Los asuntos 'tabú' que los candidatos esconden para ganar el 20D

    • Medidas impopulares, como las subidas de impuestos o el aborto, pasados que pasan factura...
    • Los partidos fijan los asuntos que les quitan votos, y que deberán esquivar en la recta hacia el 20-D.
Rivera, Sánchez e Iglesias, este lunes, en el debate organizado por El País.
Rivera, Sánchez e Iglesias, este lunes, en el debate organizado por El País.

El desenlace del debate a tres en el diario El País deja una conclusión... triste. Al igual que la contraprogramación de todo un presidente, Rajoy, que prefirió el cara a cara a solas con un periodista. Fue una muestra más de que los políticos de hoy, incluidos los españoles, renuncian a lo que haga falta para ganar y están dispuestos a decir lo que haga falta con tal de lograrlo. Las encuestas están por encima de las ideas.  Todo en política tiene un precio. Si Iglesias ha tenido que renunciar a la renta básica, Rajoy ha perdido su campaña en contra del aborto. Rivera fue directo con la intervención en Siria, el copago, y la reforma del IRPF, pero empieza a ceder, sin desvelar sus pactos, mientras que Sánchez quiere poner en valor la marca PSOE, aun a costa de sublimar la herencia de ZP y denostar todas las leyes del PP.  Con la llegada de las redes sociales, que muestran casi al instante las reacciones de la sociedad ante cualquier paso que de un partido, los representantes públicos se han doblegado a la opinión de las masas y no dudan en rectificarse y desdecirse con la encuesta en la mano. Llegan los candidatos veleta"Es el ejemplo que hemos visto con Pablo Iglesias, que al no tener un discurso definido, varía su intensidad en función de dónde esté. Sánchez también es un candidato veleta", explica a lainformacion.com Fran Carrillo, analista electoral y director de la Fábrica de Discursos.Más imagen y menos programa, llega el showEl sociólogo Eduardo Castillo, investigador del Centro de Marketing Político, tiene una explicación para lo que está ocurriendo en España hoy. "Se corresponde con un proceso de americanización de las campañas"."No es tan importante la ideología como el liderazgo. El programa queda en un segundo plano y lo esencial es la imagen del candidato", comenta a lainformacion.com "Los partidos políticos han perdido la capacidad de movilización y de organización de la sociedad. Son meros interlocutores entre las demandas de la sociedad y la puesta en marcha efectiva de esas políticas", asegura. Para este sociólogo, la situación actual en la política se veía venir, "desde la consolidación de las encuestas como barómetro sociológico fiable", aunque las nuevas tecnologías han acelerado el proceso, ya que la información circula mucho más rápidamente por lo que los cambios de opinión son mucho más inmediatos.  De la ideología al centro para todos"Durante el siglo XX, los partidos fueron maquinarias ideológicas, uno se unía a un partido en función de sus ideas. Con el fin de comunismo, los partidos se vieron obligados a girar al centro y a renunciar a los temas más ideológicos. La izquierda y la derecha se tuvieron que adaptar a situaciones que distaban mucho de su lucha anterior", explica. Con este nuevo panorama, cuenta Castillo, los partidos dejaron de ser entes a los que la ciudadanía se acercaba, sino que son ellos lo que han tenido que "adaptarse a la sociedad y no al revés".La política ya no habla de valores, solo de poder"El voto es un incentivo claro para los políticos. La política no es ya un debate sobre valores, su sentido es ahora alcanzar el poder y negociar para conservarlo", mantiene. Fran Carrillo, coincide con su opinión. "Es la enfermedad de las encuestas. Estamos dando un poder enorme a los encuestadores. Y no son infalibles porque, al final, la gente el día de las elecciones vota lo que le da la gana. No dejan de reflejar una mera intención. Que un candidato se guíe solo por las encuestas en peligroso ya que al no tener coherencia, no hay credibilidad. Vivir para las encuestas no es una buena estrategia a largo plazo. Deben servir como apoyo, pero sin cambiarnos a nosotros mismos. Eso, al final quita, votos", sostiene. En este sentido, para Eduardo Castillo, la banalización de la política no solo es culpa de los partidos, también es culpa de la sociedad. "Los políticos quieren adaptarse al votante medio. No hacen otra cosa que responder a lo que la sociedad está demandando. La gente no demanda a alguien con valores, demanda a alguien con quien se identifique y que diga lo que quiere oir.El político lo hace porque, si no pierde las elecciones. La sociedad ha perdido valores y, en consecuencia, cada vez se ven debates políticos más chabacanos, menos profundidad y más volatilidad", concluye.Lo que se esconde importa más que lo que se dice

Existe un lema esencial en cualquier estrategia de comunicación: en la mayoría de los casos, lo que se esconde importa más que lo que se cuenta. Los partidos lo saben y por ello, las campañas tratarán de esquivar aquellos asuntos que puedan suponer un coste demasiado elevado en lo que a votos se refiere. La agenda de seguridad, con la postura ante los bombardeos en Siria, ha obligado a los candidatos a recurrir a la ambigüedad para evitar un tema que, se sabe, puede desactivar a su electorado.Rajoy: Aborto, bombardeos en Siria y corrupción

Aborto: El programa de los populares no incluye ninguna mención a la Ley de Salud Sexual e Interrupción Voluntaria del Embarazo, un asunto controvertido que en esta legislatura provocó una de las mayores crisis del partido.  El proyecto inicial recogía sólo dos supuestos en los que la mujer podía interrumpir su embarazo, el de violación y el de grave peligro para la salud física o psicológica de la madre.  La reforma provocó reacciones incluso dentro de las propias filas del PP, con varios dirigentes, entre ellos el presidente de Galicia o Extremadura, partidarios de dar más libertad a la mujer para decidir poner fin a su embarazo y se saldó con la salida del Gobierno del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón.

La reforma actual, muy rebajada, contempla que las menores de 16 años habrán de necesitar autorización paterna para abortar.  En su lugar, el programa de los populares contempla un plan de apoyo a la maternidad, con medidas de prevención y ayudas en el embarazo y tras el parto.

Corrupción: Es un asunto por el que el partido pasa de puntillas en todas sus intervenciones. Los mensajes son dos: una relativa autocrítica asumiendo que la corrupción ha hecho daño “a todos” los partidos, y la puesta en valor de las medidas en la materia aprobadas por el Ejecutivo. No hay más. El caso Bárcenas, o el Rato, siguen pesando como una losa en el partido y se saben ataques fáciles para el adversario. Al PSOE se le rebate con los ERE, a Podemos con Monedero y a Ciudadanos, con su inexperiencia de gestión.

Respuesta bélica al yihadismo: La consigna es clara. Evitar cualquier decisión hasta después del 20-D. En el PP suena aún presente el “no a la guerra” y la foto de las Azores. Según un sondeo de Sigma Dos para El Mundo, el 54% de los españoles rechaza la intervención militar en Siria. Rajoy se excusa en que no ha recibido por el momento ninguna petición formal de Francia, país que impulsa la campaña de bombardeos contra Estado Islámico, aunque las evidencias dejan claro que el asunto suscita nerviosismo en filas populares.

La urgencia de blindar cualquier iniciativa hasta pasadas las generales llevaron incluso al Gobierno a desautorizar al ministro de Exteriores, quien hace unos días aseguró que España desplegaría tropas en Mali y República Centroafricana dedicadas a la lucha contra el Estado islámico en Siria. “Esa hipótesis no está encima de la mesa”, zanjó unas horas después la vicepresidenta.

Medidas contra el desafío secesionista: En el PP no se oculta que la situación de vacío presidencial en Cataluña supone un respiro en plena campaña. El escenario de bloqueo evita también la toma de medidas contra el reto independentista, y permite a Rajoy mantener un discurso tranquilo en torno al tema. Aplicación de la ley, defensa de la unidad, apelación constante a la Constitución... son mensajes estándar que se repiten en sus intervenciones. El debate sobre la aplicación del artículo 155, que genera divisiones en el partido, queda, por el momento, en stand by.

Precariedad laboral: Otro de los asuntos que incomodan. Rajoy saca pecho de la mejora de los indicadores macroeconómicos, y de la creación de empleo en el último año, y fija como promesa que en 2020 haya 20 millones de españoles trabajando. Pero trata de evitar las alusiones a la calidad del empleo creado. “Es un mantra de la izquierda”, rebaten en sus intervenciones.

Por todo ello Rajoy huye de los debates con los emergentes. Les davisibilidad cuando le interesa ser un hombre de Estado, pero no cuando es el candidato. Así, decide no ir a un todos contra una y prefiere contraprogramar (¡siendo presidente!) a sus rivales que dar la cara ante ellos. Ya hay muchos que le dan ganador de un debate en el que lo que hubo fue una silla vacía.Pedro Sánchez: herencia de ZP y pactos

¿Singularidad catalana? Es un asunto delicado para los socialistas. La postura del partido sobre la definición de Cataluña ha sido una tradicional fuente de conflictos. Entre el “derecho a decidir” del exdirigente catalán Pere Navarro a la nación o no nación, la formación opta ahora por el “hecho diferencial” de su “singularidad” y las premisas de la Declaración de Granada. No ocultan, en cambio, que se trata de un debate siempre presente en Ferraz y que las posibles soluciones generan divisiones.

La herencia de Zapatero, sí, pero la social: La inexperiencia de gestión de los partidos emergentes se combate, sostiene el bipartidismo, enfatizando la trayectoria de gobierno de PP y de PSOE. La estrategia es arriesgada, teniendo en cuenta que en la sociedad perdura aún la sombra de la crisis y su negación por parte de Rodríguez Zapatero. Pedro Sánchez acudió al debate con Rivera e Iglesias con la lección aprendida. Reivindicar la herencia sí, pero ante todo, la social. Los socialistas quieren poner en valor leyes como la de dependencia y de matrimonio homosexual o su lucha por la igualdad de la mujer. Y menos, las cifras económicas de sus últimos años de gobierno.

Los pactos con Podemos: Tras negarlo por activa y pasiva, Sánchez acabó dando vía libre a los pactos con el partido de Iglesias para arrebatar el poder a los populares tras el 24-M. La convivencia no es fácil, y resulta también motivo de desacuerdos internos.  El secretario general de Podemos no cierra la puerta a pactar después el 20-D, aunque prefiere evitar el asunto. Argumenta que la formación ha abandonado su retórica “populista” y “ha cambiado mucho” desde sus inicios”.

Caso ERE: Pese a que se insiste en la regeneración, el caso ERE pasa factura. En especial, por la dilación del partido para adoptar medidas contra los expresidentes de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves y José Antonio Griñán. La cuestión de si se debe apartar a un cargo orgánico cuando resulte imputado o en el momento de apertura de juicio oral no tiene consenso en el partido y el debate, de cara a la opinión pública, también perjudica.Albert Rivera: impuestos y sombra de derechas

Las alianzas: Por activa y por pasiva se ha negado Albert Rivera a despejar su estrategia de pactos tras el 20-D. La consigna es clara, “salir a ganar”, aunque la formación se sabe codiciada. Con las encuestas a favor-segundo, con escaso margen incluso ante el PP- la última táctica pasa por desmarcarse del bipartidismo y defender su independencia. Asegura ahora que no dará su apoyo ni a PP ni a PSOE y que, en caso de no ganar, se mantendrá en la oposición.

Subida de impuestos: El programa fiscal de la formación naranja contempla el fin del IVA superreducido del 4% para los productos básicos. Una medida, sin duda, impopular y frente de ataque para sus adversarios. El partido argumenta que la compensará con la rebaja de otros tipos y del IRPF, así como con el “complemento salarial” para las rentas más bajas. La cuestión es que la ciudadanía penaliza el oir hablar de una subida de impuestos, y seguramente no se atenga a explicaciones.

¿Bombardear sí o no? Pocos días después de los ataques de París, Rivera se mostró partidario de apoyar una hipotética intervención militar en Siria. “Dentro de la OTAN y de los acuerdos de la ONU y respetando la legalidad”, matizó. La postura suscitó rechazos y ha llevado al líder de Ciudadanos a mantener desde entonces una posición mucho más indefinida. Evita hablar de bombardeos, y se ampara en la necesidad de ser “solidario con los aliados”. La política belicista, sin duda, es uno de los asuntos más calientes para los de Rivera.

La sombra de la ultraderecha: Dos debates y dos ataques idénticos. Primero fue Pablo Iglesias, el pasado viernes. Este lunes, Pedro Sánchez. La alianza de Ciudadanos con Libertas, formación tachada de xenófoba, para las europeas de 2009 ha salido a relucir, muy a pesar de sus dirigentes. A ello se añaden otras polémicas, como la restrictiva atención sanitaria a inmigrantes sin papeles, defendida por el partido en Cataluña. En su programa recoge que la atención se limitará a menores, embarazadas y enfermos crónicos.Pablo Iglesias: De radical al nuevo Felipe

Renta sí, renta no: El eterno debate para los de Iglesias y paradigma del viaje a la moderación del partido. De la renta básica para todo ciudadano “por el mero hecho de serlo”, recogida en el programa para las europeas, se ha pasado a un sistema de rentas más restrictivo y destinado a paliar situaciones de vulnerabilidad. Algo similar ocurre con las nacionalizaciones, que ahora son “excepcionales”, o el impago de la deuda, que prefiere ahora diluirse en una auditoría.

El legado del 78: De aquel “abrir el candado del 78” a rechazar un “proceso constituyente”. Es otro ejemplo de la metamorfosis del partido morado. La formación rechaza ahora la urgencia de ese proceso y en su lugar propone una amplia reforma con cinco grandes ejes: la despolitización de la Justicia, una nueva ley electoral, el blindaje de los derechos sociales, inclusión de medidas contra la corrupción como prohibir las puertas giratorias y el reconocimiento el derecho a decidir de los territorios.


Cambio de tono: De un Iglesias huraño con ceño fruncido, a otro más amable y relajado. Ya dijo que no podía ser el hombre de palabras duras y de ironía afilada de las aulas. Ahora quiere gobernar y eso no es posible. Hay que pasar por el tamiz de responsable. Maduro ya no es un referente y la OTAN no es tan mala si vamos con un JEMAD de la mano. Es la actitud que se aprecia desde hace un tiempo en las intervenciones del líder de Podemos. ¿Cuál es su carácter real? La moderación, también en el tono, genera desconfianza y suspicacias en torno a las auténticas intenciones del partido.

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