Las provocaciones ultraderechistas y la violencia salafista alarman Alemania

  • Una campaña de la ultraderecha exhibiendo caricaturas de Mahoma junto a mezquitas y la violenta respuesta de militantes salafistas sacuden el populoso estado de Renania del Norte-Westfalia (oeste de Alemania), convertido en escenario de provocaciones entre dos colectivos extremistas y minoritarios.

Gemma Casadevall

Berlín, 9 may.- Una campaña de la ultraderecha exhibiendo caricaturas de Mahoma junto a mezquitas y la violenta respuesta de militantes salafistas sacuden el populoso estado de Renania del Norte-Westfalia (oeste de Alemania), convertido en escenario de provocaciones entre dos colectivos extremistas y minoritarios.

Los mítines de Pro-NRW, una formación islamófoba marginal, despiertan estos días más atención mediática que las fuerzas democráticas con opciones a gobernar en este "Land", donde el domingo se celebran comicios legislativos, los últimos del año electoral alemán.

La formación, surgida en 2007 como plataforma de protesta contra la construcción de mezquitas y con representación en el ayuntamiento de Colonia, tiene apenas 900 miembros y sus actos son secundados por menos de medio centenar de seguidores.

Desde el Primero de Mayo, cada unas de sus acciones conlleva un despliegue policial de más de mil agentes, con el cometido de evitar que los salafistas se lancen contra los expositores de Pro-NRW, donde se exhiben, entre otras, las caricaturas del danés Kurt Westergaard, cuya difusión en 2005 desató la violencia en todo el mundo musulmán.

La provocadora acción del partido islamófobo tiene lugar en las inmediaciones de mezquitas de cualquier ciudad de ese populoso "Land" y la respuesta de los salafistas es automática, como si ambos colectivos extremistas se coordinaran entre sí.

Ni las autoridades del "Land" pueden prohibir la exhibición de los dibujos -autorizada por varios tribunales de ese estado- ni tampoco Westergaard ha logrado que se retiren, pese a haberse distanciado públicamente de la campaña de propaganda islamófoba.

El ministro alemán de Interior, Hans-Peter Friedrich, anunció hoy que se estudiará, caso a caso, la posibilidad de expulsar del país a los radicales salafistas, así como de prohibir sus organizaciones.

En toda Alemania hay localizados entre 2.500 y 4.000 salafistas -del total de 3,5 millones de musulmanes del país- y, según Interior, casi todas las células radicales islamistas hasta ahora desarticuladas en el país estaban vinculadas a esa minoría.

La violencia entre ese grupo y Pro-NRW se desató el Primero de Mayo, coincidiendo con las concentraciones de todo signo del Día del Trabajo, y los primeros encontronazos serios se produjeron en Solingen, cuando los salafistas lanzaron piedras y palos contra los expositores de Pro-NRW.

El colectivo musulmán es especialmente activo en Solingen, ciudad donde en 1992 se produjo el más grave ataque racista de la Alemania moderna, en el que cinco turcas de entre 4 y 25 años de una misma familia murieron en un incendio provocado por cuatro neonazis.

Lo que empezó como una manifestación espontánea de centenares de musulmanes derivó en batalla campal, al romper un grupo de salafistas el cordón policial que protegía el acto islamófobo.

El propio Consejo de los Musulmanes del "Land" se distanció de esa escalada de violencia y recordó que los salafistas son una minoría de su colectivo y que ni siquiera todos son violentos.

Los incidentes se reprodujeron el pasado fin de semana en Bonn, la antigua capital federal, con un centenar de detenidos y una treintena de policías heridos, dos de ellos de gravedad por arma blanca.

La tarde del martes se produjeron incidentes similares, aunque de dimensiones menores, en parte porque las autoridades dispusieron un despliegue mayor -1.500 agentes- para una concentración de menos de treinta seguidores de Pro-NRW y de unos cincuenta salafistas.

El seguimiento mediático de estas acciones supera con creces el de todo mitin de la Unión Cristianodemócrata (CDU) con Angela Merkel o del Partido Socialdemócrata (SPD) que gobierna el "Land" con los Verdes y que, según los sondeos, reeditará su coalición.

Los militantes de uno y otro bando son minoría y ambos colectivos están bajo vigilancia permanente de los servicios de observación de Interior, uno de los tres departamentos de los servicios secretos alemanes, junto a los del espionaje exterior y el militar.

Mientras que Pro-NRW se espera diluya sus acciones tras los comicios del domingo (hasta ahora nunca ha obtenido escaños más allá de algunos puestos en corporaciones locales), el colectivo salafista es motivo de preocupación del espionaje por su gran operatividad.

Recientemente, esta minoría musulmana provocó un gran revuelo, con un reparto masivo de centenares de miles ejemplares del Corán, gratis y en alemán, en ciudades de todo el país, en lo que los servicios de seguridad vieron una intencionalidad proselitista.

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