Turquía por uno de tipo presidencial o semipresidencial, en el que "quienes toman decisiones puedan actuar con más rapidez y trabajar de forma más cómoda".

Turquía celebra elecciones parlamentarias el próximo año y Erdogan espera que su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) logre suficientes escaños para cambiar la Constitución.

La popularidad de Erdogan se debe, en gran parte, a la mejora económica del país, especialmente en los primeros cinco años de su mandato, hasta principios de 2008.

En ese periodo se superó una recesión y Turquía creció por encima del 6 por ciento anual, mientras que la inflación bajó desde más del 50 por ciento a cifras de un dígito.

Al calor del éxito económico ha ascendido una clase de "nuevos ricos" en Turquía: empresarios muy conservadores en lo moral y liberales en lo económico, conocidos como los "tigres" de Anatolia.

Con su ayuda se ha construido un poder mediático incondicionalmente leal al primer ministro.

Otra fuente de popularidad han sido los faraónicos proyectos de obras públicas, que han mejorado las infraestructuras del país.

Políticamente, en esos primeros años de su Gobierno se hicieron reformas para acercar el país a la Unión Europea y se acabó con la interferencia del Ejército en la política civil, lo que le reportó elogios incluso entre los sectores laicos de la sociedad turca.

Sin embargo, en los últimos años las críticas contra Erdogan han aumentado por su forma poco dialogante de gobernar, gracias a su persistente mayoría absoluta en el Parlamento, y a las acusaciones de corrupción que pesan sobre él y su círculo más cercano.

Erdogan se ha convertido así en una figura muy polarizadora, apoyado aún por la mitad de la sociedad, especialmente por los más conservadores, mientras que gran parte de las clases medias urbanas y laicas no le soportan.

La oleada de protestas del verano de 2013 y una investigación de corrupción que hizo dimitir a cuatro de sus ministros en diciembre pasado, así como las grabaciones que le implicaban en el caso, no han hecho sino aumentar esa división.

La respuesta del Gobierno a esas acusaciones ha sido reasignar o destituir a miles de policías y fiscales, a los que se acusa de cercanía con el líder islamista Fethullah Gülen, un antiguo aliado de Erdogan que vive en EEUU.

A pesar de afrontar la mayor crisis de Gobierno desde que está en el poder, el partido de Erdogan logró más del 45 por ciento en las elecciones locales del pasado marzo.

Ese resultado le animó a postularse a la Presidencia.

Según indica a Efe el analista político Baskin Oran, Erdogan aspiraría a la gran inmunidad de la que goza el presidente, al que salvo por traición a la patria no se le puede acusar o procesar.

Desde las masivas protestas del año pasado, "tiene la paranoia de ser derrocado" y está "asustado", según Oran.

Sin embargo, existe la duda de si Erdogan podrá dirigir a su partido desde el palacio presidencial, o si su ausencia desatará luchas intestinas que lo debiliten electoralmente.

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