R.Checa, Eslovaquia y Hungría ponen a prueba la unidad europea frente a Rusia

  • La República Checa, Eslovaquia y Hungría, antiguos países de la órbita soviética que sufrieron invasiones del Ejército Rojo, son los únicos socios de la Unión Europea (UE) que han mostrado reservas públicas sobre las nuevas sanciones a Rusia.

Gustavo Monge y Marcelo Nagy

Praga/Budapest, 4 sep.- La República Checa, Eslovaquia y Hungría, antiguos países de la órbita soviética que sufrieron invasiones del Ejército Rojo, son los únicos socios de la Unión Europea (UE) que han mostrado reservas públicas sobre las nuevas sanciones a Rusia.

La UE ultima una nueva ronda de sanciones para castigar a Rusia por su respaldo a los rebeldes prorrusos en el este de Ucrania, lo que pondrá a prueba la lealtad de esos tres socios comunitarios, que representan en torno al 2,5 por ciento de la economía del bloque.

A diferencia de Polonia y de los Estados bálticos exsoviéticos, el cálculo económico en los tres países centroeuropeos está por encima del recuerdo de los tanques soviéticos.

Éstos aplastaron en 1956 un levantamiento antisoviético en Hungría y en 1968 la llamada "Primavera de Praga", que promovía un comunismo de "rostro humano" en la entonces Checoslovaquia.

La Comisión Europea prepara un paquete de medidas que, entre otras cosas, aumenta las restricciones para que Rusia acceda a los mercados de capitales, a tecnologías sensibles, a equipos de defensa y a bienes industriales de doble uso.

El primer ministro checo, Bohuslav Sobotka, adelantó ayer que ejercerá su "derecho de enmienda" sobre las sanciones para proteger exportaciones de maquinaria de doble uso.

Los checos exportaron en 2013 a Rusia por valor de 3.800 millones de euros, un 3,6 por ciento del total de sus ventas al exterior, y una parte importante constituye maquinaria que puede catalogarse de "doble uso", es decir, civil y militar.

En la prensa checa, numerosos analistas criticaron hoy la contradicción de que el Gobierno se una a sanciones para castigar a Rusia por su implicación en el conflicto en Ucrania y al mismo tiempo quiera seguir vendiendo bienes que pueden ser utilizados para fines bélicos.

El diario de referencia "Mlada fronta Dnes" calificó esta posición de "tragicómica".

Pero otros, como la catedrática de Ciencias Políticas Vladimira Dvorákova, consideran que es una posición "pragmática".

En declaraciones a Efe, la politóloga lamentó que la UE haya dejado en un segundo plano el impulso de los "valores democráticos" en Ucrania.

En la vecina Eslovaquia, el primer ministro, Robert Fico, dijo que las sanciones a Rusia son "un sinsentido y contraproducentes".

"No estamos de acuerdo con esta guerra de sanciones, porque no llevan a ningún sitio y no pueden ser el eje de nuestra política, sino sólo una herramienta", declaró Fico durante la reciente cumbre europea en Bruselas.

El analista político eslovaco Grigorij Meseznikov destacó a Efe que el país no tiene "una postura consistente", pues tanto el jefe del Estado, Andrej Kiska, como el ministro de Exteriores, Miroslav Lajcak, "están claramente a favor de endurecer las sanciones" contra Rusia.

Eslovaquia depende de Rusia casi en un 100 por cien para sus suministros de gas y combustible nuclear y es el mayor productor de vehículos per cápita del mundo.

Tanto Eslovaquia, como la República Checa y Hungría temen que una de las represalias de Rusia por las nuevas sanciones sea prohibir la importación de vehículos producidos en la UE.

Además de los intereses económicos, Fico siente simpatía por el presidente ruso, Vladimír Putin, al que considera "un buen estadista, que devolvió el orgullo nacional a Rusia", recordó Meseznikov.

Es una admiración compartida por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.

Las políticas de sanciones no tuvieron éxito, en opinión de Orbán, quien llegó a declarar que la UE se ha dado "un tiro en la pierna", ya que se verá más perjudicada por ellas que Rusia.

Hungría es uno de los países de la UE más afectados por el impacto del embargo ruso sobre productos agrícolas y alimentarios, que representan alrededor del 10 por ciento de los 2.200 millones de euros exportados a Rusia en 2013.

Péter Krekó, director del Instituto Political Capital de Budapest, juzgó "poco creíble" que detrás de la postura de Orbán estén solo intereses económicos, ya que éste es "uno de los políticos más prorrusos de la región".

El analista destacó que el Gobierno de Orbán apenas ha criticado a Moscú por el apoyo a las fuerzas prorrusas en Ucrania ni por la anexión de Crimea, lo que ha aislado a Hungría en Europa.

En febrero pasado, el Parlamento húngaro aprobó un acuerdo firmado con Rusia y valorado en unos 12.500 millones de euros, para ampliar la planta nuclear de Paks.

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