ETA cumple tres años de 'silencio' sin avances en su disolución definitiva

    • La banda no contempla entregar su arsenal ni ha dado ningún paso para su disolución pese a que anunciara el cese de su actividad armada.
    • Según los expertos, los presos tendrán un peso muy importante en su final.
Los españoles, prudentemente optimistas ante el fin de ETA
Los españoles, prudentemente optimistas ante el fin de ETA

Se cumplen tres años desde que ETA anunciara "el cese definitivo de su actividad armada". Lo hizo el 20 de octubre de 2011 mediante un comunicado en el que expresaba su "compromiso claro, firme y definitivo de superar la confrontación".

El anuncio llegaba tres días después de que se celebrase en San Sebastián la autodenominada Conferencia de Paz.De ella salió una declaración de cinco puntos en la que varios representantes internacionales requerían a la banda un cese de la violencia definitivo.Hacía 43 años que había cometido su primer atentado, que se llevó la vida del guardia civilJosé Ángel Pardines Arcay.

En medio siglo de terror, la organización terrorista asesinó a 858 personas. Su última víctima fue un policía francés, Jean Serge Nerin, muerto en un tiroteo con miembros de la banda.

La "escenificación" del cese armado fue un paso más en una banda que evidenciaba ya síntomas de su debilidad, pero que en cambio, se negaba a aparecer como derrotada, algo a lo que aún hoy, tres años después de aquel anuncio, se sigue resistiendo.Un anuncio precedido de sucesivos golpes a su capacidad de organización y a su actividad, lastrada por operaciones policiales, el cierre de Egin, la aprobación de la Ley de Partidos, y el reventón interno que le provocó Batasuna, que en su intento de volver a la legalidad intentó separarse de la táctica de la banda con la reclamación de un "alto el fuego permanente, unilateral y verificable por la comunidad internacional".

"Aquel anuncio de ETA vino determinado por dos factores", explica Florencio Domínguez, uno de los mayores expertos en terrorismo, autor de varios libros sobre ETA y redactor jefe de la Agencia Vasco Press. "Primero, por la derrota operativa provocada por las fuerzas de seguridad que habían conducido a la banda a una situación en la que era incapaz de sostener la violencia. Y después, por la ilegalización de Batasuna, que provocó que a medio plazo se abriera un conflicto de intereses entre ETA y Batasuna, que entendía que era totalmente imposible volver a la legalidad mientras la banda estuviese en activo. Fue Batasuna la que se convirtió en un factor de presión hacia ETA para que pararla".

Domínguez preside el comité de expertos nombrado a principios de este mes por el Gobierno para redactar un informe con recomendaciones y propuestas para la creación del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, que tendrá su sede en el antiguo edificio del Banco de España en Vitoria. En la elaboración del documento participan otros trece miembros especialistas en materias relacionadas con la violencia de ETA. Entre ellos, el historiador Gaizka Fernández Soldevilla, autor de "Héroes, heterodoxos y traidores", una exhaustiva investigación sobre el nacimiento y disolución de Euskadiko Ezkerra (EE) y la historia de los 'polimilis' de ETA.

Fernández coincide en su diagnóstico de las causas del cese de la actividad armada. Por primera vez, explica, "se dio una reacción desde el elemento civil contra el militar, una cosa inédita, porque siempre el brazo civil había obedecido siempre al militar". En ello, afirma, "la acción policial y judicial fue la clave".

En los tres años transcurridos desde ese momento, la banda no ha dado en cambio signos de su predisposición a una disolución definitiva. En este tiempo de silencio, tampoco ha entregado sus arsenales. Más aún, la escenificación que protagonizó el pasado febrero, levantó los recelos de los más escépticos con su voluntad real de llegar a la paz.

Las imágenes de tres miembros de la banda mostrando a varios verificadores internacionales parte de su armamento- cuatro armas de fuego, dos granadas de carga hueca, 300 balas, algo más de 16 kilos de material para fabricar explosivos, además de cordón detonante y nueve temporizadores de distinto tipo- en la población francesa de Toulouse, fueron difundidas por la cadena británica BBC y dieron la vuelta al mundo. Sin embargo, poco después se supo que el gesto había sido más una parodia que un avance hacia la entrega de armas. Tras firmar el acta, los etarras metieron de nuevo el arsenal en una caja, lo sellaron con cinta de embalaje y se lo llevaron a paradero desconocido.

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Lo rocambolesco de la historia se completó sólo unos días después con la citación de los verificadores para declarar ante el juez de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, ante el que admitieron desconocer el destino del armamento. Tampoco, dijeron, tenían información sobre la identidad de los etarras, tapados con capucha y que en ningún momento se habían identificado por su nombre.

"Creemos que existe una oportunidad auténtica para la paz", afirmó tras aquella citación judicial el portavoz de la Comisión Internacional de Verificación (CIV), Ram Manikkalingam, a su salida de la Audiencia.

Sólo 48 horas después de la escenificación de Toulouse, ETA lanzó un comunicado en el que se comprometía a iniciar el "sellado y desmantelamiento" de su armamento a través de un proceso utilateral de desarme. En julio, el diario GARA hacía pública una nota de la banda en la que aseguraba que había desmantelado las "estructuras derivadas de la lucha armada", como parte de una transformación para "el tránsito del ciclo de la confrontación armada a la confrontación democrática".

No obstante, el comunicado advertía de su continuidad como organización dedicada a una nueva estrategia, reforzar la estructura dirigida a realizar "las labores políticas de ETA". Esto es, ceder el protagonismo a la izquierda abertzale, la vía en la que actualmente la banda deposita sus mayores expectativas.Los expertos coinciden en que el auténtico desarme está a día de hoy lejos de producirse.

"Lo que ha hecho ETA es un gesto simbólico que consiste en decir que las armas están selladas, pero siguen bajo su control", advierte Florencio Domínguez. "Esto tiene una vertiente de propaganda política porque las armas son la baza que todavía tiene la banda para negociar la excarcelación de los presos. El desarme de una organización terrorista es simbólica, pero no es efectiva, porque no se sabe cuántas armas tiene ni se sabrá".

La capacidad armamentística de la banda es una incógnita incluso para las fuerzas de seguridad. Estimanque ETA podría tener al menos 250 pistolas como las entregadas entonces a los verificadores, pero al mismo tiempo advierten de la dificultad de calibrar el arsenal completo de una organización nutrida del mercado clandestino.

"Se tiene conocimiento de las armas que robaron en sitios conocidos, pero no sabemos las que han comprado en el mercado negro, las que tenían de antes, las que no están controladas", dice este experto, "y hay que tener en cuenta que una parte de los explosivos la fabrican ellos mismos. Aunque ETA entregue todas las armas, al día siguiente puede comprar otras en los mismos canales que ha hecho durante décadas. Es algo simbólico, pero no definitivo".

"No debemos olvidar que esas armas valen dinero y para una organización terrorista que carece de recursos, evidentemente, antes de dárselas a la Policía, opta por otras salidas, como venderlas en el mercado negro o a otras organizaciones terroristas", afirma Gaizka Fernández, que descarta también el horizonte de un desarme inmediato. "La entrega de armas es, en los términos militares en que piensan los etarras, un símbolo de rendición. Antiguamente cuando un Ejército vencía a otro, el general del derrotado entregaba la espada al vencedor. Y eso es lo que van a evitar a toda costa". Cuando en los 80 se produjo la disolución de recuerda, el desarme tampoco llegó.

"Creo que ahora está pasando lo mismo. Tenemos algunos ejemplos, como el IRA en Irlanda del Norte, en el que sí ha devuelto algunas armas, pero otras muchas no,porque muchas son un activo en la economía de la banda", sostiene Fernández. Tras los acuerdos de paz firmados en el año 98, la banda irlandesa destruyó parte de su armamento, pero se sabe, en cambio, que otras muchas armas se las vendió precisamente a ETA.Los expertos no contemplan el retorno a la violencia

Pese a que ETA no contemple a día de hoy el desarme, los expertos no creen que su táctica pase por retomar la actividad terrorista."No hay elementos para pensar tres años después que pudiera producirse un retorno a la violencia", sostiene Domínguez, "A pesar de que existen algunos sectores críticos, que están sobre todo fuera de la propia ETA y de la izquierda abertzale y de que ha habido algunos episodios de violencia callejera, la vuelta al terrorismo de ETA hoy por hoy no está contemplado como escenario".

Aunque el hermetismo del entorno etarra hace que resulte complicado realizar un diagnóstico de su situación real, Gaizka Fernández apunta a que la falta de activistas dispuestos a incorporarse a la lucha armada, unida a la falta de los ingresos que antes obtenían mediante extorsiones y secuestros, han conducido a la banda a una situación de debilidad que impide ese retorno.

En principio, ETA habría dejado ya de resultar atractiva para aquellos que, antaño, estaban orgullosos de enrolarse a toda costa en una organización dispuesta a matar. "El entorno social ya no avala la militancia,como había ocurrido en el pasado", dice Domínguez, "Probablemente, algunos de los que están por ahí quemando autobuses preferirían tener una pistola en la mano antes que un bidón de gasolina, pero no es significativo"."No tienen nuevas entradas, pueden tener salidas, alguna detención, gente que se va, y por tanto, no puede crecer", coincide Fernández, "Lo que puede pasar con ETA es que se vaya deshaciendo como un azucarillo".

Pero la disolución definitiva de la banda, sostienen, vendrá con toda probabilidad promovida desde dentro. Al igual que ocurrió cuando ETA anunció el cese de su actividad armada movida por la ilegalización de Batasuna, sus propios presos pueden ser quienes pongan en jaque a la organización, en aras de lograr beneficios penitenciarios.

"En la actualidad, los presos se enfrentan a que todo por lo que mataron no ha servido absolutamente para nada", afirma este historiador, "al mismo tiempo que ven como políticos de Sortu o Bildu están en diputaciones o ayuntamientos. Pisando moqueta mientras ellos están chupando cárcel. Esa contradicción hace que se sientan cada vez más olvidados y apartados, sienten que están perdiendo protagonismo. Han pasado de ser "los grandes héroes" a ser una molestia para el mundo de Bildu".

"Mientras ETA no se disuelva, no se modificará la política penitenciaria", explica por su parte Domínguez, "y en este punto puede pasar lo que pasó con Batasuna. Que ETA sea un obstáculo para la situación de sus presos y los propios presos acaben presionando a la dirección de la banda".

Desde las cárceles llegó, en diciembre pasado, un comunicado del colectivo de presos de ETA, la asociación más representativa de los reclusos con que cuenta la banda terrorista,en el que anunciaba su disposición a la reinserción individual, el rechazo a la violencia y el "sufrimiento y daño multilateral generado". Aquel paso fue valorado como indicativo de las intenciones de la banda y vino a ser la respuesta a la petición de la organización vasca Lokarri y de otras organizaciones de resolución de conflictos de aceptar la legalidad penitenciaria para desbloquear la situación de los presos, ante la negativa del Ejecutivo de negociar ningún tipo de mejora en tanto en cuanto eso no se produjera.

Lo expuesto por ETA suponía que la banda renunciaba a su reclamada amnistía y se amoldaba a las exigencias de la Vía Nanclares articulada por el Gobierno de Zapatero tras ver fracasado el proceso de 2006, para que los presos de la banda pudiesen beneficiarse de algún eximente penitenciario.El comunicado llegó en plena convulsión por la derogación de la doctrina Parot, que permitió la excarcelación de una décima parte de los reclusos etarras. Entre ellos, José Antonio López Ruiz, Kubati, uno de los miembros más sanguinarios de la banda y que salió de prisión tras cumplir 26 años de los 1.210 a los que había sido condenado.

Kubati fue el encargado de leer, días después, el texto central del "acto de Durango", la convocatoria en la que 60 excarcelados de ETA y varios miembros de la plataforma de familiares Etxerat reivindicaron el reconocimiento del "derecho a decidir" del pueblo vasco y la excarcelación de los presos.

En marzo de este año, varios reclusos comenzaron por primera vez a pedir de manera individualizada su traslado a las cárceles del País Vasco o la excarcelación, lo que dio lugar a un aluvión de demandas, rechazadas por la Justicia. Las solicitudes se produjeron de manera planificada: primero, las de aquellos presos enfermos y mayores de 70 años, después, los que llevasen más de 20 años en prisión y posteriormente, los que hubiesen permanecido 15 años y sucesivamente.

Han cambiado las vías, pero ETA persiste en el objetivo que siempre ha perseguido, la independencia vasca y la anexión de Navarra. Pero también, sostiene Gaizka Fernández, controlar sus problemas internos, como el futuro de sus presos. Según la asociación de familiares y amigos de presos Etxerat, son 469, dispersados en 76 cárceles, cien de ellos en cárceles francesas.

"Da la impresión", apunta además este autor, "de que, desde fuera, quieren vigilar a Sortu y a Bildu. Creo que tienen miedo de que las instituciones les vuelvan más pragmáticos, más moderados y que puedan deslavazar el mensaje radical. Por eso, lo que a ETA le gustaría es estar vigilante ahí, intentar impedir que eso ocurra".

¿Llegará alguna vez el perdón a las víctimas? "Lo dudo mucho", dice Fernández, que recuerda qeu cuando los polimilis regresaban de Francia y eran preguntados por su arrepentimiento contestaban rotundos que "nadie se arrepentía de haber sido gudari (guerrero)"."No se pueden arrepentir públicamente. Eso sería reconocer que desde que se produce la primera víctima mortal de ETA y sus 800 víctimas, las personas en la cárcel, los secuestros... no han servido para nada. Lo que están haciendo es intentar legitimar su historia".

"Hoy por hoy no están dispuestos", coincide Florencio Domínguez, "Ni ETA ni Batasuna ni Sortu. Eso significaría asumir que no tenían razón para matar a toda la gente que han matado. Hacer un reconocimiento es una línea roja que no están dispuestos a cruzar".Una situación de 'impasse'

En el terreno político, estos tres años han venido marcados por la falta de acuerdos. La ponencia parlamentaria de Paz y Convivencia continúa en el congelador tras el abandono del PSE-EE y el PP, pese al anuncio del lehendakari de reformular sus postulados para reflotarla.

Las tradiciones políticas vascas siguen separadas, pese algunos gestos de acercamiento hacia las víctimas por parte de la izquierda abertzale, como la presencia de Pernando Barrena en el homenaje al expresidente de Adegi, Joxe Mari Korta, el pasado 8 de agosto.

"La situación es la de un impasse", ya que no se mueven ni el gobierno, ni la ETA, considera el catedrático Mikel Buesa de la Universidad Complutense de Madrid, doctor en Economía y autor de publicaciones sobre el terrorismo.En Francia "quedaban dos o tres comandos que allí permanecían para la eventualidad de una acción", pero han sido disueltos, afirma también Jean Chalvidant, autor en este país de varios libros sobre ETA.

Ahora, el combate se ha movido hacia el escenario político, añade. En las elecciones de octubre de 2012, la coalición independentista Euskal Herria Bildu (EH Bildu) pasó a ser la segunda fuerza política regional, con un 25% de los votos y 21 de los 75 diputados autonómicos.La coalición ganó además la alcaldía de San Sebastián y dirige la provincia de Guipúzcoa, por lo cual nunca gozó de tanta influencia electoral.

El presidente del gobierno vasco Iñigo Urkullu, del PNV, trata desde hace meses de convencer a Mariano Rajoy de aceptar una salida negociada y lo que llama un "final ordenado de ETA", a través de una política de reinserción de los presos que aceptarían comprometerse con una "consolidación de la paz".

Sin embargo, elGobierno se ha mantenido imperturbabley ha sostenido su presión sobre la banda, como demuestra la operación policial desarrollada el 8 de enero contra el grupo de interlocución del colectivo de presos de ETA, en la que fueron detenidos destacados abogados de la izquierda abertzale como Arantza Zulueta y Jon Enparantza, junto con otras seis personas.

"La situación ha cambiado y el Gobierno debe acompañar este cambio para evitar que las cosas se pongan más difíciles", argumentó Urkullu a principios de octubre en una entrevista con el diario El País, citando, entre otras cosas gestos simbólicos como "la presencia de representantes de Bildu en actos de homenaje a víctimas del terrorismo".

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