La OSCE, un año de esfuerzos que no evitó la escalada de violencia en Ucrania

  • Mil muertos después de una tregua acordada en septiembre para buscar una salida política al conflicto en el este de Ucrania, los ministros de los 57 socios de la OSCE se reúnen mañana y el viernes en Basilea (Suiza) para evaluar un año de mediaciones que no evitó una escalada de la violencia.

Luis Lidón

Viena, 3 dic.- Mil muertos después de una tregua acordada en septiembre para buscar una salida política al conflicto en el este de Ucrania, los ministros de los 57 socios de la OSCE se reúnen mañana y el viernes en Basilea (Suiza) para evaluar un año de mediaciones que no evitó una escalada de la violencia.

La última reunión ministerial de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) se celebró hace un año en Kiev, poco después de estallar las protestas proeuropeas del Maidán y con el expresidente Víktor Yanukóvich todavía en el poder.

Doce meses después, Yanukóvich ha sido derrocado, Rusia se ha anexionado la península ucrania de Crimea y unas 4.500 personas han muerto por los combates entre las fuerzas leales a Kiev y secesionistas prorrusos de las regiones orientales que, según la OTAN, cuenta con apoyo de Moscú.

Nada de eso lo pudo evitar la OSCE, nacida como un foro de diálogo en plena Guerra Fría, y la única organización de seguridad regional que sienta en la misma mesa a EE.UU., Rusia, Ucrania y todos los países de la Unión Europea.

La mayor debilidad de la organización es que las decisiones sólo se toman por consenso, lo que en la práctica significa que cualquier miembro tiene un poder de veto, algo que somete muchas medidas a largos debates y bloqueos.

Una fuente diplomática próxima a la OSCE aseguró a Efe que la organización, que se extiende desde de Vancouver (Canadá) hasta Vladivostok (Rusia), es un buen foro de diálogo y tiene importantes misiones sobre el terreno para promover la democracia y los derechos humanos, pero que a nivel político es un "tigre de papel".

La OSCE desplegó una misión de observación en Ucrania en marzo, que en la actualidad cuenta con unos 320 observadores y llegará a un máximo de 500 en las próximas semanas.

La misión fue aprobada por todos los socios de la OSCE, incluida Rusia, aunque no ha permitido a los inspectores entrar en Crimea, donde la organización ha denunciado la violación de los derechos humanos de opositores y de la minoría tártara.

Tras el alto el fuego acordado en septiembre, gracias a la mediación de la presidencia suiza de la OSCE, el mandato de la misión se amplió para supervisar esa tregua, que se ha roto a diario entre acusaciones cruzadas de Kiev y los secesionistas.

"Tienen una misión pequeña, mal financiada y sin los suficientes recursos", lo que genera "frustración" también en Kiev porque es incapaz de velar por el cumplimiento del alto el fuego, explica a Efe Judy Dempsey, analista del laboratorio de ideas Carnegie Europe.

La utilidad de la misión ha sido puesta en duda en las últimas semanas por personas cercanas al Gobierno ucraniano, porque ha sido incapaz de evitar la llegada de material militar a los rebeldes.

Los observadores han informado de la detección de equipamiento militar pesado en manos de los rebeldes, pero no ha indicado cuál era su procedencia.

Una fuente diplomática cercana a la OSCE ha defendido el valor de la misión por ser el único actor sobre el terreno que ofrece "información exclusivamente basada en hechos", y restó importancia a las críticas.

Para Dempsey, uno de los grandes problemas es la negativa de Rusia a facilitar a los observadores acceso a zonas de su larga y porosa frontera con las regiones secesionistas ucranianas.

De los 2.300 kilómetros de frontera entre los dos países, un tramo de 500 se considera problemático. La OSCE cuenta con solo 22 observadores en la frontera, en dos pasos, Gukovo y Donetsk.

Estados Unidos acusó en octubre a Rusia de bloquear los intentos de ampliar la misión de la OSCE en la frontera.

La misión internacional ha desplegados drones de observación, que han sido objeto de ataques físicos y electrónicos, mediante la utilización de inhibidores para interferir en su funcionamiento, según ha denunciado la OSCE.

En el terreno político, el secretario general de la OSCE, el italiano Lamberto Zannier, considera que la solución al conflicto en Ucrania debe pasar por una reorganización interna de Ucrania, con una reforma constitucional que logre un encaje de las regiones separatistas.

Zannier ofreció esa visión en una reciente entrevista con Efe y confió en una salida dialogada, aunque reconoció que "la vía para llegar a un acuerdo es complicada"

Para Dempsey una reforma interna en Ucrania, de corte federal, es la vía que se está explorando y puede ser la solución "si no llega demasiado tarde" ya que puede alcanzarse "un punto de no retorno".

Además de la compleja situación diplomática, la OSCE debe hacer frente a otras complicaciones, como que las fuerzas separatistas a veces se niegan a reconocer las órdenes de sus líderes políticos en Lugansk y Donetsk.

Y entre las fuerzas ucranianas se cuentan combatientes voluntarios, muchos de ellos ultranacionalistas, que han rechazado cualquier acuerdo y han llegado a amenazar al Gobierno ucraniano por sus "cesiones".

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