Grecia: un nuevo año de recesión con la política aún más polarizada

  • Grecia vivió en 2013 su sexto año consecutivo en recesión y, a pesar de haber mejorado en algunos indicadores -déficit primario y facturación turísticas-, la política de austeridad redujo aún más el nivel de vida de sus ciudadanos, que vieron cómo la polarización política desembocaba en violencia.

Ingrid Haack

Atenas, 16 dic.- Grecia vivió en 2013 su sexto año consecutivo en recesión y, a pesar de haber mejorado en algunos indicadores -déficit primario y facturación turísticas-, la política de austeridad redujo aún más el nivel de vida de sus ciudadanos, que vieron cómo la polarización política desembocaba en violencia.

Tras seis años de sacrificios los griegos terminan el año con un 40 % menos de ingresos disponibles que antes del comienzo de la crisis, mientras que en este periodo el producto interior bruto (PIB) se ha contraído un 25 %.

El precio de esta precarización ha sido un aumento de la tensión social y una mayor polarización de la vida pública, que en junio llevó a la ruptura del Gobierno tripartito y en otoño a tres asesinatos políticos.

El compromiso frente a la troika de despedir a 4.000 funcionarios este año y 11.000 en el próximo, y de poner a 25.000 en la denominada reserva laboral enfureció aún más a una sociedad que de sufrir un paro muy reducido antes de la crisis (8 %) ha pasado a tener una tasa del desempleo que supera el 27 %.

Cinco huelgas generales y paros selectivos diarios han sido el panorama que una vez más ha marcado la vida cotidiana de este país, donde más de tres millones de personas, de un total de once millones, viven bajo el umbral de la pobreza y son cada vez más los que ni siquiera tienen un techo.

Ante la conflictividad social, el Gobierno inauguró el año con una política de mano dura que se plasmó en la ruptura de una huelga de trabajadores de metro y otra de marineros a los que se aplicó la movilización forzosa, una medida extraordinaria que prevé penas de prisión para quienes se nieguen a acudir al trabajo.

En junio el entonces Gobierno tripartito formado por conservadores, socialdemócratas e izquierda moderada viviría su momento más crítico, tanto a nivel interno como en su reputación internacional.

El 11 de junio, el primer ministro, el conservador Andonis Samarás, anunció el cierre fulminante de la radiotelevisión pública y el despido inmediato de sus 2.600 trabajadores. Las pantallas pasarían a negro esa misma noche.

El argumento era que tras décadas de mala gestión y la imposibilidad de reformar la maraña corrupta que se había instalado en el ente público, la única vía posible era su disolución y la creación de uno nuevo.

De paso, el Gobierno solucionaba de un plumazo la mitad de los despidos comprometidos con la troika para este año.

El decreto no solo provocó un aluvión de críticas procedentes de todo el mundo y que un tribunal declarara ilegal el apagón informativo y sentenciara al Gobierno a retomar la señal, sino que desembocó en la ruptura del tripartito.

El partido centroizquierdista Dimar abandonó el Gobierno, dejando a Nueva Democracia (ND, conservador) y Pasok (socialdemócrata) con una escasa mayoría parlamentaria de 155 escaños, tan solo cuatro sobre la absoluta, ventaja que unos meses más tarde se quedaría en tres, tras abandonar su grupo una diputada del Pasok.

En el último trimestre del año el ambiente político se polarizó aún más y de nada sirvió que Samarás propagara una y otra vez lo que bautizó como la "historia del éxito de Grecia": las cuentas públicas experimentaron un superávit primario (que no contabiliza el pago de los intereses de la deuda) y el turismo volvió a índices de facturación previos a la crisis.

En septiembre, un seguidor del partido neonazi Amanecer Dorado mataba al rapero izquierdista Pavlos Fyssas. Era el primer asesinato político de la extrema derecha en décadas.

A raíz del asesinato, el Gobierno ordenó abrir una profunda investigación contra los diputados, miembros y seguidores de este partido; se dictó la detención de buena parte de su cúpula y el Parlamento aprobó una ley para suspender la financiación pública de partidos implicados en crímenes.

En un principio, parecía que el apoyo popular a este partido -que con la crisis había subido como la espuma gracias a acciones como el reparto de alimentos 'sólo para griegos'- se resentiría.

Antes del asesinato de Fyssas, los neonazis contaban con una intención de voto de hasta el 15 %, lo que los colocaba como tercera fuerza política sólo por detrás de ND y la izquierdista Syriza, pero su apoyo cayó después del crimen al 5-6 %.

Sin embargo, apenas un mes y medio después, dos miembros de Amanecer Dorado morían a tiros ante las puertas de una oficina de este partido en Atenas.

Un grupo anarquista anteriormente desconocido reivindicó el ataque como un "acto de venganza" por el asesinato del rapero, lo que ha vuelto a revivir el fantasma del terrorismo político y ha recuperado los índices de apoyo a Amanecer Dorado hasta el 10 %.

Grecia termina así el año con una población poco esperanzada de que la situación se revierta en un futuro inmediato y un Gobierno que debe asumir la hercúlea tarea de estrenar año asumiendo la presidencia rotatoria de la Unión Europea, en un semestre en el que además se celebran elecciones europeas y municipales, que serán vistas como un plebiscito a las políticas de Samarás.

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