Querejeta, el cineasta que quiso poner la realidad "delante de los ojos"

  • Elías Querejeta entró en el cine desde su primera y gran pasión, el fútbol, y después cambió la cinematografía española salvando la censura, para abordar siempre los temas que le preocupaban, de los derechos humanos al terrorismo, de los que también habló en numerosas ocasiones frente a la cámara.

Manuel Carretero

Madrid, 9 jun.- Elías Querejeta entró en el cine desde su primera y gran pasión, el fútbol, y después cambió la cinematografía española salvando la censura, para abordar siempre los temas que le preocupaban, de los derechos humanos al terrorismo, de los que también habló en numerosas ocasiones frente a la cámara.

Con el documental "Asesinato en febrero", Elías Querejeta, fallecido hoy en Madrid a los 78 años, trasladó al celuloide el grito que lanzó cuando escuchó la noticia del asesinato, a manos de ETA, del político Fernando Buesa y su escolta, en febrero de 2000.

Quiso "dar noticia de la intolerancia", dijo entonces, con un guión dirigido por Eterio Ortega, con quien completaría en 2011 la trilogía dedicada al País Vasco en "Al final del túnel. Bakerantza" y "Perseguidos" (2004)

Querejeta acercaba la cámara a los familiares de las víctimas para ilustrar "todo lo implacable que se contiene en un acto de este tipo"; ese acercamiento a la primera persona fue una preocupación en su trabajo, aunque consideraba "excesivo" que se le etiquetase como representante del cine social.

Sí se confesaba "preocupado siempre por la realidad y por lo que entraña de problemática social", aunque procuraba trasladarlo al celuloide de forma que la "tremenda realidad" que ofrecen las noticias se transformase en "sentimientos", que es lo que pide el espectador cuando se acerca a una sala de cine, según explicó.

Uno de sus últimos trabajos y su estreno como director fue el documental "Cerca de tus ojos" (2009), en el que la visión de una periodista sobre la situación del mundo le sirvió para denunciar "los incumplimientos reiterados de los derechos humanos".

También barajó en los últimos años una película sobre Patrice Lubumba, primer presidente de la República Democrática del Congo tras su independencia de Bélgica, asesinado siete meses después de ganar las elecciones.

"Si escuchara las voces que dicen que asumo demasiados riesgos no haría nada de lo que hago", decía en 2000, en la presentación de la cinta documental "La espalda del mundo", de Javier Corcuera, que narra la vida de un niño trabajador en Perú, un kurdo exiliado en suecia y un condenado a muerte en Estados Unidos.

El riesgo fue siempre parte del trabajo de quien sorteó en más de una ocasión la censura franquista, con películas como "La caza" (1965) y "La prima Angélica" (1973), de Carlos Saura, uno de los grandes cineastas, como Víctor Erice y Manuel Gutiérrez Aragón, con los que trabajó codo con codo para elevar el escaso nivel artístico e intelectual del cine español de entonces.

Probó en sus carnes la censura desde muy pronto, con el documental "A través del fútbol" (1962), en el que este exjugador de la Real Sociedad a quien le gustaba recordar el gol que le metió en liga al Real Madrid, volcó su pasión futbolística, pero también suficiente contenido político como para que fuera prohibido.

"La censura del franquismo fue un horror", dijo Querejeta, quien reconoció haber falseado guiones durante la dictadura con el objeto de sortear, por lo menos, el primero de los dos tipos de represión cultural -censura sobre el guión y sobre la película-.

Por eso afirmaba en 2006 que no se podría hablar ahora de "elementos de censura en el cine. Ni tan siguiera lo es el sistema económico, como muchos dicen ahora, estoy radicalmente en contra de esa visión".

Querejeta burló junto a Saura la censura franquista con cintas que diseccionaron la sociedad de la dictadura con metáforas como la de "La caza" (1965), donde tres hombres que combatieron en el bando nacional durante la Guerra Civil se reúnen para cazar conejos y acaban disparándose entre ellos.

Y recordaba cómo un subsecretario de Cultura que facilitó la proyección de "La prima Angélica", de Saura le reprochaba: "Desde luego, los rojos (de izquierdas) no agradecéis nada".

El productor también afrontó en "Noticia de una guerra" (2006) la contienda civil española, aunque para él el concepto de Memoria Histórica no era "una adecuada manera de abordar" la guerra fratricida por estar enfocada desde un único ángulo.

Él quiso "contemplar los hechos que ocurrieron en sí mismos y no desde una ideología", para mostrar al espectador "hasta qué punto el hombres es capaz de producir horror en su intento de defender la verdad absoluta".

"Por supuesto yo me siento republicano, pero creo que eso no me debe conducir a la muerte del otro o a una imposición que sería intolerable", concluyó en aquélla ocasión.

En 2008, cuando recibió la espiga de Honor del Festival de Valladolid, decía confiar, pese a la sempiterna crisis de la cinematografía española, en la fuerza del cine para "poner los problemas delante de los ojos"

"El cine es algo que se está viendo más que nunca, la forma de contar las cosas se está modificando por las novedades tecnológicas, pero la imprenta también modificó lo suyo en su momento", advertía entonces y señalaba sobre el género documental, otra de sus pasiones: "'El desencanto' (de Jaime Chavarri) tiene más de treinta años y es una película que sigue completamente viva".

La necesidad de contar la realidad fue siempre uno de sus lemas, que ahora serviría de epitafio: "Es necesario hacer determinadas cosas y espero que haya miles y miles y miles de personas que sientan una necesidad semejante a la mía".

Mostrar comentarios