La única esperanza para Corea del Norte es la muerte de Kim Jong Il

  • Son muchos los países que mantienen intereses en un giro de la política norcoreana. Washington no ve la manera de deshacerse del actual heredero de la dinastía Kim, que no ha mostrado interés en cambiar el régimen de su padre.
Washington no ve la manera de deshacerse del actual heredero de la dinastía Kim.
Washington no ve la manera de deshacerse del actual heredero de la dinastía Kim.
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Bradley K. Martin, Nagano (Japón) | GlobalPost

La semana pasada Corea del Sur reconoció que algunas de sus tropas habían utilizado imágenes de Kim Jong Il, de su padre y de su hijo, para realizar prácticas militares. El Norte amenazó con represalias por el insulto, a lo que el Sur reaccionó rápidamente ordenando el fin de los ejercicios.

La idea de probar a dispararle a una imagen de Kim Jong Il puede tener su origen en unos soldados altamente motivados que reaccionaron así ante el ataque de Corea del Norte a una isla fronteriza el año pasado. Pero en realidad el ejercicio esconde una verdad mucho más profunda: resulta prácticamente imposible imaginar una solución positiva a los enquistados problemas de Corea del Norte mientras gobierne allí la dinastía Kim, que continúa aplicando las fallidas políticas del difunto 'Gran Líder' Kim Il Sung.

Tom Coyner, director de la publicación Korea Economic Reader que se difunde desde Seúl, destacaba la semana pasada el surgimiento de "un amplio consenso compartido por partes interesadas fuera de Corea del Norte: hemos pasado de una selección de únicamente malas opciones a estar resignados a que no hay opciones que se puedan aplicar de forma realista".

¿Por qué no se admite eso abiertamente?

La eternamente famélica Corea del Norte no sería la única en beneficiarse de la retirada de Kim Jong Il, el 'Querido Líder', hijo y heredero del fundador del régimen. También saldrían beneficiados la mayoría, si no todos, los países con intereses en la región (quizás incluso China). Se podría decir lo mismo sobre el hijo y heredero de Kim Jong Il, Kim Jong Um, que ha demostrado no tener pretensiones de cambiar las políticas familiares cuando le toque gobernar.

¿Por qué no reconocer que hay motivos por los que puede resultar mejor prescindir de esta figura?

Un libro reciente de ficción gira en torno a un plan para asesinar al 'Querido Líder'. Los miembros de la familia gobernante también lo pasan mal en otra novela del mismo autor que aún no ha sido publicada.

Por supuesto, la imaginación de los novelistas no es suficiente para justificar una política gubernamental de EEUU que contemple el asesinato. Bin Laden era un elemento que actuaba al margen de los estados. Intentar asesinar a alguien como Kim Jong Il, que es el líder de un estado soberano, ni siquiera se baraja. Si fuese una práctica respaldada por las leyes internacionales, el líder de cualquier país con enemigos tendría que vivir con el riesgo añadido de poder ser asesinado.

Pero acontecimientos recientes han debilitado ese planteamiento. "Parece que vamos haciendo las leyes internacionales sobre la marcha", asegura vía correo electrónico un ex diplomático estadounidense que quiere permanecer en el anonimato. "Véase el bombardeo de la OTAN al complejo residencial de Gadafi".

Hay además argumentos adicionales en contra de una política abierta de EEUU que fomente un cambio de régimen en Corea del Norte. Uno de ellos es que se desconocen las alternativas posibles.

Un ex militar norcoreano que desertó al sur cuenta que había asistido a una reunión en la que el padre de los programas de armas químicas y biológicas del país alardeó de que el régimen tenía suficientes armas como para arrasar con toda la población de Corea del Sur. Y añadie que eso podría ser necesario, porque los sureños nunca se adaptarían a la ideología del norte.

Durante la administración de George W. Bush, cuando algunos altos cargos estadounidenses analizaron la posibilidad de un cambio de régimen, muchos se alinearon con los analistas que advirtieron que cualquiera que terminase sustituyendo a Kim Jong Il podría acabar siendo peor que él.

Y después está también la pregunta técnica de cómo acabar con un gobernante que tiene tanto miedo a que le asesinen que se mueve constantemente entre sus numerosas opulentas residencias, que evita los aviones y prefiere viajar en su tren privado blindado y que vive rodeado de un bien entrenado y leal cuerpo de seguridad. Ese servicio de élite se multiplicó por 20, hasta llegar a los 70.000 efectivos, después de que los soldados en Rumanía matasen en 1989 a la familia del dictador Ceaucescu.

Si bien un intento de asesinato por parte de EEUU de cualquier líder de Corea del Norte no parece una opción inteligente en la actualidad, de hecho a Washington no le resultaría amarga la muerte de alguno de los Kim, a ser posible a manos de sus propios conciudadanos.

En décadas pasadas un planteamiento de ese tipo podría parecer más bien improbable, dado el fuerte control del régimen de Pyongyang sobre la mente y el comportamiento de sus ciudadanos. Pero ese control ya no es absoluto, y en los últimos años se ha ido erosionando.

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