Ricardo Artola: "Somos tributarios de la Primera Guerra Mundial"

  • Fernando Prieto Arellano.

Fernando Prieto Arellano.

Madrid, 7 mar.- El escritor y editor español Ricardo Artola afirma que "somos tributarios de la Primera Guerra Mundial en la medida en que muchos de los procesos que se desencadenan en ella llegan hasta hoy", como por ejemplo el fascismo, el comunismo y la misma II Guerra Mundial.

En una entrevista con Efe con motivo de la reciente aparición de su libro "La I Guerra Mundial. De Lieja a Versalles" (Alianza Editorial), Artola señala también que "la falta de liderazgo es la mayor lección que se puede extraer en el presente de la I Guerra Mundial" porque "puede conducir a situaciones catastróficas".

Artola señala que los principales dirigentes y mandos militares de la época no tenían verdaderamente ni capacidad ni conocimientos para determinar la magnitud del conflicto que se les venía encima. No tenían visión de estadistas, con la excepción del entonces presidente de EE.UU, Woodrow Wilson (1913-1921).

Artola hace hincapié en una tesis sostenida por otros autores, la de que las draconianas condiciones que los vencedores (encabezados por Francia) le imponen a Alemania en el Tratado de Versalles determinarán en buena medida el ánimo de revancha que se apoderará de una generación de alemanes que terminarán llevando a Hitler al poder en 1933.

"Wilson acude a Versalles con unas ideas loables" pues no pretendía imponer unas condiciones humillantes para la derrotada Alemania; sin embargo, fue muy criticado hasta el punto de que se le tildó de "idealista" como sinónimo de "ingenuo", y finalmente se imponen las tesis maximalistas del primer ministro francés, Georges Clemenceau, afirma Artola.

No obstante, Artola resalta que Estados Unidos, que no interviene en la "Gran Guerra" hasta 1917, "llega para quedarse" en el primer plano de la escena mundial.

En este sentido, para Artola es muy importante el hecho de que, a partir de 1917, y por primera vez desde el siglo XV - cuando Europa asume un rol hegemónico en el mundo (que fueron desempeñando diversas naciones como España, Francia o Gran Bretaña)- un país no europeo accede al protagonismo en el ámbito de las relaciones internacionales, el cual sigue desempeñando hasta nuestros días.

Por otro lado, Artola subraya que los fascismos rampantes en Europa y el comunismo que triunfa en Rusia en plena contienda con la revolución de 1917, unido al debilitamiento político y económico del continente, harán que el mundo se vea abocado veinte años después a una guerra mucho más catastrófica que la que se libró entre 1914 y 1918.

Así pues, llegamos a la extensión de esas consecuencias hasta nuestros días para lo que Artola pone a Alemania y Rusia como paradigmas.

Alemania, que hasta 2010 no terminó de pagar las reparaciones por daños de la guerra que se le impusieron en Versalles, "dice ahora que es el país que más esfuerzos hace por limpiarse a sí misma de símbolos y conexiones con el pasado", afirma el escritor.

A su vez, destaca, Rusia tiene muy presente la "Gran Guerra Patria" (como se denomina allí oficialmente a la Segunda Guerra Mundial), e incluso en muchos ámbitos se percibe que la popularidad del dictador soviético Iosif Stalin (1922-1953) "es aterradora, pues sigue siendo visto como alguien que salvó a la Unión Soviética de la catástrofe".

Artola señala que tras la desaparición de la URSS, el 31 de diciembre de 1991, se produce una especie de "repliegue" emocional y geopolítico en Rusia, que obviamente se explica porque se considera heredera del Estado soviético y observa que ha perdido un porcentaje notable de territorio.

Sin embargo, con la llegada de Vladimir Putin al poder en el año 2000, se produce un cambio en el planteamiento geopolítico de Rusia, "que ahora trata de recuperar su influencia" en el concierto internacional y decide intervenir "en su patio trasero", como lo ejemplifican la actual crisis en Ucrania, en la que Moscú está desempeñando un papel fundamental, y la invasión de Georgia, en 2008.

"Es muy difícil extirpar los símbolos de las cabezas de los líderes. La historia está presente" en la mentalidad de algunos de ellos, y, de hecho lo ocurrido en la república autónoma ucraniana de Crimea, donde prácticamente se ha producido un movimiento secesionista a favor de Rusia y patrocinado por este país "es una consecuencia directa" de tal concepto, señala.

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