La corrupción arrastra a la cárcel a Matas, un presidente de ideas faraónicas

  • Jaume Matas quería dejar huella como presidente del Govern balear con obras faraónicas que simbolizaran la transformación que se ufanaba en encarnar, pero pasará a la historia como el responsable político de mayor rango encarcelado por corrupción en una región en la que no le han faltado competidores.

Tomás Andújar

Palma, 11 jul.- Jaume Matas quería dejar huella como presidente del Govern balear con obras faraónicas que simbolizaran la transformación que se ufanaba en encarnar, pero pasará a la historia como el responsable político de mayor rango encarcelado por corrupción en una región en la que no le han faltado competidores.

Su mausoleo metafórico es el Palma Arena, un enorme recinto deportivo que costó unos 110 millones de euros, más del doble del presupuesto inicial, y cuyo desfase derivó en una gran instrucción judicial aún con mucho recorrido, cuya primera pieza juzgada arrastrará a Matas a la cárcel por tráfico de influencias.

Matas accedió a la presidencia del Govern balear en 1996 en sustitución de Cristófol Soler, desbancado desde las propias filas del PP a los pocos días de reemplazar a Gabriel Cañellas, que había dimitido después de que un tribunal concluyera que prevaricó en el caso Túnel de Sóller, pero que no podía condenarle porque los delitos habían prescrito.

La figura política del nuevo presidente, hasta entonces conseller de Economía, se agrandó con el ejercicio del poder y tomó dominio del Partido Popular, cuyo cartel electoral encabezó en los comicios de 1999. Ganó las elecciones sin mayoría absoluta y la alianza de la izquierda con Unió Mallorquina (UM) le dejó en la oposición.

Pero José María Aznar quiso darle un papel protagonista y le situó al frente del Ministerio de Medio Ambiente desde 2000 a 2003, año en el que encabezó de nuevo la candidatura autonómica del PP balear y obtuvo la mayoría absoluta para gobernar en la legislatura que ha acabado siendo la fuente de todos sus problemas judiciales.

Matas afrontó ese mandato con unos modos de líder inéditos en la política del archipiélago y en un momento económico que le permitió afrontar grandes obras como el Palma Arena, inaugurado poco antes de los comicios autonómicos de 2007 para acoger el Mundial de Ciclismo en Pista.

Pero además construyó autopistas, algunas de envergadura muy cuestionada como las de Ibiza, horadó el suelo de Palma para construir el metro con menos pasajeros de España (que suele inundarse), e inició la edificación del nuevo hospital de referencia de la comunidad, Son Espases.

Imbuido del afán transformador, con un notable control sobre la proyección de su propia imagen y haciendo gala de un dominio incuestionado en su partido, impulsó hospitales, centros de salud, colegios, grandes campañas turísticas y patrocinios de proyección internacional.

Pese a todo, el PP de Matas no logró la mayoría absoluta en las siguientes elecciones, se volvió a conformar la "gran alianza" entre la izquierda y la UM liderada por la hoy convicta Maria Antònia Munar y al hasta entonces omnipotente ídolo político empezaron a mojársele los pies.

Abandonó el liderazgo y las islas de forma precipitada y en pocos meses empezó a tejerse en torno a él una maraña judicial que ponía en evidencia un presunto enriquecimiento ilícito (aún no probado judicialmente más allá de un cohecho en favor de su esposa) y prácticas corruptas (ya sentenciadas por los tribunales).

El alcance de las imputaciones solo es comparable a las que llevaron a la disolución a UM y a la cárcel a sus principales dirigentes.

También hay ya altos cargos del Govern de Matas en prisión por distintos casos de corrupción, y algunos han señalado al líder como instigador de acciones delictivas, pero ha sido la macrocausa del Palma Arena, fraccionada en 26 piezas entre las que se encuentra el célebre caso Nóos, la que ha puesto a Matas a las puertas de la cárcel.

Tras negarle el indulto el Gobierno, el expresidente podría estar entre rejas la próxima semana por una condena a 9 meses por utilizar su influencia para beneficiar con fondos públicos a un periodista que le escribía discursos, pero también tiene una condena firme por cohecho castigada con multa de 9.000 euros y su horizonte es una larga sucesión de obstáculos judiciales.

Sin ir más lejos, el pasado 25 de junio el juez José Castro, que instruye toda la causa del Palma Arena, imputó a Matas en el caso Nóos por dos delitos de prevaricación administrativa, dos de malversación de caudales públicos, dos de fraude a la administración y dos de tráfico de influencias.

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