Las mujeres pueden ser la solución para el problema afgano, dice emprendedora

  • Las mujeres de Afganistán son "la voz alternativa a la destrucción" y pueden contribuir a levantar el país "con sus manos e hilos", participando en iniciativas como "El Tesoro de Kandahar", la primera y única empresa privada de esta ciudad del sudeste afgano gestionada por personal femenino.

Juan Antonio Sanz

Madrid, 1 feb.- Las mujeres de Afganistán son "la voz alternativa a la destrucción" y pueden contribuir a levantar el país "con sus manos e hilos", participando en iniciativas como "El Tesoro de Kandahar", la primera y única empresa privada de esta ciudad del sudeste afgano gestionada por personal femenino.

Así lo explica la fundadora y presidenta de esa empresa de producción de bordados, Rangina Hamidi, una mujer de origen pashtún, educada en Estados Unidos que se ha convertido en ejemplo para cientos de compañeras que quieren contribuir a la reconstrucción de Afganistán y acabar con el mito de que este país no tiene remedio.

"Lo que intento mostrar a los ojos de la comunidad internacional es que las mujeres afganas no somos parte del problema. No recae sobre nuestros hombros la carga de 35 años de guerra, asesinatos, sangre y destrucción. Como mujeres podemos ser la solución real para el proceso de paz", señala Rangina en una entrevista con Efe.

Esta valiente mujer nacida en Kandahar hace 34 años ha participado en Madrid en las jornadas sobre ese país asiático organizadas en el Círculo de Bellas Artes por la Asociación por los Derechos Humanos en Afganistán (ASDHA) y el Afghanistan Analysts Group (AAG).

En su intervención, Rangina habló sobre su empresa y sobre las oportunidades que ha sabido crear en la ciudad que fue la cuna del movimiento talibán en 1996 y que aún hoy día es uno de los focos del fundamentalismo islámico afgano.

"Mi principal propuesta en el encuentro de Madrid ha sido subrayar la necesidad de que es necesario invertir en las mujeres, como parte de esa solución pacífica para Afganistán", refiere a Efe.

En "El Tesoro de Kandahar", explica Rangina, "se emplean 370 mujeres. La mayor parte, 350, trabaja desde su casa, de manera que se tienen en cuenta la realidad de una sociedad eminentemente patriarcal, como es la afgana, que contempla con mucho recelo que una mujer gane dinero fuera de su entorno doméstico".

Otro objetivo de esta iniciativa es resucitar un arte, el del bordado, que estas mujeres conocen y que ahora pueden presentar al mundo.

Rangina y su familia abandonaron Afganistán en 1981, cuando el país se encontraba ya en manos soviéticas; primero se establecieron en el vecino Pakistán y en 1988 marcharon a Estados Unidos, el segundo hogar de esta mujer.

A su retorno a Afganistán en 2003, Rangina Hamidi se comprometió inmediatamente con la defensa de los derechos civiles y la búsqueda de oportunidades para las mujeres, que, insiste, son el futuro de su país devastado por décadas de guerra.

Su propio padre, Ghulam Haidar Hamidi, fue asesinado en julio pasado, cuando era alcalde de Kandahar, en un atentado con bomba atribuido a los talibanes.

Sin embargo, Rangina no tiene palabras de odio contra los integristas: "Sabemos que algunas de las mujeres que trabajan con nosotros son parientes de los talibanes, pero son precisamente estos hombres quienes más aprecian nuestro trabajo y muestran su apoyo a nuestra labor".

Subraya que el mundo ha hecho una fotografía en blanco y negro de su país, pero los propios talibanes, "a quienes se acusa de ser sólo unos monstruos", cuando retornan a sus hogares al final del día, "son como cualquier otro ser humano".

Así ocurre también en "El Tesoro de Kandahar", donde "toda mujer que participa en la empresa es igual a sus compañeras, independientemente de su origen y de su fe", asegura Rangina.

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