Los primeros refugiados sirios, frente al control fronterizo en Alemania

  • Tres jóvenes sirios se disponían a cruzar a pie la frontera entre Austria y Alemania poco después de las 21H00, cuando policías alemanes les cortaron el paso. La reintroducción de los controles fronterizos acababa de entrar en vigor.

Pocos minutos antes, los policías alemanes habían empezado a instalar sus conos rojos en la carretera, pero los jóvenes aún no estaban al corriente de que Alemania ya no los acogería con los brazos abiertos.

El ministro de Interior germano había anunciado a lo largo del día el restablecimiento temporal de controles en la frontera para "contener" la llegada de decenas de miles de solicitantes de asilo, que el país tiene problemas para gestionar.

El viaje de los refugiados se detiene, al menos provisionalmente, en el punto fronterizo entre la ciudad bávara de Freilassing (sureste de Alemania) y la ciudad de Salzburgo, en Austria. "Control de pasaportes, por favor", dice el policía, al bloquear el paso a los tres jóvenes sirios.

Los tres hombres, cansados de una larga caminata, se sientan en el arcén de esta frecuentada carretera nacional, que conecta los dos países.

"Caminamos desde hace 22 días a través de Europa", explica a la AFP Hatem Ali Ahaj, de 27 años, quien tiene problemas para respirar bien. Para tratar su asma, insufla una dosis de medicamentos con su aerosol.

Su historia es la de miles de solicitantes de asilo, que huyendo de guerras y persecuciones intentan llegar a Alemania a través de los Balcanes. Tras su llegada a Grecia, primero tomaron un autobús, a continuación atravesaron a pie Macedonia, Serbia y Hungría, antes de llegar a Salzburgo en tren.

El viaje debía continuar hasta la ciudad alemana de Stuttgart (suroeste). "Pensamos que Alemania es el único país de Europa que nos trata como seres humanos", explica el refugiado.

El desarrollo de los acontecimientos para este sirio, su hermano de 16 años Maged y su primo de 28 años Achmed Mustafa, quienes huyeron de la ciudad siria de Raqa (este), donde el grupo yihadista Estado Islámico tiene su bastión, es incierto.

Incluso el policía de Freilassing parece no saberlo. "¿Hola? Aquí tenemos a tres sirios. ¿Qué debemos hacer?", pregunta por enésima vez por radio uno de los agentes, mientras los tres refugiados esperan en el arcén desde hace ahora una hora.

La decisión de Berlín sobre la recuperación de los controles cayó de repente, sin aparentemente haber clarificado por el momento los detalles. ¿Qué hacer con los refugiados? ¿Devolverlos a Austria o darles la posibilidad de presentar una solicitud de asilo en Alemania?

Mientras esperan la respuesta, los policías se apresuran a reducir la circulación a un solo carril. Todos los vehículos son controlados con linternas y los documentos de identidad, exigidos.

Alrededor, muchos vehículos de policía pasan a gran velocidad en esta pequeña localidad fronteriza. Las fuerzas del orden empiezan a montar guardia progresivamente en los diferentes pasos fronterizos.

Este trasiego no asusta a los tres sirios. "Son los mejores policías que he encontrado hasta el momento en Europa", exclama Hatem Ali Ahaj, quien muestra por tercera vez esta noche su pasaporte sirio a los agentes.

"El primer policía me ha dicho 'Bienvenido a Alemania' y después ha sonreído", añade.

Tras numerosas idas y venidas y una espera de hora y media, la situación empieza a esclarecerse finalmente. Los policías conducirán a los tres jóvenes a un primer centro de acogida para refugiados, donde podrán descansar. En Alemania.

Los policías retoman su trabajo y, poco tiempo después, detienen en el mismo lugar a un italiano con ocho refugiados sirios en su camioneta.

ran-ylf/abk/tjc

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