Ricardo Costa vuelve a la pole position de su circuito valenciano

  • Con una cuidada y estudiada imagen, este político valenciano, implicado supuestamente en la trama Gürtel, trata de recuperar el tiempo perdido en su destierro político del último año. Se ha puesto manos a la obra y en la última semana ha hecho declaraciones públicas todos los días para intentar reconquistar el protagonismo que tenía en el PP.
C. I.

Con un traje impecable, con un nuevo corte de pelo, algo más canoso de lo habitual, rodeado por los asesores que no le han abandonado y con una radiante sonrisa en su rostro. Así se presentaba hace una semana en el Parlamento valenciano Ricardo Costa, sabedor de que los focos ese día se concentraban en él. Empezaba el renacer de un nuevo ave fénix político.

Este político castellonense, hermano del ex ministro Juan Costa, era un habitual en los medios de comunicación y se gustaba de ello. Hizo propio el refrán “que hablen de mí, aunque sea mal, pero que hablen” y eso le costó la cabeza, al menos durante un año, en el PP.

Su insistencia en no apartarse de los micrófonos en medio del revuelo del caso Gürtel en Valencia cansó a más de uno en Génova hasta que la dirección nacional del PP, harta, dio un puñetazo sobre la mesa y le suspendió de militancia, en parte por su arrogancia de autodenominarse “secretario general del PP valenciano” cuando ya había sido relegado por el partido.

Pero el PP le perdonó y ya vuelve a ser militante de pleno derecho. Y en menos de un mes, este carismático político ha vuelto a la escena pública con nuevo cargo en el grupo popular: coordinar del área económica. La excusa perfecta para volver a ponerse delante de las cámaras de televisión, las radios y la prensa.

Costa no ha esperado mucho. El mismo día de su estreno le hicieron miles de fotos sentándose en su nuevo escaño: del 98 al 52, un gran adelantamiento en la parrilla de los populares. Quería volver a tener voz política y lo consiguió haciendo un típico canutazo --esa imagen en la que vemos a los políticos asediados por un montón de micros-- en los pasillos de las Cortes.

Ha pasado menos un año en el destierro político, defenestrado en el último escaño de la cámara valenciana, tras haber dirigido con mano férrea el grupo popular. Pero estar en el limbo no le ha impedido coger el pulso, o quitárselo a otros, y en la última semana ha hecho declaraciones todos los días. No quiere volver a ser olvidado.

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