Libia. Anasagasti a zapatero: “la alianza de civilizaciones no casa bien con mandar fuerzas militares a libia”


El portavoz del PNV en el Senado, Iñaki Anasagasti, advirtió esta tarde al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de que su iniciativa de la Alianza de Civilizaciones “no casa bien” con mandar militares a Libia, y denunció su “tibieza” en la defensa de los derechos humanos frente a los dictadores.
En la sesión de control al Gobierno en el Senado, Anasagasti comparó a Rodríguez Zapatero en su defensa de esa idea con Cristóbal Colón, “que salió sin saber dónde iba, cuando llegó no sabía dónde estaba, cuando volvió no sabía de dónde, y lo hizo con ayuda de no sabemos quién”.
Los hechos recientes en el mundo árabe “desmienten”, en opinión de Anasagasti, que esa iniciativa haya servido “para gran cosa”, porque esos pueblos quieren “la ley sobre la fuerza, la democracia sobre la dictadura, la libertad frente a la opresión, y sobre todo distribución de riqueza” y las voces que se han escuchado son como las que se oían en España al final de la dictadura.
El presidente subrayó que la Alianza de Civilizaciones fue copatrocinada por Turquía y está ya insertada en el sistema de Naciones Unidas, institución internacional básica para la garantía y defensa de los derechos humanos, por lo que “no se puede comprender” sin ellos.
Por ello, definió la Alianza de Civilizaciones como “un medio” de defensa y expansión de los derechos humanos mediante el diálogo entre culturas diferentes con influencias religiosas diversas, con el objetivo de que la defensa de los derechos humanos sea transversal y quepa en todas las culturas.
En el Grupo de Amigos de la Alianza hay 127 países, entre ellos Estados Unidos o todos los de la Unión Europea, además de emergentes como Brasil o India o del mundo árabe, como Marruecos.
Anasagasti concluyó que “esperábamos muchísimo más de usted” porque podría haber hecho más en la lucha contra los autócratas, con los que España siempre “se ha llevado muy bien” para defender sus intereses, evitar oleadas de inmigración ilegal o frenar el terrorismo, objetivos que juzgó razonables pero no suficientes.
La política exterior, reclamó, hay que definirla “más allá” de los intereses comerciales y superando iniciativas “desteñidas” que sólo pretenden “tranquilizar conciencias” pero nunca “interrumpir la siesta de los dictadores”.
Precisó que con sus reflexiones no sugiere desestabilizar Marruecos, “somos gente normal y aseada”, pero advirtió de que la democracia no es compatible con un rey “empresario” que además es “muy corrupto” y lo puso como ejemplo de lo mucho que queda por hacer en el mundo árabe hasta llegar a la democracia.
Reprochó además al presidente que nunca “movió un dedo” para flexibilizar el régimen de Ben Ali en Túnez y de hecho España se lamentó por no haber tenido tiempo en su Presidencia rotatoria de haber consolidado una relación con la UE similar a la que disfruta Marruecos.
En ese punto, el presidente le pidió “que se informe” porque, precisamente, uno de los principales opositores democráticos a Ben Ali formó parte de la Alianza de Civilizaciones, lo que “molestó extraordinariamente” al régimen, y de hecho su esposa formó parte del gobierno provisional de transición.
Añadió además que no ha sido casualidad que haya sido el primer mandatario de la Unión Europea en viajar a Túnez tras la caída de Ben Ali, a cuya oposición democrática “hemos apoyado” desde hace tiempo y no porque España tenga allí intereses económicos, precisó.
Los jóvenes socialistas le pidieron cuando ganó las elecciones que no cambiara, recordó Anasagasti, “y yo que le conozco desde hace 25 años, no le reconozco”.
“No le reconocí”, le dijo, cuando su ministro Juan Fernando López Aguilar dijo al embajador de Estados Unidos que pondría “todo el empeño” en tumbar la investigación judicial sobre José Couso, algo que dio por sentado por que cree más en los papeles de Wikileaks que en López Aguilar, “porque le conozco”.

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