La vida volvió una década después del asteroide que mató a los dinosaurios

  • El impacto del asteoride de Chicxulub en México hace 66 millones de años descencadenó una extinción masiva.
Dinosaurio
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Cordon Press

El impacto del asteoride de Chicxulub en México hace 66 millones de años descencadenó una extinción masiva que terminó con el reinado de los dinosaurios y extinguió el 75% de la vida, pero menos de una década después rebrotó la vida marina en el cráter generado por el objeto extraterrestre y a los 30.000 años ya había un ecosistema próspero en el lugar.

Ésta es la conclusión de un estudio realizado por un equipo internacional de 38 investigadores de 12 países (Alemania, Australia, Austria, Bélgica, China, España, Estados Unidos, Francia, Japón, México, Países Bajos y Reino Unido) publicado en la revista 'Nature'. Francisco Javier Rodriguez, del Departamento de Estratigrafía y Paleontología de la Universidad de Granada, forma parte de la relación de firmantes del trabajo.

Los científicos se sorprendieron de sus hallazgos, que socavan la teoría de que la recuperación de la vida en los lugares más cercanosal cráter fue más lenta debido a los contaminantes ambientales, como los metales tóxicos liberados por el impacto.

En cambio, la nueva evidencia sugiere que la recuperación de la vida estuvo influenciada principalmente por factores locales, lo que podría tener implicaciones en los entornos sacudidos actualmente por el cambio climático.

"Encontramos vida en el cráter a los pocos años del impacto, lo que es realmente rápido", apunta Chris Lowery, investigador postdoctoral en el Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas en Austin (Estados Unidos) y quien dirigió la investigación.

La evidencia de vida viene principalmente en forma de microfósiles de restos de organismos unicelulares como algas y plancton, así como las madrigueras de organismos más grandes descubiertos en una roca extraída del cráter durante recientes perforaciones científicas.

Los diminutos fósiles son evidencia contundente de que algunos organismos habitaban el cráter, pero también suponen un indicador general de la habitabilidad en el medio ambiente años después del impacto. La rápida recuperación sugiere que otras formas de vida, además de la microscópica, vivían en el cráter poco después del impacto.

"Los microfósiles te permiten ver esta imagen completa de la comunidad sobre lo que está sucediendo. Obtienes un trozo de roca y hay miles de microfósiles allí, por lo que podemos ver los cambios en la población con un alto grado de confianza", apunta Lowery.

Plantas microscópicas

Los científicos encontraron la primera evidencia de la aparición de la vida dos o tres años después del impacto por las madrigueras hechas por pequeños camarones o gusanos. Unos 30.000 años después del impacto, un ecosistema próspero estaba presente en el cráter, con plantas microscópicas que soportan una comunidad diversa de organismos en las aguas superficiales y en el fondo marino. En contraste, otras áreas alrededor del mundo, incluyendo el Atlántico Norte y otras áreas del Golfo de México, necesitaron hasta 300.000 años para recuperarse de manera similar.

El núcleo que contiene la evidencia fósil fue extraído del cráter durante una expedición en 2016. En este estudio, los científicos se centraron en una sección central única que captura el fondo marino posterior al impacto con un detalle sin precedentes. Mientras que las muestras de otras partes del océano contienen solo milímetros de material depositado en los momentos posteriores al impacto, la sección del cráter utilizada en esta investigación contiene más de 130 metros de material, cuyos 75 centímetros superiores se asentaron lentamente desde el agua turbia. Este material proporciona un registro que captura el medio ambiente del lecho marino días o años después del impacto.

"Puedes ver capas en este núcleo, mientras que en otros, en general son mixtas, lo que significa que el registro de fósiles y materiales está agitado, y no puedes resolver pequeños intervalos de tiempo", apunta Timothy Bralower, profesor de micropaleontología en la Universidad Estatal de Pensilvania y coautor del estudio, quien añade: "Tenemos aquí un registro fósil donde podemos resolver los cambios diarios, semanales, mensuales y anuales".

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