Rubalcaba gana el pulso a Blanco y da verosimilitud a quienes le ven como candidato

  • Alfredo Pérez Rubalcaba es el ganador del combate. Su designación como nuevo vicepresidente en sustitución de De la Vega le coloca como nuevo hombre fuerte del Gobierno y da pábulo a quienes le sitúan como futuro sustituto de José Luis Rodríguez Zapatero como candidato socialista.
Rubalcaba dice que cuanto más se acerque el fin de ETA más difícil será mantener la unidad
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Borja Ventura

Si hay un nombre propio en el cambio del equipo de Gobierno de hoy es el de Alfredo Pérez Rubalcaba. El nuevo 'número dos' del Gobierno sustituye a una de las políticas mejor valoradas, María Teresa Fernández de la Vega, y toma posiciones de cara a un hipotético relevo de un Zapatero muy tocado. Quienes apostaban por él como candidato socialista en las elecciones generales de 2012 tienen hoy más motivos para defender su pronóstico.

Su ascenso responde a varias necesidades. En primer lugar, sustituir a De la Vega, una de las pocas figuras que había conseguido salir exitosa de sus pulsos de fuerza con el presidente del Gobierno, pero que pedía a gritos una salida del Ejecutivo. El puesto vacante en el Consejo de Estado parece el lugar idóneo para la jubilación política de la que ha sido la cara visible de Zapatero en los momentos más complicados, la que se ha batido en duelo semana a semana con el PP en el Congreso y quien ha apagado los múltiples fuegos que han ido surgiendo durante los últimos seis años.

En su lugar emerge Rubalcaba, un viejo conocido del socialismo, ya presente como ministro y portavoz en tiempos de Felipe González y a quien el núcleo más duro y viejo de la oposición sigue identificando con la trama del GAL. Pero más allá del siglo pasado, el ministro del Interior suma tres méritos fundamentales para su nueva responsabilidad como mano derecha del presidente del Ejecutivo: peso, capacidad negociadora y buena imagen.

En primer lugar, su peso político: su experiencia dará estabilidad al Gobierno... y podría augurar la sustitución del propio Zapatero al frente del Partido Socialista de cara a las elecciones generales de 2012 dado el desgaste del presidente. De hecho, su ascenso podría interpretarse como un paso para situarle en primera línea de fuego político tras vencer en su pugna al otro gran candidato, José Blanco, en quien Zapatero delegó toda su estrategia política de los últimos años.

En segundo lugar, su capacidad negociadora, de la que hizo gala mientras asumió la portavocía socialista en el Congreso tras la victoria de Zapatero y tras su entrada en el Ejecutivo. Como nuevo portavoz del Gobierno, la conocida capacidad comunicativa de Rubalcaba se pondrá al servicio de un Ejecutivo al que muchas veces se ha criticado por sus fallos de comunicación, tanto por no haber sabido vender sus logros como por haber cambiado de rumbo en numerosas ocasiones.

En tercer lugar, su buena imagen, no sólo en su partido, sino también de cara a los ciudadanos. Encuesta tras encuesta, el suyo es uno de los nombres más conocidos y valorados por la ciudadanía. Y eso a pesar de que le ha tocado lidiar con una de las carteras más sensibles, la de Interior, y justo con un proceso de negociación con ETA en marcha. De hecho, los últimos comunicados de la banda terrorista sobre un nuevo proceso hacen augurar una segunda mitad de legislatura movida para Interior.

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