Atistócrata, rebelde y antifranquista, la duquesa provocó su último escándalo al legar la totalidad de sus bienes a la fundación presidida por su compañera de muy larga data, con la que se casó pocas horas antes de morir, en 2008 con 71 años de edad.
Pero, el tribunal de la pequeña ciudad española de Sanlúcar de Barrameda (sur) -cuna de la familia de aristócratas con más títulos nobiliarios de España- finalmente condenó a la Fundación Casa Medina Sidonia a repartir 33,4 millones de euros entre los hijos de la difunta y su viuda.
El juez falló que doña Luisa Isabel "dispuso en vida de más de lo que podía disponer". La duquesa donó a su compañera (en 1990) más que lo permitido por ley, o sea, un tercio de sus bienes, según una sentencia del pasado 13 de diciembre a la que accedió la AFP.
Así, la justicia dio en gran parte la razón a su hijo mayor, Leoncio Alonso González de Gregorio y Álvarez de Toledo -conde, marqués y 22º duque de Medina Sidonia- a quien se le atribuyeron más de 16 millones de euros. A su hermana Pilar y a su hermano Gabriel 5,5 millones cada uno, y a su viuda, Liliane Dhalman, de 59 años, le fueron acordados 6,2 millones de la divisa europea.
El caso era complejo puesto que entre los bienes figuraba el palacio de los Guzmanes, que alberga archivos históricos considerados entre los más importantes del mundo, con unos seis millones de documentos que datan desde 1228.
El juez tomó en cuenta que el palacio y los archivos eran bienes declarados de interés cultural e histórico, protegidos e indivisibles. Considerando que "las muy singulares características de estos bienes de altísimo valor cultural y de verdadera identidad histórica, que superan e impiden en este caso la restitución 'in natura' (...) se devolverá por ello a los legitimarios las cantidades pecunarias señaladas".
La difunta se casó en primeras nupcias en 1956 con un aristócrata español. Pero tras el nacimiento de sus hijos, abandonó a la familia para dedicarse a la lucha contra la dictadura del general Franco (1939-1975). En 1967, se había ganado el apodo de "duquesa roja" al participar en una manifestación en defensa de los agricultores andaluces.
Condenada por ello, pasó ocho meses en prisión tras lo que se exilió en París, dejando a sus hijos en España. Con el fin del franquismo regresó a su país, conociendo a Liliane Dalhlmann en el casamiento de su hijo mayor.
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