La estampa de Mubarak entre rejas pasa al imaginario de la "primavera árabe"

  • La sala contuvo la respiración en el momento en que Hosni Mubarak, el hombre que gobernó Egipto durante 30 años sin pestañear, entró en camilla en la jaula desde la que será juzgado, una imagen que pertenece ya al imaginario colectivo de la "primavera árabe".

Enrique Rubio

El Cairo, 3 ago.- La sala contuvo la respiración en el momento en que Hosni Mubarak, el hombre que gobernó Egipto durante 30 años sin pestañear, entró en camilla en la jaula desde la que será juzgado, una imagen que pertenece ya al imaginario colectivo de la "primavera árabe".

Apenas unas decenas de personas, entre abogados y periodistas, presenciaron la escena en el auditorio de la Academia de Policía, una ciudadela de dimensiones mastodónticas que sirve desde hoy como fortín para el juicio más esperado de la historia egipcia.

Rodeando a los espectadores, policías de paisano por doquier se encargaron de establecer no menos de siete controles para todo aquel autorizado a entrar en el tribunal.

En torno a la Academia de Policía -donde Mubarak mantuvo la última reunión con su entonces ministro del Interior y hoy compañero de jaula Habib el Adli-, centenares de agentes de policía y unidades antidisturbios custodiaban el acceso al fortín.

Cualquier medida de seguridad parecía poca para poder presenciar algo que la gran mayoría de egipcios jamás habría llegado a imaginarse: el paso de Mubarak de "rey" a reo.

El expresidente egipcio se mostró activo pese a estar postrado, y no dejó de intercambiar comentarios a lo largo de la sesión con sus hijos Alaa y Gamal, que se ocupaban de proteger a su padre formando disciplinadamente delante de su camilla.

La jaula en la que Mubarak escuchó la acusación de haber ordenado la muerte de cientos de sus compatriotas se halla en una esquina de la sala, custodiada por decenas de policías, lo que hacía imposible verlo físicamente.

En declaraciones a EFE -uno de los diez medios internacionales autorizados a entrar-, una abogada bromeó en un receso con el hecho de que, aunque había visto al "rais" por las pantallas de televisión, todavía no lo había hecho en persona, y no creería que estaba allí hasta que dijera "presente".

Otro letrado de la acusación, este sí en serio, argumentó en su turno de palabra ante el presidente del tribunal que Mubarak en realidad "está muerto, y al que han traído no es más que un doble".

Pálido, pero ni mucho menos inerte, el "rais" movió inquieto sus brazos y en ocasiones dio síntomas de cansancio, lo que no le impidió declararse inocente de todos los cargos con la misma voz vigorosa con que dio sus últimos discursos al frente de la nación.

Estaba previsto que la sesión fuese corta, de alrededor de una hora, pero las innumerables peticiones tanto por parte de la defensa como de la acusación alargaron la jornada y propiciaron que más de un agente de paisano aprovechase para echar una cabezada discreta.

En cualquier caso, queda poco espacio para la intimidad dentro de la sala, que se encuentra sometida al ojo vigilante de unas diez cámaras de televisión de la emisora pública egipcia, que graban cualquier movimiento.

Esa omnipresencia televisiva, que responde a las demandas de la plaza Tahrir de transparencia, le jugó una mala pasada al "rais", quien en un momento determinado se hurgó con un dedo en la nariz y fue inmortalizado en un gesto poco decoroso.

Los egipcios, siempre listos para la chanza y el escarnio, no han tardado en convertir la imagen en un éxito inmediato en las redes sociales.

Aunque se ha prometido un juicio expedito, los abogados temen que el proceso pueda alargarse -la próxima sesión será el 15 de agosto- lo que a buen seguro garantiza más estampas inéditas para el álbum de la revolución egipcia.

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