"Es una pena que por una reivindicación se fastidien todos los demás"

  • La terminal T-4 de Barajas Madrid se ha convertido en una inmensazona de espera. Miles de viajeros desorientados hacen cola en los mostradores para saber si podrán viajar hoy o sus vacaciones peligran. Las bajas de los controladores aéreos mantienen cerrados los aeropuertos de Madrid, Baleares, Canarias y Bilbao.
Los viajeros hacen cola para saber si podrán facturar sus equipajes - EFE
Los viajeros hacen cola para saber si podrán facturar sus equipajes - EFE
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Fernando de Luis-Orueta

La terminal T-4 del aeropuerto Madrid Barajas se ha convertido esta tarde en una inmensa zona de espera. Miles de viajeros desorientados hacen cola ante los mostradores de facturación cerrados, vigilan pantallas sin información o buscan algún recodo que les sirva de banco para las muchas horas que tienen por delante. Nadie sabe a ciencia cierta qué hacer. "Dicen que los controladores a la 1 vuelven a trabajar y abren", comenta una viajera con destino a Jordania. Finalmente eso no parece que vaya a ocurrir. "Yo creo que nos vamos para casa", dice otro que planeaba el puente en París.

Las bajas de los controladores mantienen cerrados los aeropuertos de Madrid, Baleares, Canarias y Bilbao. En la capital, los trabajadores de la empresa de seguridad del aeropuerto y los policías desplegados para mantener el orden ante este caos coinciden en que todo el mundo está manteniendo la calma, conscientes de que los responsables de esta situación no están aquí. Pero eso no quita para que las protestas se sucedan y los lamentos suban poco a poco de tono.

Boni, una mujer de Madrid que tenía previsto volar hacia Mallorca, está muy decepcionada por la situación."¡Mucha cara y muy poca vergüenza es lo que tienen!¿Y quiénes pagamos las consecuencias? Los de siempre", afirma con tensión. "¡Todos a la puta calle! Si yo abandono mi puesto de trabajo me echan, ¿no? Pues eso", remata indignada.

"Es una pena que por una reivindicación se fastidien todos los demás", se lamenta Carlos, que viajaba con su mujer y su hija. Igual de resignados están Katia y Alexander, que volaban de vuelta a Alemania. Matan el rato tirados en el suelo, con una hamburguesa y unos nuggets como todo consuelo. Belinda, una veterana de Iberia, explica que "como no se debe cuando van a volver de verdad a sus puestos de trabajo, no de sabe cuándo podrán volar, ni tratar de colocarías en otos vuelos, ni nada".

A mitad de camino entre Canarias y Asturias

Rosa María y su marido salen indignados por la puerta de llegadas. Pero no han llegado. Están solo a mitad de camino entre Canarias y Asturias. Llevan desde las 12 de la mañana en la zona de embarque y se quejan a gritos de la desatención. Cuentan que la espera es insoportable para los niños y que ha habido gente enferma que se ha quedado sin medicación. "¡Esto es propio de una república bananera!", protesta él, que claramente ha perdido la paciencia. Después de ocho horas les van a subir a un autobús que viajará toda la noche hasta llegar a Asturias.

El incesante goteo de pasajeros que abandonan su esperapor la sala de llegadas queda bruscamente sobrepasado por un aluvión de varioscientos de personas que siguen a un par de chaquetas rojas. Nacho, sin cambiarel paso, explica que les han bajado de su avión con destino a Nueva York y lesllevan a un hotel a pasar la noche. "Dicen igual mañana a las 6 podríamossalir", afirma esperanzado.

Las colas en la zona de facturación se están haciendomucho menos pesadas gracias a que, entre los perjudicados, están los 30 miembrosdel coro Mansil Nahar, de Manzanares (Ciudad Real). Se temen que no van a poderllegar al concierto que iban a dar el domingo en el muy londinense NottingHill, así que se han arrancado a cantar junto a las máquinas de  auto check-in. Pero lo que ha empezado concanciones populares ha terminado en el recitativo "Controladores hijos deputa","Zapatero, dimisión" y una versión del No nos moveránadaptada a AENA y sus circunstancias.

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