Primeras damas, el perfecto segundo plano de los presidentes

    • La figura de la primera dama no está contemplada en nuestro ordenamiento, no tienen atribuciones determinadas, ni un presupuesto específico y cada una escoge libremente los actos institucionales a los que quiere asistir.

Las primeras damas iberoamericanas cumplen una agenda privada paralela a la Cumbre
Las primeras damas iberoamericanas cumplen una agenda privada paralela a la Cumbre
PGL

La pasada cumbre Iberoamericana celebrada en Panamá nos dejó una imagen que empezaba a ser muy poco frecuente en nuestra política: la presencia de la primera dama, Elvira Fernández, que acompañó a su marido e incluso tuvo su propia agenda junto a las esposas del resto de mandatarios. La figura de la primera dama no tiene trascendencia política ni institucional en prácticamente ningún país del mundo peroen Latinoamérica, siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos, se le concede cierta función social, aunque sólo sea protocolaria.De ahí que las primeras damas contasen con sus propios compromisos, que incluían una visita al Museo del Canal de Panamá, una conferencia sobre autismo o una exposición sobre artesanía panameña.

En España la figura de la consorte cuenta con poco peso específico aunque quizás sea porque así lo ha querido la mayor parte, pues son las primeras damas quienes han ido moldeando el cargo y dejando en él su impronta. "Desde el inicio de la democracia, cada esposa de un presidente del Gobierno ha tenido que reinventar el papel de la primera dama. Esto tiene que ver con un modelo determinado de matrimonio y en muchos casos con una forma de funcionar pactada entre marido y mujer", explica María Ángeles López de Celis, autora de 'Las damas de la Moncloa' (Editorial Espasa, 2013).

Así, en los 37 años de democracia hemos contado con primeras damas totalmente ajenas al cargo, como Sonsoles Espinosa, que apenas acompañó a su marido – José Luis Rodríguez Zapatero – en cuatro o cinco ocasiones manteniendo con absoluto celo su intimidad. Y con otras que se han dedicado por entero a la laborcomo Ana Botella, que llegó a contar con secretaria, dos funcionarias de apoyo y una jefa de prensa cuando ejercía de presidenta consorte, una tarea a la que se dedicaba las 24 horas del día."Ana Botella aparcó toda su actividad profesional para complementar la labor de su marido como presidente. Le acompañaba a su marido en todos los viajes oficiales, gestionaba almuerzos en Moncloa, organizaba eventos culturales y artísticas y tenía una agenda tan repleta de compromisos como su propio marido", cuenta María Ángeles López de Celis.

En un puesto intermedio estaría Carmen Romero, que en sus casi quince años en la Moncloa tuvo tiempo para alternar momentos de más dedicación con otros más reservados, aunque en general supo compaginar bien su esfera privada con el cargo de su marido. "Las esposas de los dos primeros presidentes, Amparo Illana y Pilar Ibáñez-Martín, tuvieron un papel algo distinto porque se trataba de una época con menor actividad política – el Estado tenía un menor tamaño, no existía la UE, ni había tantos compromisos internacionales – pero también colaboraron con sus maridos, sobre todo Pilar, que era consultada a menudo por Leopoldo Calvo Sotelo", afirma.La primera dama en América

En otros países, como en Estados Unidos,la esposa del candidato tiene un papel esencial en la campaña electoral de su marido y si este llega al cargo, la primera dama cuenta con ciertas responsabilidades sociales vinculadas a labores culturales y benéficas,aunque sólo se trata de un compromiso tácito puesto que la única obligación real de la primera dama es velar por el éxito de su marido. Buen ejemplo de esto fue Michelle Obama, que ganaba un cuarto de millón de dólares como vicepresidenta del Hospital de la Universidad de Chicago, prácticamente el doble que su marido, pero tuvo que dejar su ocupación para formar parte activa de sus campañas. "Ser primera dama en EE.UU. es el trabajo no pagado más duro del mundo", dijo en una ocasión Thelma Catherine Ryan, esposa de Richard Nixon. Para Cherie Blair, esposa del ex mandatario británico Tony Blair, el de primera dama es un cargo en el que"hay que cogerle gusto al asiento de atrás".

La primera de las primeras damas de América, Martha Washington, ya sentía el peso del Gobierno bajo sus hombros cuando escribía:"Creo que George ya le ha dado mucho a la nación como para volver a la vida pública. Nuestra familia enloquecerá".Tras la Guerra de la Independencia, Martha aspiraba a una vida tranquila en la que ella y George pudieran "envejecer en paz". De ahí que la señora Washington dijera en alguna ocasión sentirse"como una prisionera del Estado".El propio presidente Zapatero, cuando anunció que renunciaba a ser reelegido por tercera vez deslizó como argumento de peso:"Se lo debía a Sonsoles".Jackie Kennedy y Eleonor Roosevelt

A Martha le daban tratamiento de dama de la corte real británica y en los selectos círculos sociales de Nueva York y Filadelfia la trataban de 'Lady Washington', si bien nunca llegó a tener el título – ni oficial ni oficioso – de primera dama. En realidad, el término 'primera dama' es muy posterior a Washington.Lo utilizó por primera vez la periodista María C. Ames cuando llamó a Lucy Webb Hayes, esposa del presidente Rutherford B. Hayes "la primera dama de la tierra".Corría el año 1877 y desde entonces todas las esposas de los presidentes norteamericanos fueron tratadas de 'primeras damas', aunque aquella denominación no incluía atribuciones, ni autoridad, ni tampoco estipendio, aunque se le presupongan ciertas responsabilidades sociales.

Aunque Florence Harding – esposa del presidente Warren G. Harding (1921-1923) – fue la primera en dar discursos e intervenir públicamente sobre los asuntos de común interés,la primera dama norteamericana por excelencia ha sido Eleanor Roosevelt,esposa del presidente Franklin Delano Roosevelt. Eleanor se implicó en toda clase de iniciativas benéficas, defendía causas sociales como la segregación racial y ademásfirmaba una columna mensual, salía en la radio y llegó a escribir varios libros.Su influencia en los Estados Unidos era evidente y su misión política continuó más allá de la vida de su marido, con quien llegó a disentir en alguna decisión referente a la Segunda Guerra Mundial.

Con Jacky Kennedy – otra figura por excelencia en el imaginario americano –el papel de la primera dama adquirió tintes de modelo social.Las norteamericanas adoraban a Jacqueline, querían vestir como ella, comportarse como ella y ser igual de fascinantes. La señora Kennedy era una anfitriona excepcional, hablaba varios idiomas, conocía a los grandes artistas y literatos de su tiempo y fue, durante los tres años escasos de presidencia de su marido,la primera dama más famosa y admirada del planeta.

En general, todas las esposas de los presidentes americanos a lo largo del siglo XX han entendido la responsabilidad social de su cargo y han sido infatigables activistas de causas humanitarias y benéficas. Hillary Clinton, que hoy aspira abiertamente a la Casa Blanca,ya fue un paso más allá como primera dama y llegó a tener un sueldo y despacho propios como asesora de su marido.

El título no oficial de la primera dama y también ese halo de responsabilidad social se ha trasladado desde Estados Unidos a Latinoamérica, donde ha habido primeras damas tan activas e influyentes como Evita Perón,cuya trascendencia social superó con creces la de su marido. En Colombia, el papel de la primera dama tiene una mención en la Constitución y se dice que "encarna simbólicamente, junto al presidente de la República, la unidad nacional" y en Méxicola actual primera dama, Angélica Rivera, cuenta con seis empleados a su servicio y un presupuesto de casi dos millones de euros para su gabinete. Poco si pensamos que Marta Sahagún, esposa del ex presidente Vicente Fox contaba con 19 asesores en su staff personal.

En América Latina no es raro que las primeras damas manejen dinero público para sus labores benéficas, lo que genera cierta desconfianza porque en general, no suelen rendir cuentas por sus dispendios. Un buen ejemplo del mal uso de dinero público lo encarnó – en Asia – la primera dama filipina Imelda Marcos, viuda del que fuera presidente durante más de dos décadas, Ferdinand Marcos, yconocida como la 'mariposa de hierro'. Imelda acumuló bienes y lujos – se dice que tenía más de mil pares de zapatos – durante su etapa en el Gobierno y además de primera dama llegó a desempeñar los cargos de ministra, embajadora y gobernadora de Manila.Consorte en España

En España la Constitución no contempla la figura del consorte del presidente y por lo tanto no hay una normativa al respecto que dicte sus atribuciones o responsabilidades, ni tampoco cuentan con una dotación presupuestaria o un salario específico. Lo cual no quiere decir que no puedan contar con una serie de colaboradores para sus asuntos cotidianos, desde secretarios hasta una escolta propia y si lo necesitan, también un coche oficial. "Todas las primeras damas han contado con un pequeño staff para ayudarlas en su trabajo diario.Reciben mucha correspondencia, se les solicita su participación en muchos eventos de tipo cultural y solidario y necesitan cierta ayuda para organizar su agenda de compromisos públicos.Este staff ha sido mayor o menor en función de la intensidad de trabajo de la primera dama ysus gastos siempre se han sumado a los de presidencia,ya que no cuentan con una partida propia".

Por norma general y salvo que la intensa actividad de la primera dama requiera más apoyo, la consorte del presidente cuenta en España con dos asesores o secretarios, aunque la actual inquilina de la Moncloa,Elvira Fernández, ha renunciado a uno de ellos y sólo cuenta con Jaime de los Santos, el secretario con el que se la ha visto recientemente.El gasto del staff de la primera dama se reduce por tanto a su sueldo, que es el correspondiente a un funcionario de nivel 28, esto es, unos 3.500 euros brutos al mes (2.500 netos).

Como no tienen marcadas atribuciones específicas, cada primera dama es libre de escoger si quiere o no asistir a los actos de su marido, aunque lo normal es marcarse una línea más o menos coherente, ya sea de ausencia total, como Sonsoles Espinosa, de asistencia habitual, como Ana Botella o de asistencia selectiva, como pretende hacer la actual primera dama. "Elvira Fernández ha tomado una postura muy inteligente al decidir acompañar a su marido sólo en los viajes de Estado aunque quizás se eche en falta verla un poco más porque en general, los ciudadanos quieren conocer a sus primeras damas", afirma Ángeles López de Celis.

Cuando la primera dama acude a un acto con su marido cuenta con el mismo rango protocolario que el presidente, pero si van solas son tratadas– al menos protocolariamente –como ciudadanas normales. "La ciudadanía prefiere a un presidente del Gobierno que vaya acompañado por su esposa al menos en los actos institucionales. Ver a un presidente solo por el mundo se hace extraño para mucha gente", concluye María Ángeles López de Celis.

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