Pedro Sánchez es ya alternativa un año después del 'golpe' del otro 1-O

  • Si alguien le hubiera dicho a cualquier socialista hace un año que su partido estaría como ahora seguramente no se lo creería.
Pedro Sánchez el día que dejó el escaño en el Congreso
Pedro Sánchez el día que dejó el escaño en el Congreso

Era sábado uno de octubre. El cambio de líder en el PSOE se había estado gestando durante varias semanas y tenía que culminar con un dramático y eterno Comité Federal que fue retransmitido minuto a minuto por las redes y por la Televisión. De aquellos barros vienen estos lodos. Las formas y el fondo de aquel día negro para el socialismo español todavía hoy están en la retina de los militantes y de muchos simpatizantes. Las formas no fueron las mejores: insultos, gritos y llantos. Y el fondo, un cambio de líder para virar hacia la abstención y permitir un Gobierno en minoría de Rajoy. Todo esto después de la campaña del 'no es no'.

Pedro Sánchez entró como secretario General de los socialistas a Ferraz y decidido a dar la batalla, a pesar de lo dicho horas antes por la "máxima autoridad del PSOE" (Verónica Pérez, fontanera de Susana) que ya había dado por amortizado al madrileño en una de las intervenciones más autoritarias que se recuerdan en un partido político. Verónica Pérez había estado preparando al detalle lo que algunos calificaron como 'Golpe de Estado'.

El líder del PSOE se mostraba decidido a resistir con el apoyo de los suyos y ya había anunciado que no dimitiría aunque el Comité Federal le tumbara su propuesta de calendario exprés que le permitiría blindarse al frente del partido. Aún hoy no sabemos para qué, si para formar un gobierno alternativo a Rajoy o para afrontar unas terceras elecciones. Sin embargo, después de doce horas muy broncas, unas urnas escondidas y sensaciones de pucherazo, Sánchez claudicó. Aceptó la votación y lo que muchos sostenían salió a la luz. Estaba en minoría. Su propuesta fue rechazada por 132 votos frente a 107. Pasadas las ocho de la tarde anunciaba su dimisión.

En ese momento algunos le dieron por muerto. Incluso los más cercanos. Sin embargo, pronto empezaría la resurrección de Sánchez. Primero en 'Salvados' donde confirmó un acercamiento a Podemos y después cuando renunció a su escaño para no abstenerse en la investidura. Algunos le volvieron a matar: "no se puede ser líder de la oposición sin estar en el Parlamento", pensaban.

Dimisión y renuncia al escaño

Contra todo pronóstico, Sánchez dominó los tiempos a la perfección. Anunció sin confirmar que se presentaría a las primarias. Se rodeó de un equipo de fieles a los que después ha recompensado siendo parte de su núcleo duro: Ábalos, Margarita Robles, Adriana Lastra, Odón Elorza o Zaida Cantera. Todos le ayudaron y viajaron por España sin descanso. Hasta el anunció definitivo en Dos Hermanas junto al alcalde rebelde del PSOE andaluz a pocos kilómetros de Triana. Antes había dejado que Patxi López se tirara a la piscina en un vano intento de que alguno de los dos bandos tirara la toalla. Después vino la presentación de Susana rodeada de las viejas glorias del partido que tanto perjudicó a la sevillana y benefició al madrileño.

Fue casi como un parto. Tan solo ocho meses después de haber dimitido, Pedro Sánchez era de nuevo elegido líder socialista. La victoria tan rotunda, con más del 50% de los votos, le hacía un líder más fuerte. Además de rodearse de un ejército de pretorianos, eliminó las cuotas y neutralizó a los barones al apartarles de la dirección. A los 'enemigos'. poco. Ha integrado a uno de los rivales en las primarias, Patxi López, en la Ejecutiva, y solo a un 'susanista', Guillermo Fernández Vara, al que premió por su sinceridad y lealtad.

Oposición interna

Sin embargo, esta misma semana, se ha podido comprobar que Pedro no ha contrarrestado del todo la oposición interna. Susana Díaz sigue enredando desde Andalucía: ya lo hizo con Rubalcaba, después en la primera etapa de Sánchez y ahora lo hace de nuevo, aunque con menos fuerza que anteriores ocasiones. El secretario general no olvida y está dando batalla con aquellos barones que le combatieron con más dureza. En la comunidad valenciana perdió su apuesta con Ximo Puig, este fin de semana ha sido García Page y en unas semanas le toca a Javier Lambán.

Sánchez se vio con las manos libres para reorientar al PSOE a la izquierda y todo indica que lo está haciendo con éxito. En el último CIS los socialistas se quedaron a cuatro puntos del PP superando el 25% de los votos superando en más de seis puntos a Podemos y alejando definitivamente el fantasma del 'sorpasso'.

Giro a la izquierda

Además de recuperar votantes del partido de Pablo Iglesias, lo hace sobre todo de las confluencias, de En Marea en Galicia, En Comú Podem en Cataluña y Compromis en Valencia. La imagen de hombre de Estado que se ha labrado en la crisis catalana, en la que ha apoyado sin fisuras al Gobierno (pero dejando la iniciativa a Rajoy) y se ha posicionado claramente en contra del referéndum, le ha permitido no perder votantes por la derecha. Defender el Estado de Derecho y alejarse de Podemos en esta cuestión también parece darle réditos.

La estrategia del equipo del líder socialista es clara: ganar la izquierda primero, el centro vendrá solo. Parece que le sale bien: en el último CIS el PSOE era el primer partido entre los votantes que se posicionan con un 5 en la escala ideológica (por encima de Ciudadanos), mejorando claramente los datos de la Gestora.

Así pues, se puede decir que la salud del PSOE es la mejor de los últimos años. Desde luego mucho mejor que la de hoy exactamente hace un año. Quién se lo iba a decir al propio Sánchez y a todos los miembros que asistieron a ese esperpéntico y bochornoso Comité Federal. Los socialistas van marcando el paso, ensanchan poco a poco su electorado y encaran un posible adelanto electoral, tanto en Cataluña como en el resto de España, en una posición inmejorable.

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